Alberto Fujimori en Bolivia
El fallecimiento del expresidente Alberto Fujimori, me trae a la memoria su fugaz visita a La Paz.
Ingeniero agrónomo y rector de una universidad local en Lima, casi anónimo en las elecciones de 1990, derrotó nada menos que al premio Nobel de Literatura y celebridad universal Mario Vargas Llosa (MVLL) orgullo de la peruanidad. Seguí de cerca esos comicios, entre otras razones porque Mario, en Cochabamba, fue condiscípulo mío en el Colegio La Salle, donde también hicimos la primera comunión juntos.
En cambio, a Alberto Fujimori lo conocí en otras circunstancias, en La Paz. La víspera de la transmisión de mando, el 5 de agosto de 1993, el presidente electo Gonzalo Sánchez de Lozada recibió en su residencia privada de Obrajes, individualmente, a varios jefes de Estado, invitados a la ceremonia de su inauguración. Goni, me había encomendado seguir la secuencia de las respectivas conversaciones realizadas a puerta cerrada.
Fujimori, presidente del Perú (1990-2000), de mediana estatura, delgado, musculoso, con inconfundibles rasgos nipones, seriedad glacial y movimientos simiescos de samurái, no correspondió a los abrazos afectuosos con que Goni le dio la bienvenida. Después de gramáticos saludos protocolares, ante la inquietud que Goni le manifestó por los movimientos guerrilleros vigentes en el Perú, Fujimori le replicó seriamente: “El MRTK está acabado” y, haciendo un gesto de golpe de karate, continuó: “Y, le aseguro, señor presidente que, antes de abril, liquidaremos a Sendero Luminoso”. Sorprendentemente, el líder histórico de esa corriente guerrillera, Abimael Guzmán, esposado y vistiendo el clásico pijama rayado de presidiario, fue mostrado al público, en una jaula apropiada, en el plazo anunciado por Fujimori.
Hijo de inmigrantes japoneses, a dos años de su mandato constitucional, el 5 de abril de 1992, protagonizó un autogolpe de Estado, clausurando el Congreso, para instaurar un régimen dictatorial, invocando la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, autocracia que se prolongó hasta el 28 de mayo de 2000. Luego de años de aquel retorno rocambolesco al Perú, desde el Japón, vía Chile, Fujimori fue arrestado, procesado y sentenciado a 25 años de cárcel por corrupción y crímenes contra la Humanidad.
Sin embargo, Fujimori continuó vigente en la política local, a través de su hija Keiko que, en las elecciones del 6 de junio de 2021, perdió, en balotaje, por escasos votos, la silla presidencial, frente al pimpinela Pedro Castillo, hoy preso, criptocomunista apoyado entre otras fuerzas de izquierda por los remanentes de Sendero Luminoso.
Fujimori, aquejado por aquel cáncer incurable, muere dejando un legado de luces y sombras a la Historia.
es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.