Voces

Friday 4 Oct 2024 | Actualizado a 23:40 PM

La exposición presidencial

El Modelo también necesita ser sometido a un proceso de revisión, dejando de lado dogmas ideológicos

Peter Maldonado Bakovic

/ 12 de septiembre de 2024 / 08:54

La línea de comunicación o la línea estratégica del gobierno recientemente sufrió una importante modificación, a la pelea por la aprobación de créditos en la Asamblea Legislativa, ahora le sumaron echarle culpas a Evo Morales de todos los problemas actuales. Fue el mismísimo presidente que empezó a sostener en diferentes espacios que la nacionalización fue descuidada en la gestión de Morales, que se dedicaron a explotar gas y se descuidó la inversión en exploración y el descubrimiento de nuevos reservorios, con lo que llegamos a la actual situación de agotamiento de nuestras reservas de hidrocarburos, hecho que generó la escasez de dólares, el consiguiente encarecimiento de esta divisa y como efecto final la subida de precios de los productos de importación. El resultado: crisis económica.

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En una jugada arriesgada el gabinete presidencial tomó la decisión de exponer al presidente ante cámaras, pizarra de por medio, para que brinde una exposición económica al país. El presidente cuál docente universitario, empezó a explicar que la economía empezó a deteriorarse el año 2014 y que el gobierno de Morales hizo poco o nada para paliar la crisis que se veía venir. Al respecto un par de puntualizaciones. La primera es que Luis Arce fue ministro de Economía de Morales, por tanto, actor fundamental de esa larga gestión, hecho que invalida la estrategia de responsabilizar únicamente a Morales de la situación actual y la segunda es que se elige a un presidente para que enfrente los problemas heredados o nuevos, brinde soluciones y no que se limite a refugiarse en excusas y finalmente exponer al presidente a que dé un mensaje totalmente vacío, sin nada nuevo,  lo único que logra es reforzar la idea de un presidente acorralado, sin respuestas y sin iniciativa.

En todo caso, la gente no es tonta, no come vidrio y por tanto no se traga ninguno de esos argumentos. La gente sabe que el actual Modelo se encuentra en declive y necesita ser revisado y ajustado. Así como sería de necios y de tontos no reconocer el aporte del Modelo, la contribución significativa al desarrollo y a la construcción del país o negar que dilatados sectores de la población lograron mejorar su calidad de vida transitando de vivir en condiciones de pobreza a formar parte de la clase media ascendente, o aquellas familias que dejaron de vivir en condiciones de extrema pobreza;  también resultaría de idiotas no aceptar que el Modelo necesita adaptarse a los tiempos nuevos que vivimos, a la Bolivia que empieza a transitar un nuevo periodo y que, como es lógico, no es la misma Bolivia de 2006.

Como sucede con toda creación hecha por la mano del hombre, va sufriendo las consecuencias del paso del tiempo y corre el riesgo de quedarse obsoleta. En un mundo que se transforma, un mundo que cambia vertiginosamente, un mundo que producto de la pandemia del COVID vivió aceleradamente y de improvisto transformaciones que hasta tan solo unos años atrás parecían lejanos o impensables, el Modelo también necesita ser sometido a un proceso de revisión, dejando de lado dogmas ideológicos que pretenden profundizarlo aún más con medidas inviables como la descamisada idea de la retención de divisas. Profundizar, en la línea obsoleta del Modelo, lo único que va a generar es mayor desconfianza en la población, miedo y una mayor crisis económica que la que actualmente estamos viviendo.

Ahora bien, una revisión racional del Modelo, identificando sus fallas y excesos, no quiere decir retornar a los tiempos del neoliberalismo o del Gonismo, tiene que ser una revisión, para empezar, hecha por bolivianos pensando en bolivianos, evitando que el costo económico y social recaiga en la espalda de los más pobres.

(*) Peter Maldonado Bakovic es profesor universitario

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El Alto

/ 10 de marzo de 2024 / 00:33

A modo de homenaje a la ciudad de El Alto y sus habitantes. El Alto acaba de cumplir 39 años de vida, y en este corto periodo de tiempo fueron varias las veces que le tocó resguardar la patria. Resulta asombroso el rol histórico que el destino le marcó desempeñar. Sin lugar a dudas su posición geográfica de conexión al Pacífico y la proximidad con la sede de gobierno le confieren una posición estratégica privilegiada. Pero esa posición estratégica carecería de valor si el pueblo alteño no sentiría a la patria como la siente.

Las movilizaciones que protagonizó la ciudad de El Alto se sumaron a las grandes movilizaciones sociales que registra nuestra historia y pasaría a convertirse en un actor determinante de las conquistas políticas y sociales del movimiento popular. Las jornadas históricas de abril de 1952 que abrieron las puertas de la Revolución Nacional, las movilizaciones de fines de la década del 70 y principios de los 80 que dieron paso a la conquista de la democracia, se verán acompañadas de la “guerra del gas” que se libró en El Alto y acabó con el ciclo neoliberal, y posteriormente las movilizaciones de resistencia al gobierno de Áñez, que desembocaron en la masacre de Senkata. En ambos momentos, determinantes para la patria, El Alto se constituyó en guardián y defensor de los intereses nacionales, para ello ofrendó la vida de cientos de sus habitantes.

Este sacrificio de sangre y vidas alteñas fue silencioso y olvidado, porque luego vendrían diferentes gobiernos que no supieron reconocer el sacrificio y el aporte de esta ciudad. El Alto pone los muertos y luego sobreviene el olvido. Un par de ministerios como reconocimiento simbólico fue todo.

En estos 39 años de vida, El Alto pasó a ubicarse, junto a Santa Cruz, en una de las ciudades más importantes y en uno de los polos económicos de desarrollo de mayor pujanza del país. Pero, a diferencia de Santa Cruz cuyo desarrollo fue planificado y financiado desde el Estado y la Comibol, El Alto se construyó a sí mismo, con la pujanza de su gente y sin ayuda de ningún gobierno, ni de planes de desarrollo. La pujanza de su gente, expresada en miles de comerciantes, transportistas, constructores, hicieron de El Alto no solamente una ciudad combativa, también una que crece y se desarrolla. La deuda por parte del país y de los diferentes gobiernos todavía se encuentra sin ser saldada, porque no obstante su crecimiento económico, El Alto es una de las ciudades con mayores niveles de pobreza y, por supuesto, todo lo que conlleva la pobreza.

Es así que El Alto se convirtió por inercia de la historia en el contrapeso a los afanes divisionistas y excluyentes del comiteísmo cruceño y los sectores de derecha, que desprecian al boliviano y miran despectivamente lo popular desde una óptica de superioridad acomplejada.

Esta pujanza y desarrollo espontáneo es un desafío para sus actuales autoridades, en el sentido de brindarle un horizonte y un acompañamiento desde lo público para potenciar sus fortalezas, disminuir la igualdad social y brindar lo mínimo que se espera del Estado: futuro para los niños, condiciones de trabajo para la gente y solidaridad con los ancianos.

Peter Maldonado Bakovic es profesor universitario.

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El punto de quiebre de Evo

/ 3 de diciembre de 2023 / 00:28

Evo tuvo su punto de quiebre y fue en 2016, cuando decidió no reconocer los resultados del referéndum. Hasta ese momento el MAS había implantado un modelo democrático plebiscitario y plebeyo, esto quiere decir que las decisiones las tomaba arropado por el pueblo. Posteriormente, Evo, el caudillo, decidió desoír la voluntad de las masas y recurrió a una institución del Estado (el Tribunal Constitucional) en contra del voto del pueblo, como plantea Fernando Molina (2023): «el MAS recurrió al poder de las instituciones en contra de las expresiones de las masas». A partir de esta decisión, Evo cambiaría bruscamente el curso de su historia.

En ese momento, ese MAS deja de ser un partido de los movimientos sociales para constituirse en un partido de izquierda tradicional de cuadros y lo mismo podríamos decir de su último gobierno: dejó de ser un gobierno de los movimientos sociales para constituirse en un gobierno administrado por la burocracia partidaria masista, con la participación de algunos dirigentes de los movimientos sociales. Esta situación puede ser corroborada por el abandono que sufrió el MAS en las elecciones judiciales y con mayor gravedad aún, en la orfandad en que quedó el gobierno en las movilizaciones de octubre y noviembre de 2019. El movimiento popular, expresado en la CSUTCB, Bartolinas y la Confederación de Interculturales vio de palco, sin participar y menos intentar algún tipo de defensa en las calles, la caída de Evo del poder. Los movimientos sociales se alejaron de Evo y de la burocracia masista de ese entonces.

Nunca antes, hasta ese momento, Evo había tenido la necesidad de recurrir a una chicana jurídica en contra de las manifestaciones populares. Entender ese momento histórico y esa actitud política de Morales es de vital importancia para comprender los sucesos políticos posteriores.

Por eso que es incorrecto pensar que las manifestaciones populares al grito de «ahora sí, guerra civil» se constituyeron en una defensa de Evo, tras la huida de éste. En las movilizaciones en la ciudad de El Alto no se vieron ni banderas del MAS, ni pancartas reclamando por la permanencia de Evo en la presidencia. Esas manifestaciones, abanderadas de la wiphala, se conformaron en defensa precisamente de la wiphala, después de los ultrajes que diferentes miembros de la Policía realizaron en el transcurso de su amotinamiento.

Para el mundo indígena, la wiphala es un símbolo de su lucha y de la conquista de sus derechos. Un agravio a la wiphala era un agravio a lo indígena y, por ende, un intento de proscripción del Estado plurinacional, un retroceder a los tiempos del neoliberalismo donde los indios eran considerados ciudadanos de segunda y excluidos del manejo del Estado (esa suposición luego sería confirmada por el gobierno de Añez y su intención reiterada de negar el Estado plurinacional). No es necesario indicar que este extremo iba a ser impedido, aún con la entrega de sangre y sacrificio de muchas vidas. Las masacres de Sacaba y Senkata se constituyen en un trágico testimonio.

Otro dato más que corrobora la soledad que iba a vivir Evo es la noche del 20 de octubre de 2019, tras conocerse el resultado preliminar de las elecciones, la plaza Murillo que había sido preparada para recibir a oleadas de militantes y simpatizantes del MAS, quedó desierta. Leídos los resultados, no hubo fiesta, los pocos que llegaron apenas pudieron hacer un corro de gente alrededor de Evo, que se dirigía a los medios de comunicación en el recibidor del Palacio Quemado.

En la actualidad, Evo sigue su camino sobre los mismos pasos, repitiendo los mismos errores de 2016 en adelante: refugiarse en instrumentos jurídicos y alejándose de los intereses del movimiento popular. Intenta manipular, junto con la dirigencia adicta a él, para forzar la realización del congreso de Lauca Ñ, haciéndose nombrar candidato único a la presidencia por el MAS y así evitar las elecciones primarias y terciar con otro candidato masista.

Es imposible reconocer que Evo fue, en su momento, el gran aglutinador y organizador del movimiento popular, pero Evo Morales no era el pueblo mismo como Alvaro García sostenía (eso lo decía solamente para granjearse una mayor cercanía a Evo) y no es (en realidad, no lo es nadie) el líder insustituible e imprescindible..

Peter Maldonado Bakovic es profesor universitario.

 

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¿Evo o Lucho, quién gana?

Lucho Arce es quien más poder concentra a la fecha y por eso va a ganar la pulseta que sostiene con Evo

Peter Maldonado Bakovic

/ 5 de octubre de 2023 / 09:52

Gana Lucho, te lo explico. Cuando hablamos de política es importante distinguir entre ciencia política y el estudio del ejercicio de la política, mientras que la primera pertenece al ámbito de las ciencias sociales, el segundo viene a ser parte de las ciencias exactas. La ciencia política es ciencia social en tanto se dedica al estudio de los grupos sociales, de las sociedades, del comportamiento político del ser humano, de los sistemas políticos, de la teoría política; por eso, es frecuente que para su estudio y aplicación se apoye en otras ciencias sociales como la sociología, la etnografía o la antropología. En cambio, el ejercicio de la política es una ciencia exacta donde la máxima que prevalece es la siguiente: “gana quien más poder tiene”. Punto.

Es por eso que en la pelea que se ha desatado entre Evo y Lucho Arce por ocupar la candidatura del MAS, Luis Arce saldrá victorioso porque hoy tiene más poder que Evo, tan simple como eso.

Lea también: ¿Puede surgir un Milei en Bolivia?

Ya sea en las elecciones primarias del MAS, o en cualquier otro escenario, Arce saldrá victorioso. En la sumatoria de acumulación de poder, quien lleva la delantera es Lucho Arce. Veamos. Controla el Gobierno, parte de la Asamblea Legislativa, controla el Poder Judicial, y tiene fuerte incidencia sobre el Órgano Electoral, controla una parcialidad de la dirigencia del MAS, controla una parcialidad (aparentemente mayoritaria) de los movimientos sociales que conforman el Pacto de Unidad y los movimientos sociales de la ciudad de El Alto.

Por su parte, Evo controla su bancada, las seis federaciones del Trópico de Cochabamba, parcialidades en los movimientos sociales y en la dirigencia del MAS.

La parte sustantiva de esta acumulación de poder se concentra en el Poder Ejecutivo, fuente de recursos, planes e ideas, los movimientos sociales que conforman el Pacto de Unidad, grupos muy bien organizados con capacidad de movilización, en otras palabras “la calle” y el Órgano Judicial, que puede habilitar o inhabilitar candidaturas.

En el caso de alianzas y equipo de trabajo, a Lucho Arce se lo ve más fortalecido. La alianza con la alcaldesa de la ciudad de El Alto, uno de los núcleos políticos más importantes del país, es significativamente valorable. Asimismo, es importante mencionar las alianzas o relaciones cordiales con los alcaldes de Cochabamba y Santa Cruz.

En la otra vereda, a Evo se lo ve dando batalla acompañado de sus más consecuentes parlamentarios y algunos dirigentes de movimientos sociales; por el momento no se han visto alianzas o apoyos a su causa de autoridades o dirigentes regionales.

Hecho este repaso, podemos apreciar que Lucho Arce es quien más poder concentra a la fecha y por eso va a ganar la pulseta que sostiene con Evo.

Evo, conocedor de la máxima explicada líneas más arriba, sabe que va perdiendo y que solo le quedan dos opciones para intentar ganarle la batalla a Lucho Arce. La primera, bloquear a Arce en la Asamblea Legislativa y esperar/coadyuvar una crisis económica que genere un proceso de convulsión social que termine echando a Arce del poder. La segunda, haciendo uso del control que aún detenta en la directiva del MAS, apurarse en ser designado como el candidato oficial del MAS y evitar, a como dé lugar, llegar a elecciones primarias.

Ambos saben la importancia de la candidatura oficial del MAS, ya que el MAS en su condición de aglutinador del movimiento popular, viene con un elevado porcentaje de voto duro que cualquier otro candidato estaría dispuesto a vender su alma al diablo con tal de tenerlo. Es esta la razón por la que Arce descarta (o debería descartar) ser el candidato de otra fuerza política o de alguna alianza o frente electoral.

No obstante, tratándose de un político como Evo, curtido en mil batallas, no se lo puede dar por vencido. Bastará un resquicio o un punto de apoyo para que logre dar la vuelta el sentido de las cosas. Vale la pena revisionar Las horas más oscuras, dirigida por Joe Wright con un Gary Oldman excepcional interpretando a Winston Churchil, que consigue llevar a Inglaterra a la victoria frente a la Alemania nazi cuando tenía absolutamente todo en su contra.

(*) Peter Maldonado Bakovic es profesor universitario

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¿Puede surgir un Milei en Bolivia?

/ 26 de agosto de 2023 / 07:41

El histriónico Javier Milei empezó su carrera política como un analista con fuertísimos cuestionamientos al modelo y a los políticos, él les llama “la casta”. Entre gritos e insultos a quien se le ocurriese, se abrió paso primero en la mediática argentina y después en los oídos y en los odios de los corazones de algunos argentinos.

Miilei insultó al que quiso, no se salvó ni Francisco, ni Juan Román, no dejó piedra sobre piedra. Desde su tribuna de derecha extrema, anunció que permitirá el tráfico de armas, el comercio de niños, el tráfico de órganos, acabará con una gran parte de los ministerios y dinamitará (sic) el Banco Central, terminará con el peso argentino para dolarizar la economía, acabará con las subvenciones y los planes (aquí y en Europa les llamamos bonos, porque en Europa también hay bonos y en grandes cantidades), privatizará las empresas públicas, y si eso no fuera poco, piensa privatizar la salud y la educación. Es decir, quiere acabar con todo.

¿Qué está pasando en la sociedad argentina, para que ideas de ese extremismo demente y psicótico empiecen a echar raíces entre la gente?

La respuesta a esta pregunta también responderá el cuestionamiento del título de esta columna, puesto que fervorosos simpatizantes y fans de Milei surgieron también aquí en Bolivia, y con mucho entusiasmo esperan/desean la llegada de un mesías de derecha que irrumpa en el escenario político boliviano.

Un discurso y una personalidad como la de Milei solo pueden surgir en un Estado que ha fallado, en un Estado que ha dejado de dar respuestas a las demandas de la sociedad, en un Estado donde cuatro de cada 10 argentinos son pobres, un Estado que no puede regular precios, donde las grandes corporaciones fijan los precios pensando en sus ingresos y en el cual el Estado no puede hacer absolutamente nada, convirtiendo a la Argentina en un Estado incapaz de ejercer su soberanía.

Esa radiografía, claramente, no se asemeja en nada a nuestro país, las condiciones en Bolivia son diametralmente diferentes. Bolivia es un Estado que brinda soluciones a las demandas sociales, ha existido un importante proceso de ciudadanización de sectores históricamente excluidos, una reducción de la línea de la pobreza. Una economía que no obstante las dificultades (con sequía de dólares), se mantiene estable: no existe una inflación descontrolada, tampoco escasez de productos en los mercados. En el campo de los conflictos sociales, las demandas son sectoriales y no cuestionan el modelo o al Gobierno, basta observar que las marchas y protestas en los últimos meses son casi inexistentes.

En resumen, los fanáticos que profetizan la llegada de un Milei boliviano lo hacen desde un profundo desconocimiento de nuestro país y desde sus más íntimos y concupiscentes deseos de retornar al entreguismo neoliberal. Cuando dicen que las condiciones para la llegada de un outsider de extrema derecha están dadas, hablan desde sus deseos y no desde un análisis racional de la situación del país.

Las buenas noticias son que no hay opciones para la aparición de un Milei en nuestro país y que la derecha sigue sin entender al país.

Peter Maldonado Bakovic es profesor universitario.

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