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Thursday 27 Mar 2025 | Actualizado a 12:34 PM

Fun Club

El cepo cambiario es el término coloquial que se usa en la Argentina para referirse a las restricciones a la compra de dólares

Jaime Jordán Costantini

/ 27 de agosto de 2024 / 10:21

El anglicismo Fan Club significa el seguimiento fanático a determinadas estrellas del rock u otros géneros musicales; por tanto, es un medio para divertirse y pasarla bien.

Este anglicismo se puede aplicar a los problemas cotidianos de la vida social y política. En efecto, existe un Fun Club boliviano que tiene por estrella a Milei. Su ritmo favorito es la defensa de políticas conservadoras para reducir el papel del Estado en la economía. Postula abiertamente que ni la educación, ni la salud son derechos ciudadanos; por tanto, no deberían destinarse recursos públicos para este propósito, y que la solución de los males económicos está en cerrar las empresas públicas y despedir a 200.000 empleados.

Lea: La recuperación del ideario liberal

Lo más notable de este Fun Club y muchos de sus congéneres es su habilidad de difundir fake news por prensa y redes para generar incertidumbre en la población. El ejemplo más reciente fue hacer creer que el Gobierno boliviano establecería un sistema de control de cambios, falacia que se fue expandiendo y llegó a los oídos de los líderes empresariales, quienes manifestaron que no aceptarían este sistema.

En las reuniones entre el Gobierno y los empresarios ninguna autoridad tocó este tema, lo que obligó a sus representantes a pedir disculpas a las autoridades por este falso rumor que llevó a algunos a rechazar algo inexistente. El propósito de esta fake news fue obvio: hacer fracasar estrepitosamente el encuentro Gobierno/empresarios, lo cual no sucedió.

Sin embargo, las fuerzas conservadoras del país que tanto ensalzan las medidas de Milei dejan ver su falta de conocimiento de lo que acontece en Argentina; para ellos, seguir una corriente ideológica es entretenimiento, más que un método para plantear políticas públicas.

El Fun Club boliviano cree estar escuchando correctamente el ritmo de su súper estrella Milei; sin embargo, como veremos a continuación, en Argentina cantan una sinfonía diferente. El gobierno “libertario” argentino aplica una política cambiaria que se fundamenta en el control de cambios, con un sistema de cambios múltiples. El cambio oficial está sujeto a un conjunto de limitaciones a la compra de moneda extranjera, a las personas y empresas en el Mercado Único y Libre de Cambios. Eso incluye límites a las transferencias al extranjero y restricciones en el acceso de operaciones de cambio.

El cepo cambiario es el término coloquial que se usa en la Argentina para referirse a las restricciones a la compra de dólares. Esa tasa de cambio “ilegal” y denominada dólar blue es nada más que el valor del dólar en pesos argentinos definido de forma extraoficial, lo cual no es fiscalizado por el Banco Central de Argentina.

En este orden económico que pretende dar “libertad a los argentinos”, a los ciudadanos se les permite tener solamente $us 200 al mes, previo cumplimiento de un sinnúmero de condiciones y papeleos.

Lo más sorpresivo es que Milei en un discurso a los empresarios afirmó que con el cepo cambiario se puede crecer económicamente y seguirá vigente en ese país. Este ídolo de los libertarios bolivianos tiene a la economía argentina con reservas internacionales negativas por $us 6.000 millones y sostiene que esto no es un problema (¿?), ya que en 2025 pretende refinanciar cerca de $us 9.000 millones. Esta es la forma en que los libertarios argentinos continúan deteriorando la situación económica del vecino país.

¿Y qué pasa con el Fun Club boliviano? Muy entretenidos haciendo declaraciones doctas en la prensa y en las redes sobre los principios del libertarismo y el mercado de cambio. Claro, las explicaciones son a nivel de kindergarten, es solo diversión, mientras su estrella está cantado a un ritmo diferente. ¡Caramba, parecen deficiencias auditivas graves las del Fun Club boliviano!

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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¿La dolarización resuelve nuestros problemas?

/ 6 de marzo de 2025 / 06:07

Economistas de la corriente liberal de extrema derecha de nuestro país son fanáticos partidarios de la dolarización. El paso siguiente es hablarle al oído a muchos políticos bolivianos involucrados en la próxima campaña electoral, para que ese tema sea incorporado en las ofertas electorales. La propuesta es desempolvar el 21060, añadirle la dolarización y así resolver todos los males que agobian a nuestros ciudadanos. Como respaldo se presenta el caso de la economía panameña, que está dolarizada y registra una inflación del 1% anual, hace bastante tiempo.

¿Cuán solidos son los argumentos de los proponentes de la dolarización?

Este tema ha sido ampliamente investigado por economistas de prestigio internacional. Uno de ellos es Sebastián Edwards, profesor de la Universidad de California (ver http://www.nber.org/paper). Su trabajo considera a todos los países en desarrollo que optaron por la dolarización, en un periodo largo, y se compara su desempeño económico con aquellos países que no dolarizaron. Las conclusiones de la investigación son las siguientes:

Primera, los países que han dolarizado tienen mayor estabilidad de precios. Se establece que la tasa de inflación es entre 1 y 4 puntos porcentuales, menor a aquellos que no han dolarizado Segunda, los países dolarizados tienen claramente un crecimiento del producto inferior a aquellos que no fueron dolarizados. Una de las explicaciones es la volatilidad de la actividad económica en los países dolarizados, los costos de los ajustes son mayores por falta de instrumentos de política económica por efecto de la dolarización.

Tercero, los efectos que tienen los choques externos, como caída de los precios de exportación, altas tasas de interés mundial o ciclos adversos de los negocios internacionales, afectan por igual a los países dolarizados y no dolarizados.

Panamá, hermoso país, no es en ningún caso de prosperidad económica. Es una nación soberana que debe gran parte de su renta a los ingresos por los servicios del canal y el turismo. Su área extra territorial bancaria está en declive. No se debe olvidar que fue un país creado por EE.UU., en base a un área geográfica que pertenecía a Colombia. Su moneda nacional, el Balboa, es ficticia, ya que ha estado vinculada al dólar desde la fundación de Panamá, en 1903.

La trayectoria del caso de la dolarización argentina es cada vez más incierta. Desde 2024, utiliza la tasa de cambio para bajar la inflación, lo que ha desencadenado en una destrucción de la actividad industrial. En el año del gobierno de Milei, la industria se ha reducido en 20%, con relación a 2023. La dolarización depende de que Argentina pueda obtener una suma considerable de dólares para sostenerla. 

El pensamiento del liberalismo económico boliviano es poco original y carente de creatividad. Parecería innecesario hacer una revisión de la literatura económica en la materia. Basta seguir los intentos de dolarizar en Argentina, se trata de combinar temas no apropiados.

Los liberales autóctonos utilizan el 21060 como respuesta a cualquier coyuntura. Consideran que la situación económica de 1985 es similar a la actual, lo cual es evidentemente falso. Una inflación de 25.000%, en 1985, no es similar a una inflación de 10%, en 2024, y —por tanto—requieren políticas diferentes.

La dolarización es su mímica favorita del caso argentino, sostienen que no hay dinero o “no hay guita “. Otro plagio del caso argentino es la necesidad de un tratamiento de choque y en ningún caso un ajuste gradual. ¿Cuál es el fundamento? La doctoral respuesta de nuestros liberales es: “esto llevó a un fracaso al gobierno de Macri”. Sostienen que para solucionar los problemas hay que conducir a la economía boliviana a una súper recesión, creando desempleo y destruyendo capital.

Realmente el liberalismo boliviano es provinciano, muy primario y basado en un seguimiento casi bíblico del intento de dolarización de Argentina. Desde luego el más preciado trofeo para estos economistas es llamarse “el Milei boliviano”.

Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario.

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La guerra comercial de Trump

La economía mundial atravesará por un período de incertidumbre en el marco de la desglobalización

Jaime Jordán Costantini

/ 16 de febrero de 2025 / 06:02

El artículo de opinión del Wall Street Journal titulado “La guerra comercial más estúpida de la historia” tuvo gran repercusión en el mundo de los negocios. La elevación de los aranceles a China fue de 10% a 15%, en tanto que a México y Canadá fue de 25%, recordándonos el conocido dicho estadounidense “es más peligroso ser aliado de EEUU que su adversario”.       

Vea: Estabilidad de precios y desarrollo económico

El incremento de tarifas arancelarias y los procesos de desglobalización están asociados a menores tasas de crecimiento económico. En un artículo anterior (La Razón 07/01/2025) detallé la evidencia empírica para el caso de los cinco países capitalistas más industrializados (EEUU, Alemania, Francia, Inglaterra y Japón), que entre 1870 y 1914, durante la primera era de globalización, su actividad económica creció en 1,73% anual.

Durante 1914-1939, el mundo experimentó una deglobalización producto de la Primera Guerra Mundial, la crisis de 1929, la destrucción del sistema de pagos internacionales basado en el patrón oro y la Segunda Guerra Mundial, los países mencionados crecieron apenas 1,2%. Después de la Segunda Guerra Mundial se construyó un nuevo orden mundial: la re-globalización y las mismas naciones crecieron a un ritmo de 2,4% del PIB por persona al año.

Obviamente, un mejor desempeño económico de los países industrializados se traduce en un incremento de los precios de las materias primas, que beneficia a los países en desarrollo que las exportan. En 1929, la caída de los precios del estaño produjo una crisis de desempleo en Bolivia, que amenazó la estabilidad política del gobierno del presidente Hernando Siles.

Por lo expuesto, la comunidad de economistas estadounidenses ve las políticas arancelarias de Trump como amenazas al crecimiento económico mundial. Las tasas de interés y la inflación están en niveles poco confortables para EE.UU. Mayores aranceles elevarán los precios, lo que mantendrá las tasas de interés en sus actuales niveles.  Adicionalmente, la deportación de migrantes ilegales puede generar desequilibrios en el mercado de trabajo, aumentando los salarios y afectando la inflación y las tasas de interés.

Un fenómeno de impacto político es el encarecimiento del crédito inmobiliario, que dificulta a las parejas jóvenes acceder a su primera casa, teniendo en cuenta que las nuevas generaciones de la clase media tienen un panorama menos favorable en términos de calidad de vida.

Los golpes resonantes en la mesa de Trump, de los aranceles de 25% para México y Canadá, son para negociar desde una mejor posición. La postura de postergar la aplicación de estas medidas por un mes prevé dejar pendiente una amenaza para cualquier desviación en temas críticos para EE.UU. Por ejemplo, si Canadá pretende vender petróleo pesado a China o si México decide entrar en los BRICS.

La reacción de China fue sofisticada: aumentó aranceles entre 10% y 15%, estableció un control de exportaciones de tierras raras y anunció una investigación anti trust contra Google, Nvidia e Intel, golpeando al corazón de las empresas tecnológicas.

Pero el factor clave en este análisis son las condiciones de China para enfrentar esta guerra comercial: en 2024 obtuvo el superávit comercial más alto de su historia, equivalente a un trillón de dólares americanos (o un millón de millones), cifra que no considera las exportaciones de las empresas chinas que operan en el extranjero (Malasia, Viet-Nam, India u otros países). Su estrategia comercial es invertir en países y desde allí exportar a EE.UU. Otra iniciativa son las obras de infraestructura para avanzar en la denominada ruta de la seda. A China no le sorprende la política arancelaria de Trump, su estrategia se basa en diversos mecanismos de respuesta y no se limita a los aranceles.

En conclusión, la economía mundial atravesará por un período de incertidumbre en el marco de la desglobalización y puede predecirse una desaceleración del crecimiento mundial. Para países en desarrollo y endeudados como Bolivia, las conclusiones no son buenas: tendremos un dólar más fuerte y precios para las materias primas poco favorables, sumados a flujos de recursos de instituciones multilaterales (Banco Mundial, BID) menos importantes.

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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Estabilidad de precios y desarrollo económico

Jaime Jordán Costantini

/ 31 de enero de 2025 / 06:00

El inicio de la campaña electoral permitió que la ciudadanía se informe de las propuestas de política económica de los posibles candidatos para solucionar algunos de los problemas actuales. Un programa para lograr estabilidad y desarrollo económico debe abordar tres temas: evaluar las condiciones iniciales, el plazo para estabilizar los precios con las medidas propuestas y el tiempo que demorará a la economía recuperar su nivel de crecimiento anterior a las medidas. Son interrogantes complejas que en estas pocas líneas se tratarán, con base en la experiencia de dos programas de estabilización: El plan Eder (PE), aplicado en 1956, en el gobierno del presidente H. Siles, y el Decreto 21060, de 1985.

Las condiciones iniciales del PE fueron aplicadas para controlar una inflación de 150% al año registrada en 1956. Antes de su aplicación se tenía un sistema de múltiples tasas de cambio, una reducción de la producción agrícola por efecto de la reforma agraria y mal desempeño de Comibol. El país había agotado sus reservas internacionales y tenía pesadas deudas externas asumidas desde la Guerra del Chaco. Entre 1952 y 1956, el PIB cayó 4,2%.

El 21060 fue aplicado en condiciones iniciales severas. Desde 1978, a finales del gobierno de Banzer, el país enfrentó problemas de gran endeudamiento y caídas de las exportaciones. Entre 1978 y 1982, se sucedieron ocho gobiernos (dos civiles), que duraron seis meses en promedio. El primer gobierno electo en 1982 fue presidido por H. Siles, quien —en medio de presiones políticas y profunda crisis— acortó su mandato y convocó a elecciones para luego entregar el poder a Víctor Paz, en 1985, artífice de la Nueva Política Económica y del conocido 21060, aplicado para enfrentar la hiperinflación y el desorden económico. En este periodo, el PIB por persona se redujo —entre 1978 y 1985— en 19%, caída más alta en la historia de Bolivia.

En ambos programas se controló la inflación. Después de 1957, la inflación estuvo entre 12% y 13%. Los resultados del 21060 —en términos de inflación— fueron rápidos y permitieron estabilizar los precios. Las medidas aplicadas fueron similares: disminución de la liquidez con restricciones a la política monetaria y fiscal. Y la diferencia fue la política cambiaria: el PE optó por una tasa de cambio fija de 12.000 pesos por dólar por varios años. El 21060 optó por una tasa de cambio variable y deslizante, mediante un esquema de remate de dólares del Banco Central.

A la economía le tomó 16 años recuperar los niveles del PIB de 1952 con el PE. En el caso del 21060, la economía retomó el nivel del PIB por persona, de 1978, recién en 2004, después de 26 años, lo que derivó en una concentración severa de la renta, generando crisis política y polarización.

La información que presento enseña algo importante: la estabilidad de precios se logra rápidamente y es una condición necesaria para conducir al país al crecimiento. Pero si esta estabilidad se consigue con desempleo, destrucción de capital privado y restricciones graves de demanda, la recuperación económica puede ser lenta, generar mayor desigualdad y crear procesos de polarización política.

Actualmente, escuchamos enfoques radicales para evaluar la situación actual, comparándola con 1985, dando a entender que se requieren fuertes choques fiscales y monetarios. Doria Medina declaró que la inflación en Argentina es más baja que en Bolivia, afirmación alejada de la realidad. Saravia, líder del Partido Liberal, declaró que despedirá a 200.000 empleados públicos. Manfred está de acuerdo con solo 12 ministerios. ¿Cuál es el diagnóstico inicial que enfrentará el gobierno que asuma el poder en 2025, que establezca sólidamente y con cifras que actualmente la situación es peor que en 1985?

Aparentemente, estos posibles candidatos aplicarían medidas radicales en política monetaria y fiscal, cuyos efectos harían que la economía demore años o décadas en retomar su ritmo actual de crecimiento y distribución de la riqueza. Poca prudencia de algunos, con su abierto llamado a políticas económicas contraccionistas.

*Es doctor en Economía y docente universitario.

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Globalización y Trump

Jaime Jordán Costantini

/ 7 de enero de 2025 / 06:01

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, con su propio estilo ha lanzado amenazas de elevar aranceles de importación que apuntan directamente a México, Canadá, Unión Europea y China. Estas declaraciones aparentemente ponen fin al orden económico de la globalización. ¿Cuán creíbles son?

Entenderemos por globalización de la economía mundial cuando existe un intenso y libre flujo de bienes y servicios, capital y trabajo entre las diferentes naciones. Entre 1870 y 1913, los historiadores económicos consideraron la primera era global, etapa que se sustentaba en un crecimiento sin precedentes del comercio internacional en un sistema de pagos internacionales basados en el patrón oro.

Para evaluar sus efectos cuantitativos generamos un indicador de la actividad económica de los países industriales en base al PIB por persona de: Alemania, EEUU, Inglaterra, Francia y Japón. Entre 1890 a 1913, el indicador en esos países creció a una tasa de 1,73% al año, ritmo de crecimiento satisfactorio. 

En Bolivia, después del tratado de Paz con Chile en 1905 —en el periodo 1906-1913— el PIB creció en 2,45% al año, un excelente desempeño. Se generó una diversificación de las exportaciones en favor del estaño, frente a la decadencia de la plata. En lo político, después de la revolución federal de 1899, existieron cinco gobiernos liberales que emergieron después de elecciones y con estabilidad política de veinte años. 

Después de la primera guerra mundial, en 1919, hasta el inicio de la segunda guerra mundial, en 1939, se consideró un periodo de desglobalización. El patrón oro y el flujo de comercio exigían cooperación entre países, lo cual no podía sustentarse entre naciones beligerantes. En el periodo interbélico suceden acontecimientos dramáticos en el mundo occidental: la gran crisis de 1929, el surgimiento del fascismo y el advenimiento de la segunda guerra mundial. El comercio mundial se desploma y por muchos años hay un desempleo masivo. Los países industrializados que usamos como indicador crecieron apenas en 1,2%. En Bolivia, en esos años este mismo indicador creció en 1,1%, o sea, a una tasa ligeramente inferior a la de las grandes economías mundiales, pero muy inferior a la época de globalización.

Con el fin de la segunda guerra mundial se construye un nuevo orden mundial, que se conoce como reglobalización basado en los acuerdos de Bretton Woods y se desarman los aranceles y se sustituye el patrón oro por el del dólar. EEUU apoya la reconstrucción europea con el plan Marshall. Adicionalmente, es un periodo donde se construye un estado de bienestar social. Las naciones industrializadas, en base a la muestra que seleccionamos, crecieron en 2,4% del PIB por persona al año. Bolivia tiene un desempeño económico más pobre y creció apenas 1,1% al año.

De lo presentado surgen algunas conclusiones. La primera de ellas es que si las elites de poder mundial optan por economías más cerradas tendrán que pagar un precio y, por tanto, aceptar una tasa de crecimiento económico mundial menor; segundo, para una economía pequeña y muy expuesta a la competencia internacional y centrada en la exportación de materias primas, como la boliviana, el futuro no le deparara grandes oportunidades de crecimiento en un orden económico desglobalizado. 

Tendremos incertidumbres en la administración de Trump y sus declaraciones no aparecen como sólidamente creíbles. Jerome Powell, máximo líder del Banco de la Reserva Federal de EEUU, define las incertezas del momento como entrar en un cuarto oscuro lleno de muebles, donde hay que caminar con cuidado.

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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Los padres de la Patria Chapareña

/ 17 de diciembre de 2024 / 06:00

Corría el año 1986, en la Plaza Murillo, el presidente Víctor Paz despedía a una abigarrada multitud de trabajadores mineros relocalizados. Estaban sobre seis camiones contratados por el gobierno. Se dirigían a colonizar Yacuma, en el departamento del Beni. Poco tiempo después volvieron, porque descubrieron que el lugar no tenía ni siquiera una posta sanitaria.

No todos los procesos migratorios de los relocalizados fueron un fracaso. Algunos mineros se dirigieron a la zona del Chapare. Su conocimiento de esta área se derivó de competencias futbolísticas realizadas en el Chapare, con antiguos mineros avecindados antes de la relocalización.

El vocablo Patria tiene un uso apropiado en las presentes líneas. De acuerdo al Diccionario de la lengua española patria es: Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.

Los habitantes de la Patria Chapareña (en adelante PCH) son indígenas y mestizos dominantemente quechuas. En la PCH lograron sobrevivir después de quedarse sin trabajo. Se estructuró un sistema económico que contemplaba las reglas para el funcionamiento de las redes de producción de hoja de coca y, posteriormente, otros productos como pasta base y droga refinada. Se establecieron los mecanismos financieros para sustentar este esquema. Y —lo más importante— los directivos de la PCH se relacionaron con los poderes políticos del país, para permitir la comercialización nacional e internacional de su producción.

Era de conocimiento público la relación de connivencia entre el poder político en Bolivia y la PCH en gran parte de la era liberal de 1985-2005.  Como en esos años no existía gran generación de dólares, estas exportaciones de la PCH eran bienvenidas. De esta realidad tenía clara conciencia el mundo empresarial y no pocos emprendedores se beneficiaron y participaron en proyectos financiados por dólares originados en la PCH.

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El padre fundador de la PCH fue sin duda la NPE y el DS 21060, no por las medidas de estabilización de precios, sino por la ausencia de políticas para solucionar la masiva relocalización de trabajadores mineros. Una paternidad que también aceptó una producción perniciosa y un ambiente poco ético. La PCH no sólo se alimentó de mineros relocalizados, también migraron al Chapare agricultores de los valles de Cochabamba. La apertura económica favoreció las importaciones alimenticias que afectaron a los productores del Valle.

Llegó un momento en que EEUU presionó al Estado boliviano para cambiar las tendencias expansivas de la PCH. Las élites inventaron programas de sustitución de cultivos, sin resultados significativos.

En este nuevo contexto, las élites conservadoras de Bolivia —tal cual vírgenes vestales— rasgan sus vestiduras y comienzan a adorar el fuego eterno de la lucha contra la droga, la corrupción y otros males. Este tipo de actitudes muestra la hipocresía de las clases dominantes bolivianas y su total falta de valores más por su amoralidad que por su inmoralidad.

Este comportamiento debe ser puesto en el primer orden del día en el debate que surgirá en la campaña electoral que se aproxima, en 2025. Están apareciendo programas económicos de la derecha que prometen ajustes económicos con alto desempleo, un gran nivel de endeudamiento con el FMI y una destrucción de las conquistas populares alcanzadas desde 2005 en adelante.

Hay muchas interrogantes a las propuestas de la derecha, pero hay una en particular que quiero destacar: ¿cómo los ajustes se lograrán sin expandir la PCH?  mejor todavía: ¿se crearán más PCH en otras regiones; por ejemplo PCH1, PCH2… PCHN para combatir el alto desempleo? ¿Cuál sería la reacción de los poderes fácticos extranjeros frente a esta situación? Son interrogantes para el debate político y económico que se viene.

Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario.

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