La cuestión del aterrizaje, suave o duro, de la economía de EEUU ha estado y está en el tapete de la discusión en función de los continuos datos cambiantes. Es así que entre el 4 y el 6 de agosto se asustaron los mercados bursátiles, el S&P 500 se desplomó en más del 6%, con el dato de que la tasa de desempleo subió a 4,3% en julio.
Muchos analistas volvieron a dudar del aterrizaje suave. Lo que muestra el dato es que la tasa de desempleo subió en un año en 0,8 puntos porcentuales: desde un 3,5% en julio de 2023 a 4,3% en julio de 2024, lo que a nivel de la región no debiera llamar la atención. Sin embargo, en el seguimiento de la economía de EEUU se utiliza la regla de Sham, que predice una recesión cuando la tasa de desempleo promedio de los últimos tres meses supera en 0,5 puntos porcentuales a su mínimo de los últimos 12 meses. Resulta que a julio de 2024 el incremento de la tasa de desempleo promedio observada en los últimos tres meses es de 0,53 puntos porcentuales.
Aunque el indicador observado en julio supera por poco la regla, también se dice que un aumento de la tasa de desempleo, por leve que parezca, es solo una señal que mostraría que se van a dar aumentos posteriores que podrían derivar en una recesión. Así, como señala el economista Michael Strain, su cumplimiento en EEUU desde 1970 hasta 2019 también aclara que, en el contexto actual, “cuando la tasa de desempleo sube un poco, sube mucho, razón por la cual muchos creen que la Fed debería declarar victoria en su batalla contra la inflación y empezar su ciclo de recortes. Pero esta visión, si bien es razonable, es errada, porque hace una mala lectura de la perspectiva de inflación y del mercado laboral. La Fed no debería recortar las tasas en septiembre y, mucho menos, este mes”. (Michael R. Strain en X: When the unemployment rate goes up a little, it goes up a lot. https://t.co/utgtY5YmVZ)
¿La inflación baja o persiste? Los datos de la inflación que salieron después de los malos datos del empleo, mostraron un descenso de la tasa a 12 meses: de 3% en junio de 2024 a 2,9% en julio, y que fueron interpretados por los mercados financieros como una buena señal y se recuperaron rápidamente, aunque sin alcanzar el máximo logrado en julio, después del bajón provocado por el alza del desempleo. Esa desaceleración de la inflación sería una señal de que la Fed podría recortar su tasa de interés en la reunión de septiembre.
Como es tradicional, la Fed esperará su tasa que sale a fines de julio y que se dice es la tasa clave que sigue, que corresponde a la variación a 12 meses del índice de precios de los gastos de consumo personal y que, excluidos los combustibles y alimentos, había registrado en mayo y junio un 2,6%, la más baja desde marzo de 2021.
Como era de esperar, los dos candidatos posicionaron a mediados de agosto, en Carolina del Norte, el tema económico y en especial el de la inflación. Para Trump, en su agenda 47, primeramente, está la lucha contra la inmigración y recién en el punto 3, “poner fin a la inflación y hacer que Estados Unidos vuelva a ser asequible (accesible, comprable)”, y en el punto 6 coloca la oferta de ¡grandes recortes de impuestos para los trabajadores y ningún impuesto sobre las propinas! (Platform/Donald J. Trump: donaldjtrump.com)
El viernes 16, Kamala Harris presentó su agenda económica donde prioriza construir una «economía de oportunidades» para la clase media. También se comprometió a frenar el aumento de los precios de productos como los comestibles y a combatir la especulación de precios. Dijo que tiene una solución: una prohibición federal del aumento abusivo de precios en la industria alimentaria y que «mi plan incluirá nuevas sanciones para las empresas oportunistas que exploten las crisis y rompan las reglas». Adicionalmente, tiene un “nuevo plan para proporcionar alivio fiscal a más de 100 millones de estadounidenses de clase media y de bajos ingresos”. (Harris leans into populism with proposal for middle-class and lower-income tax relief/CNN Politics)
Será interesante seguir la pugna que parte del mundo académico tilda que es entre dos neopopulistas: uno a la derecha, Trump y otra a la izquierda, Harris, sin considerar que hay otras opciones de política económica.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista
Si bien generalmente las segundas partes no son buenas, salvo el Padrino II, en esta entrega obligatoria quiero complementar con algunos otros factores explicativos del problema o la cuestión de la escasez crítica de divisas en el país.
Recapitulemos un poco: El Banco Central no es el único oferente de divisas en el mercado cambiario, puesto que solo las exportaciones del sector público tienen obligación de entregar divisas. Estas exportaciones que representaban un 47% del total exportado en 2015, se desplomaron a un 23,7% del 2023. Los ingresos de divisas cayeron a partir de 2015 generando continuos déficits de moneda extranjera explicado por la caída de ingresos de exportaciones de YPFB que, ante un aumento de divisas debido a sus mayores importaciones de combustibles, pasó de ser un generador neto de divisas de $us4 mil millones a un demandador neto por más de $us800 millones.
¿El servicio de la deuda externa es otro culpable de la insuficiencia de divisas?
En forma reiterada se ha sostenido desde hace tiempo que Bolivia tiene problemas de deuda externa y eso se ha venido expresado en las rebajas de las calificaciones crediticias del país con Fitch Rating, Moody’s.
Si uno analiza los indicadores tradicionales de solvencia, como es la relación del servicio de la deuda externa pública con relación al PIB, encuentra que a diciembre del 2023 era de 29,9%. Desde el punto de vista del país, la solvencia puede definirse como su capacidad para cumplir en forma continua con sus deudas.
Gráfico 1
El indicador de liquidez, que mide la relación del servicio de la deuda externa pública respecto a las exportaciones a diciembre de 2023 era de 12,5%. Los problemas de liquidez se han producido debido a una disminución pronunciada de los ingresos de exportación, a un aumento de las tasas de interés externas y al incremento del precio CIF de las importaciones de combustibles. Tanto el indicador de solvencia como el de liquidez son considerados normales y no son una señal de alerta de problemas de deuda.
Pero si se analiza la balanza cambiaria se encuentra que los desembolsos de la deuda externa, como componente del ingreso de divisas, menos las amortizaciones e intereses de la deuda ,como parte de la demanda de visas, en 2015 mostraba una entrada neta de recursos externos por $us490,9 millones mientras que en 2023 registraba una salida neta de divisas por $us481,5 millones, debido a que los desembolsos si bien se mantuvieron estables, el servicio de la deuda se multiplicó por tres, subió de $us500 millones a $us1.500 millones. Es decir, los flujos de recursos de financiamiento externo se revirtieron de positivos a saldo negativo.
Así encontramos adicionalmente en el último año una contribución en la escasez de divisas por la demora en la Asamblea en la aprobación de créditos externos. También resalta el hecho de no haber tomado en cuenta en la programación de divisas que de un servicio de $us1.012,4 millones en 2022 suba a $us1.490 millones en 2023 y no se tenga la disponibilidad suficiente en moneda extranjera en las RIN, constituidas en su mayoría por oro monetario. Estos temas generan ruido asociado a la deuda externa que es manejable y nada tiene que ver con la crisis de deuda de 1982, que está en mejor situación que en 2005 cuando el servicio de la deuda/PIB era de 63,5% y que el ruido fue amplificado por las calificadoras internacionales de crédito trepando fuertemente la calificación del riesgo país.
¿Y el papel del sector privado-bancos?
En la Balanza Cambiaria del BCB, en el egreso de divisas hay una cuenta “sector privado-bancos”, donde el principal rubro se refiere a “operaciones bancarias” con una nota aclaratoria que dice “Incluye transferencias al exterior y retiros de efectivo de las EIF”.
Esta cuenta de bancos en 2014 registraba egresos por $us2.406,3 millones (representaba un 33% de los egresos totales) y subió en el periodo 2015-2022 a un promedio de $us4.294 millones (con una participación del 51% en la demanda de divisas), para declinar en 2023 a $us2.246 millones, nivel similar al de 2014 con una incidencia de un tercio del egreso de divisas (Gráfico 2).
Por tanto, en la demanda de divisas no solo influyó la demanda por importaciones de combustibles de YPFB, sino el aumento de los pagos correspondientes al servicio de la deuda externa, así como un fuerte aumento de la demanda de divisas del sector privado-bancos en 2015-2022 asociado a transferencias al exterior y retiros de efectivo.
De esta manera hemos arribado a una conclusión adicional referida a que parte de la insuficiencia de dólares no solo estuvo asociada a los flujos netos negativos de YPFB, como se analizó en la primera parte de esta entrega, sino también a la salida neta de divisas por concepto del financiamiento externo y al crecimiento de la demanda de divisas del sector privado-bancos asociado a “transferencias al exterior y retiros de efectivo de las EIF”. Dado que el BCB no es el único oferente en el mercado de divisas, por lo tanto, la escasez se explica también por la incapacidad del sector exportador privado para contribuir a atender la demanda de divisas del sector privado financiero que ha crecido sensiblemente
La Balanza Cambiaria y la pérdida de Reservas
En la primera parte de esta entrega alertamos que como un proxi al mercado de divisas utilizamos la balanza cambiaria del BCB que es el registro estadístico de transacciones en divisas que se realizan a través de intermediarios del mercado cambiario. No es lo mismo que la balanza de pagos porque registra todas las transacciones entre residentes y no residentes. La balanza cambiaria se centra en las operaciones que originan flujos de divisas y que se canalizan a través de intermediarios del mercado cambiario doméstico y cuentas corrientes en el exterior.
Realizadas las salvedades analizaremos la relación entre el flujo neto de la balanza cambiaria y la variación neta de reservas internacionales que nos brinda la balanza de pagos (Gráfico 3). Observamos que entre 2014 y 2022 hay una estrecha relación casi uno a uno, pero en 2023 se observa una clara diferencia. Mientras el saldo de la balanza cambiaria es negativo en $us544 millones, la balanza de pagos nos muestra una disminución de reservas internacionales de $us2.087,6 millones.
Gráfico 3
¿A qué se debe esta gran diferencia?
La balanza cambiaria es un flujo de caja, no hay pierde, sin embargo, por suerte, la balanza de pagos tiene una cuenta llamada Errores y Omisiones. Esta cuenta según el Manual del FMI explica saldos no registrados tanto en cuenta corriente como en la cuenta financiera. Si obtenemos la diferencia entre ambos saldos encontramos $us 1.743,6 millones mientras que la balanza de pagos nos muestra una estimación de $us1.785 millones. La diferencia la pongo yo, es mínima y es una buena aproximación. Esto me permite adelantar una hipótesis, que existe un factor adicional a los analizados anteriormente que explicaría la insuficiencia de divisas y estaría relacionado, por un lado, con las importaciones no legales y con las salidas no registradas de capital y, por otro lado, con menores retornos de divisas por exportaciones legales realizadas y con un descenso en el precio o en el volumen de las exportaciones no legales (cocaína).
La tarea pendiente, que no voy a realizar, es que al igual como existe una economía informal, convive un mercado de divisas informal que no conocemos su magnitud e incidencia. Cualquier economía normal hubiera sido golpeada fuertemente con el shock de divisas que ha sufrido el país desde enero de 2023 y que llevó incluso a suspender la información diaria de las reservas internacionales y otros datos monetarios claves. Sin embargo, si bien nuestra economía es flexible y se acomoda de una u otra forma, los síntomas se agravaron en 2024 puesto que los precios de productos importados y nacionales empezaron a aumentar, el tipo de cambio empezó a fluctuar y empezaron a surgir problemas de stocks especialmente de bienes importados.
La situación amerita una respuesta consensuada y tal vez un referéndum que pregunte:
¿Está de acuerdo en constituir un Fondo de Estabilización con aportes de financiadores externos como FMI, el FLAR, la CAF y países amigos como Brasil y Colombia?
Está de acuerdo en volver al sistema de minidevaluaciones que manejó el BCB exitosamente hasta noviembre de 2011.
Que no digan que son medidas administrativas de exclusiva responsabilidad del Órgano Ejecutivo, sobre todo cuando en el Gobierno de Goni no se pudo aplicar el famoso impuestazo por Decreto Supremo, ni la ampliación del spread cambiario mediante el incremento del diferencial cambiario entre el precio de venta y el precio de compra del dólar en 10 centavos. Ni qué decir, en la época de Carlos Mesa en que se revocó el aumento del diésel y en diciembre de 2010 cuando se echó atrás el Presidente Evo con el aumento del precio de los combustibles. El que esté libre de culpa que lance la primera devaluación y elimine la subvención a los combustibles.
Por ser miembro del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), que tiene entre sus objetivos “Acudir en apoyo de las balanzas de pagos de los miembros, otorgando créditos o garantizando préstamos a terceros”, Bolivia tiene el derecho a acudir a financiamiento por balanza de pagos. Los préstamos del FLAR pueden ser hasta 2.6 veces de su capital pagado, un equivalente a 733,2 millones de dólares, que significarían cerca de 5 veces el nivel en divisas de las RIN en agosto de 2024, que estaban en 153,1 millones de dólares, puesto que el restante de 1815,1 millones están constituidas por reservas de oro, lo que hacen un total de 1905,3 millones en RIN.
Cinco siglos y 70 años después, la pandemia del COVID-19 y el brutal encierro mundial parece que marcaron un punto de inflexión en la producción impresa
Cuando se inventó la imprenta de tipos móviles en los tiempos de Gutenberg, a mediados del siglo XV, para no ser censurado por la Santa Inquisición y no ser considerado su invento como diabólico, tuvo la genial idea de que el primer libro impreso sea la Santa Biblia, que también llego a llamarse la Biblia de 42 líneas (impresas en cada página). Fue un invento notable, pues no solo cambió la técnica de producción de libros, sino que difundió y democratizó el conocimiento en el mundo, el acceso al saber.
Cinco siglos y 70 años después, la pandemia del COVID-19 y el brutal encierro mundial parece que marcaron un punto de inflexión en la producción impresa y en la distribución de los libros, pero especialmente en los medios de prensa escrita. Si bien proliferaron la producción de libros digitales y los medios de comunicación digitales, el placer de leer un libro impreso, ojearlo, rayarlo, doblar la esquina de la página o dormirse con él, es irremplazable incluso para matar arañas.
Lo mismo me ocurría con el periódico que llegaba en la mañana, con olor a imprenta, para leerlo en la cama con el desayuno, abrir sus páginas todavía pegadas y los domingos ordenar bien lo que son suplementos de lo que son propagandas pagadas, avisos comerciales y en particular las notas necrológicas de amigos cercanos que nos decían que estábamos en la lista de espera. Me acuerdo de las fotos que enviaba Rodolfo Eróstegui con los periódicos del domingo: los dos, La Razón y Página Siete, en la entrada de su casa.
Me saltaba a veces el deportivo para leer la columna de opinión con mucho interés, para fijarme no solo del contenido sino también del estilo y la forma de escribir y comunicar ideas. También leía a mis colegas a regañadientes porque escribimos en difícil y esperaba los miércoles para leer mi columna Más allá de la coyuntura en el periódico La Razón. Me fijaba en mi propio estilo y en algunos horrorcitos de redacción y también en las fallas inevitables, del duende de la imprenta, como decía el doctor Juan Antonio Morales. Recuerdo que cuando le hice notar una vez a la Directora de La Razón, le dije que no se preocupara por el duende de la imprenta, pero ella me respondió: Si ocurre otra vez le mandaré un memorándum al duende. ¿Qué será ahora del duende? ¿dónde se irá? Me preocupa el duende.
Recuerdo cuando era profesor de Introducción a la Macroeconomía y les pedía a los alumnos que cada clase me traigan un recorte de un periódico para hacer un álbum que entregarían antes de hacer el examen final. Y así fue, todas las clases comentábamos una nota del periódico y cuando llegó la hora del examen, todos estaban con su álbum de recortes en la mano. Entonces les dije que no era requisito para el examen final, sino una práctica para leer.
Bueno, para consuelo están los periódicos digitales, pero me disculpan: No es lo mismo. En Chile, La Tercera de la Hora que no dejó el medio impreso en plena epidemia, porque decían que incluso los periódicos contagiaban y me daba pena rociarlo con desinfectante. Sin embargo, cuando volví a Chile, la señora que atendía el quiosco de periódico se rio de mí cuando le pedí un lunes La Tercera, me dijo que desde hace seis meses solo se vende los sábados y domingos, na que ver. Este sistema sigue funcionando con La Tercera y me parece que era una salida salomónica, que los periódicos en problemas podían haber intentado como una opción.
Independientemente de la línea ideológica ni de quienes están como financiadores, me dolió cuando Pagina Siete no volvió a salir y ahora con la noticia en las redes de que este domingo 1 de septiembre dejará de salir en medio impreso La Razón. Es tan equivalente a una nota necrológica de alguien muy cercano y querido, incluso pensé “chau columna Más allá de la coyuntura”, porque no es lo mismo, aunque me critiquen. Soy conservador con relación a las nuevas tecnologías, por eso este “adiós impreso”.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista
Continuando con el artículo de Trump y la inmigración en La Razón (la-razon.com) del 24 de julio, sobre la trascendencia del discurso de Trump contra la inmigración, no solo en las elecciones de Estados Unidos, sino en Europa y en especial en América Latina y el Caribe, donde el alcance del problema no se limita a una relación del Sur contra el Norte, sino que tiene una trascendencia intra-sur y que además no solo está relacionado con las diferencias internacionales de salarios, sino que también tiene causas más profundas como la pobreza, la crisis climatológica y los efectos de las guerras (llamados daños colaterales) no solo con el beneplácito de las potencias (como el propio EEUU), sino también de las guerras civiles y desplazamientos internos.
A nivel del FMI, hay solo una partida o cuenta dentro de las transacciones internacionales de la balanza de pagos relacionada con el movimiento del factor trabajo, como son las remesas al y del exterior, en cambio la mayor parte de las cuentas se refieren al factor capital tanto como servicios (interés y remisión de utilidades) como a la entrada y salida de capitales (inversión directa, inversión de cartera, préstamos, etc.) que están en la Cuenta Financiera de la Balanza de Pagos. El FMI, a partir de fines de los 80 y principios de los 90, impulsó la liberalización de la cuenta capital para los países en desarrollo y emergentes, hasta que se dio el frenazo súbito de capitales a principios de los 90, dando como resultado la crisis de México con su Efecto Tequila y la crisis asiática, para adoptar un enfoque un poco más moderado y gradual. En cambio, el FMI nunca se pronunció sobre el movimiento de trabajadores a nivel internacional. El tema relacionado con el empleo lo trata la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un campo más normativo.
Remesas remitidas o enviadas. El Banco Mundial (2024), con base al FMI, realiza el análisis de las tendencias de los flujos de entrada y salida de remesas y pone énfasis en los países de bajo y mediano ingresos. Para 2023, los flujos de remesas enviados oficialmente hacia países de ingresos bajo y mediano se moderaron y alcanzaron una cifra estimada de $us 656.000 millones, según su última reseña sobre migración y desarrollo. Su participación en el total de remesas enviadas aumentó de un 58,8% en 2000 a un 76,5% en 2023, es decir, cerca de la mitad a más de tres cuartas de las remesas mundiales.
En los datos resalta la India como el país con mayor participación en las remesas mundiales enviadas, con un 18,2% del total, pero con una incidencia en el PIB de 3,3%, mientras que el malo de la película, México, participa con el 10% del total de remesas y una incidencia del 3,7% en el PIB.
El problema está en los países donde las remesas recibidas tienen alta incidencia en el PIB. Si el anti-inmigrantismo de EEUU se traslada a los países de Centroamérica y el Caribe, tendría graves consecuencias económicas como los casos de Honduras (25,7%), El Salvador (24,1%), Haití (19,7%) y Guatemala (19,6%), que están dentro de los 15 principales países del mundo recipientes de remesas con alta incidencia en el PIB, puesto que la expulsión de inmigrantes no legales y la actitud hacia los inmigrantes documentados pueden incidir en la reducción de los montos de remisión de parte de sus ingresos a sus países.
Los flujos de entrada de divisas procedentes de las remesas para la región tienen tanta importancia que si los comparamos con los flujos de entrada de inversión directa extranjera (FDI por sus siglas en inglés), se encuentra que lograron superarlos en 2020 y 2021, igualarlos en 2023 y posiblemente de nuevo aventajarlos en 2024.
Los flujos de entradas por remesas desde el exterior, si se comparan con los flujos provenientes de la asistencia oficial para el desarrollo (ODA por sus siglas en inglés), muestran un comportamiento muy diferenciado no solo en niveles, con una proporción 16 a 1, sino por su tendencia creciente, mientras que los flujos de asistencia oficial son poco significativos y con un comportamiento estancado.
Así, tan importantes son los flujos de remesas que los flujos de inversión directa extranjera y mucho más que la pregonada ODA sería mejor el libre movimiento internacional de trabajadores, bandera que los anarcocapitalistas no la enarbolarían, y en lugar de guerras, más apoyo oficial para los inmigrantes.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista
Las frases de Trump volvieron a hacer historia durante el cierre de la Convención Nacional Republicana al aceptar oficialmente su candidatura a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre de 2024: «Tenemos que detener la invasión en nuestro país que está matando a cientos de miles de personas al año». Esta odiosa frase recuerda a la pronunciada en 2016, cuando dijo que EEUU estaba siendo «inundado de criminales» que accedían por la frontera con México entre la inmigración indocumentada y se comprometió a construir un muro de 2.000 km de largo entre EEUU y México, aunque solo logró levantar una muralla de 600 km. Por eso, ahora Trump en la convención prometió cerrar la frontera con México «desde el primer día» y amenazó: «Y terminaré el muro, que en gran parte ya he construido» (BBC News mundo).
Estas frases lapidarias de Trump sobre “invasión” y el “muro” en los tiempos actuales de creciente xenofobia o denegación de la igualdad de derechos en razón del origen geográfico de una persona, son muy preocupantes puesto que se ha agudizado el problema de la migración no solo en EEUU sino a nivel mundial, al abarcar a Europa, África, Asia, Oceanía y América Latina y el Caribe. Sin embargo, según los datos de la Oficina Internacional de Migración (OIM), entre sus reportes de 2000 y 2024, la cifra de migrantes casi se duplicó, al subir de 150 millones en 2000 a 281 millones en 2020 y representar un incremento de su participación en la población mundial de 2,8% a 3,6%.
La imagen que tenía del problema, según los medios de comunicación, era diferente, creía que era de mayor magnitud sobre todo cuando uno ve los problemas de los migrantes en la frontera de EEUU, en el mediterráneo o en el norte de Chile. No obstante, habría que hacer varias salvedades sobre la magnitud del problema.
Países de origen y destino. Las frases de Trump pueden incendiar la pradera a nivel mundial porque es una realidad el problema de la migración y su falta de tratamiento armonizado a nivel de países, regiones y el mundo. Las últimas estimaciones de la OIT (2024) sobre la brecha de empleo muestran que 402 millones de personas están sin trabajo, pero quieren trabajar en 2024. Esto incluye a los 183 millones que se contabilizan como desempleados. El número de trabajadores con empleo informal ha crecido de aproximadamente 1.700 millones en 2005 a 2.000 millones en 2024. Es decir, existe una enorme base potencial para migrar.
Los datos del Informe sobre migraciones en el mundo 2022, de la OIM, indican que EEUU es el principal país receptor, medido en valores absolutos del número de inmigrantes, estimados en 43,4 millones, sin embargo, en términos relativos, en proporción a su población, los inmigrantes representan el 13,1%, y ocupa el décimo lugar entre los principales países de destino de los inmigrantes. Sin embargo, el problema no es de ahora, puesto que en 1995 también ocupaba el primer lugar de destino de los inmigrantes con 24,6 millones, que representaban el 9,3% de su población.
Por país de origen de los migrantes, la sorpresa para mí es India, que ocupa el primer lugar con 17,8 millones, le sigue México con 11,1 millones. La diferencia es que, en el caso de India, los emigrantes representan solo el 1,3% de su población, mientras que en México es un 7,9%. Un país que llama la atención es Venezuela, que en una época fue un país receptor de inmigración no solo latinoamericana, y en especial de Chile en los años 70, y que ahora ocupa el décimo primer lugar con un total de 4,49 millones de emigrantes, equivalentes a un 13,6% de la población, aunque otras fuentes suben a 7,1 millones, que representan un 20%. Este problema no se vio venir en la región, como muchos otros, y debía haber sido parte de una respuesta conjunta por lo menos de América del Sur en el marco de la tan proclamada integración verbal.
Es así que el tema candente está en el tapete no solo en EEUU, sino a nivel de la región y ojalá no se le siga al mensaje desorejado de Trump y de su programa de gobierno, formulado en noviembre de 2023, titulado Agenda47: No hay asistencia social para los extranjeros ilegales.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista
Recientemente, ha cobrado importancia en los países adelantados el preguntarse qué viene después del neoliberalismo. En mayo, la discusión sobre qué viene después del neoliberalismo se realizó en Berlín, donde un grupo de renombrados economistas se reunió con el imperativo de “debemos abordar urgentemente las causas profundas del resentimiento de la gente” y sacaron la Declaración de Berlín.
Según Rodrik et al (2024): “La cumbre ‘Recuperar al pueblo’ condujo a algo parecido a un nuevo entendimiento que puede reemplazar al ‘Consenso de Washington’ liberal de mercado, que durante cuatro décadas enfatizó la primacía del libre comercio y los flujos de capital, la desregulación, la privatización y otros lemas promercado”.
La Declaración de Berlín es un consenso “sobre los principios que deben guiar a los responsables de la formulación de políticas. Reconocer que los mercados por sí solos no detendrán el cambio climático ni conducirán a una distribución menos desigual de la riqueza es solo un paso hacia el diseño de estrategias óptimas que puedan abordar de manera efectiva los desafíos reales que enfrentamos”.
En lo que se refiere al rol del Estado, la Declaración de Berlín plantea: “establecer un nuevo equilibrio entre los mercados y la acción colectiva, evitando la austeridad contraproducente y apostando por un Estado innovador eficaz; reducir el poder de mercado en mercados altamente concentrados”. (Declaración de la Cumbre de Berlín de mayo de 2024-Foro para una Nueva Economía, newforum.org)
Sin embargo, Antara Haldar (2024) concluye que el Consenso sigue impidiendo el surgimiento de un nuevo paradigma de desarrollo, al señalar: “De hecho, el fantasma del Consenso de Washington sigue persiguiéndonos. Las negociaciones mundiales sobre el clima no podrían ser más importantes para el futuro del planeta y de la civilización humana. Sin embargo, cada vez que se plantea la cuestión de la financiación climática, los países en desarrollo son sometidos al mismo tipo de trato humillante que el Consenso de Washington prescribía en su día”.
Este trato humillante se expresa en los programas de ajuste estructural del FMI que, bajo la excusa de dificultades de balanza de pagos de los países en desarrollo, viene aplicando desde los años 50 en la región de América Latina y el Caribe el modelo formalizado por JJ. Polak (1957), que influyó en la actual Programación Financiera del FMI. Así: “De este modelo se deduce que existe una relación formal entre las variaciones del componente interno de la oferta monetaria (crédito interno) y las de las reservas internacionales, que puede utilizarse luego para la formulación de políticas económicas. Concretamente, el modelo de Polak permite obtener un valor sobre el crédito interno que sea congruente con el saldo adecuado de la balanza de pagos. Este es precisamente el marco utilizado para los programas respaldados por el FMI. Establecemos una meta para la balanza de pagos (o las reservas internacionales) y obtenemos el nivel adecuado de crédito interno, el cual nos indica los ‘límites de crédito’ habituales en dichos programas”. (Finanzas y Desarrollo, junio de 2008, imf.org)
La variable crédito interno se convirtió en la variable explicativa de la pérdida de reservas, pero en realidad la variable de fondo y del Fondo era y (es) el crédito interno del Banco Central al sector público, que se expandía debido al creciente déficit fiscal. Por lo tanto, más que un enfoque monetario era y es en la práctica un enfoque fiscal de la balanza de pagos. De ahí viene la receta del FMI para más de 180 países: en caso de pérdida de reservas internacionales, déficit fiscal cero, ya sea déficit primario sin incluir intereses de la deuda o déficit global. El programa con Argentina es clarísimo: metas de reservas internacionales y metas de déficit fiscal (primario o global).
Si la receta es la misma y universal, entonces por qué no aplicar la Inteligencia Artificial en los programas del FMI de manera que se podría ahorrar planilla de sueldos de miles de funcionarios, viajes, oficinas en el exterior, misiones, seminarios, informes por países y otros gastos no necesarios si aplicara el criterio de austeridad que predica, para los países en desarrollo, pero que no practica en Washington.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista