Referéndum ante la incapacidad gubernamental
En su discurso por los 199 años de Bolivia, el pasado 6 de agosto, el presidente Luis Arce Catacora sugirió que el país decida en un referéndum tres temas, que para él son “prioritarios” y que están relacionados con la reelección presidencial, la subvención de combustibles y la distribución de escaños legislativos. El miércoles planteó cuatro preguntas para la polémica consulta. Su llamado deja mucha tela por cortar, especialmente sobre la consulta que tiene que ver con la «reelección continua o discontinua del Presidente y Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia».
Ante la crisis de la economía que ya golpea a millones de bolivianos, la falta de dólares, la escasez de carburantes, el aumento de los precios de la canasta familiar (regidos por un incipiente mercado paralelo del dólar), las constantes advertencias sobre el costo de los pasajes del transporte público y del pan de batalla, el Presidente salió con su propuesta fuera de foco.
Qué lejos ha quedado aquella persona que, con conocimientos profesionales de economía, supo dirigir durante más una década la economía nacional llevándola a ser tema de análisis y de admiración por gobiernos amigos y enemigos del Estado Plurinacional. Hoy por hoy, Arce, fungido como presidente boliviano por el voto de millones de personas de la Bolivia profunda, hace un pedido netamente electoral, de ambición personal y de angurria de poder.
Con su pedido de referéndum, el mandatario denota una profunda fragilidad gubernamental, busca liberarse de la responsabilidad de tomar decisiones como jefe del Estado y traslada la consulta a la población para que sea ésta la que vaya a definir o solucionar problemas que le queman las manos.
La propuesta de llevar a referéndum la distribución de escaños ya está determinado en la Constitución Política del Estado. Para eso se realizó el Censo de Población y Vivienda y sus resultados son sagrados, y por lo tanto el presidente tiene que aceptarlos y no necesita ningún referéndum para cumplir con la Constitución.
Con relación a la subvención de los hidrocarburos, la propuesta no es válida porque es una decisión netamente gerencial y técnica de parte del Estado, que a través de sus técnicos en hidrocarburos debe encontrar medidas que vayan a solucionar este problema. Es cierto que el país pierde millones de dólares por la subvención, pero hay mecanismos para hallar una solución de fondo a esta problemática. En este punto, es ridículo preguntar a la población si está de acuerdo en que se le incremente el precio de los combustibles de acuerdo a los precios internacionales del barril de crudo de petróleo. Obviamente que ningún ciudadano estará de acuerdo en pagar precios más altos por la gasolina o el diésel.
Respecto a la propuesta de la reelección presidencial, Arce demuestra el temor que tiene ante una eventual participación del expresidente Evo Morales en la contienda electoral de 2025. Hasta el momento, el gobierno de Arce ha puesto en marcha un macabro mecanismo como el prebendalismo, la represión, la persecución y las amenazas a los principales dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) para inhabilitar a Morales de cualquier elección.
Antes de la propuesta presidencial de referéndum, el jefe del MAS había planteado realizar elecciones primarias, abiertas o cerradas, dentro el partido político más grande de Bolivia para elegir a los candidatos que vayan a participar de la carrera electoral de 2025, pero el Presidente no aceptó y por medio de sus operadores políticos inventó un ardid indicando que no corresponde.
El Gobierno y el mismísimo Arce saben y son conscientes de que no tienen respaldo de parte de la militancia y de la ciudadanía por el mal manejo económico, político y social que llevan a cabo. Para muestra un botón: ante cualquier convocatoria gubernamental los que acuden a las concentraciones son en su mayoría empleados públicos y gubernamentales de los cuatro puntos cardinales del país que van a “apoyar al Gobierno”, caso contrario son amenazados con perder sus fuentes de trabajo. Esta práctica fue implantada desde la siniestra vicepresidencia encabezada por David Choquehuanca que, por medio de prebendas y pagos, ha logrado comprar la consciencia de trabajadores y de algunos movimientos sociales, especialmente en el altiplano boliviano.
Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional