Referendo x 3

José Luis Exeni Rodríguez
El presidente Arce movió ficha. Y sacudió, al menos en el corto plazo, la agenda del debate político. No es para menos. El 7 de agosto, todos los diarios abrieron sus ediciones con el anuncio de un triple referéndum. “Momentos difíciles requieren decisiones firmes”, dijo en su mensaje. Y planteó llevar a consulta popular la subvención de los hidrocarburos, los escaños parlamentarios y la reelección del binomio presidencial. Es una apuesta arriesgada e incierta.
Más allá de la opacidad inicial, se precisó que el referéndum supone una reforma parcial de la Constitución. Si es así, su convocatoria es inviable. Queda descartada la iniciativa popular porque el plazo no alcanza para llegar a las urnas el 1 de diciembre. Y no hay ninguna condición para sumar dos tercios en la ALP. ¿En serio están pensando en una convocatoria inconstitucional por decreto, con aval de los autoprorrogados del TCP? ¿Le meterán nomás? Sería insostenible.
Supongamos que, con maniobra y descaro, el triple referéndum sea convocado (la fecha límite es el 2 de septiembre). La Ley del Régimen Electoral establece de manera inequívoca que no se pueden someter a referendo, entre otras temáticas, las competencias privativas del nivel central del Estado. Los hidrocarburos son una competencia privativa. La subvención, por tanto, no es materia de consulta popular. El Ejecutivo tendrá que decidir. ¿Y el presidente? Gobernar.
Hasta el 16 de septiembre, el INE debe enviar al TSE los resultados del Censo a nivel departamental. Y en 11 días estará listo el proyecto de ley para la asignación de escaños. Es una cuestión aritmética: la distribución de diputados se define por el número de habitantes. Y se compensa a los departamentos con menor población y con menor desarrollo económico. ¿De verdad quieren postergar este hito técnico para “allanar” el camino aumentando el ya excesivo número de 130 diputados?
Sobre la reelección, el TCP no hizo su trabajo. El pleno de magistrados debió emitir una sentencia constitucional clara y firme dejando sin efecto la nefasta reelección indefinida habilitada en 2017, que sigue vigente. En lugar de eso, dos magistrados de una Sala metieron de contrabando la cuestión, con “pompa y ostentación”, en una acción sobre otro tema. ¿Y ahora quieren que la ciudadanía defina el veto a la reelección discontinua para sacar del camino electoral a Evo?
Es bastante probable que, como ocurrió en 2011 y 2017, la consigna del voto blanco y nulo sea mayoritaria en las elecciones (per)judiciales. Y es contagiosa. Como el triple referéndum se votará el mismo día, puede caerse por falta de votos válidos. Más que consulta, será un plebiscito.
FadoCracia olímpica
1. El lamento, por gentileza de nuestra selección de fútbol, es reincidente: “jugamos como nunca, perdemos como siempre”. Hay anorexia de victoria. 2. Nuestros logros se cuentan con una mano: campeones del Sudamericano 1963 y clasificados al Mundial 1994. También participamos en la primera Copa del Mundo en 1930 y fuimos subcampeones de la Copa América 1997. Celebramos. 3. Bolivia nunca ha ganado una medalla en los Juegos Olímpicos. Ninguna. Desde los juegos de Berlín en 1936, seguimos participando. 4. En las Olimpiadas 2024 en París mantuvimos la tradición: cero medallas. Y no es por falta de atletas. Ni de ganas. 5. Lo interesante no es tanto nuestra falta de triunfos deportivos en estos campos (en otros “menores” tenemos campeones), sino la enorme e inagotable vocación de esperanza. Vamos mi Bolivia. 6. Nuestra estrella llegó en el puesto 60 de 81 participantes en la maratón. Y somos tan felices. “Fue un digno representante, que llevó en alto el nombre del país”. 7. Dicen que lo importante no es ganar, sino competir. O al menos participar. En nuestro caso, lo que cuenta no es ganar, sino llegar. Hay ilusión, queda futuro. Nos vemos en 2028.