La exposición presidencial
El Modelo también necesita ser sometido a un proceso de revisión, dejando de lado dogmas ideológicos
Peter Maldonado Bakovic
La línea de comunicación o la línea estratégica del gobierno recientemente sufrió una importante modificación, a la pelea por la aprobación de créditos en la Asamblea Legislativa, ahora le sumaron echarle culpas a Evo Morales de todos los problemas actuales. Fue el mismísimo presidente que empezó a sostener en diferentes espacios que la nacionalización fue descuidada en la gestión de Morales, que se dedicaron a explotar gas y se descuidó la inversión en exploración y el descubrimiento de nuevos reservorios, con lo que llegamos a la actual situación de agotamiento de nuestras reservas de hidrocarburos, hecho que generó la escasez de dólares, el consiguiente encarecimiento de esta divisa y como efecto final la subida de precios de los productos de importación. El resultado: crisis económica.
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En una jugada arriesgada el gabinete presidencial tomó la decisión de exponer al presidente ante cámaras, pizarra de por medio, para que brinde una exposición económica al país. El presidente cuál docente universitario, empezó a explicar que la economía empezó a deteriorarse el año 2014 y que el gobierno de Morales hizo poco o nada para paliar la crisis que se veía venir. Al respecto un par de puntualizaciones. La primera es que Luis Arce fue ministro de Economía de Morales, por tanto, actor fundamental de esa larga gestión, hecho que invalida la estrategia de responsabilizar únicamente a Morales de la situación actual y la segunda es que se elige a un presidente para que enfrente los problemas heredados o nuevos, brinde soluciones y no que se limite a refugiarse en excusas y finalmente exponer al presidente a que dé un mensaje totalmente vacío, sin nada nuevo, lo único que logra es reforzar la idea de un presidente acorralado, sin respuestas y sin iniciativa.
En todo caso, la gente no es tonta, no come vidrio y por tanto no se traga ninguno de esos argumentos. La gente sabe que el actual Modelo se encuentra en declive y necesita ser revisado y ajustado. Así como sería de necios y de tontos no reconocer el aporte del Modelo, la contribución significativa al desarrollo y a la construcción del país o negar que dilatados sectores de la población lograron mejorar su calidad de vida transitando de vivir en condiciones de pobreza a formar parte de la clase media ascendente, o aquellas familias que dejaron de vivir en condiciones de extrema pobreza; también resultaría de idiotas no aceptar que el Modelo necesita adaptarse a los tiempos nuevos que vivimos, a la Bolivia que empieza a transitar un nuevo periodo y que, como es lógico, no es la misma Bolivia de 2006.
Como sucede con toda creación hecha por la mano del hombre, va sufriendo las consecuencias del paso del tiempo y corre el riesgo de quedarse obsoleta. En un mundo que se transforma, un mundo que cambia vertiginosamente, un mundo que producto de la pandemia del COVID vivió aceleradamente y de improvisto transformaciones que hasta tan solo unos años atrás parecían lejanos o impensables, el Modelo también necesita ser sometido a un proceso de revisión, dejando de lado dogmas ideológicos que pretenden profundizarlo aún más con medidas inviables como la descamisada idea de la retención de divisas. Profundizar, en la línea obsoleta del Modelo, lo único que va a generar es mayor desconfianza en la población, miedo y una mayor crisis económica que la que actualmente estamos viviendo.
Ahora bien, una revisión racional del Modelo, identificando sus fallas y excesos, no quiere decir retornar a los tiempos del neoliberalismo o del Gonismo, tiene que ser una revisión, para empezar, hecha por bolivianos pensando en bolivianos, evitando que el costo económico y social recaiga en la espalda de los más pobres.
(*) Peter Maldonado Bakovic es profesor universitario