Ch’inqhu social…
El chileno nacionalista pero occidentalizado, piensa que Bolivia es la cenicienta en todas las actividades
Esteban Ticona Alejo
Pocas veces se juntan tantos problemas sociales que tienden a generalizarse en una complicación mayor. Las pugnas políticas internas entre arcistas y evistas se hacen insostenibles cada día que pasa. Desde el lenguaje amenazante y bélico hasta algunas acciones, como la toma de la sede de la COB, son algunos ejemplos de esta rivalidad.
Las quemas digitadas por empresarios oportunistas en los bosques de la Amazonía, el oriente y el Chaco nos colocan en una lucha impotente. Lo peor, pensamos combatir el fuego con agua y bomberos, muchos de ellos voluntarios. Pero tan pronto apagan el fuego, las manos criminales vuelven a incendiar.
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Las consabidas campañas de solidaridad también están ahí, presentes desde algunos años. Pero a futuro ¿cómo combatimos el fuego y a los pirómanos anti-bosques y adoradores de la muerte? Es extraño que las principales autoridades de los municipios afectados no estén luchando contra las quemas ni contra los pirómanos.
Hasta ahora no hay pronunciamientos desde los espacios académicos. Por ejemplo, la UMSA solo se afanó en implementar las clases virtuales. ¿Qué dicen las carreras “científicas”? Por ejemplo, de química, de física. Hace años que se maneja la información de que alguna composición química tiene la capacidad de combatir el fuego. ¿Es cierto esta investigación, por qué no aplicarla? ¿Será que nuestros químicos/as, físicos/as no saben o no se han actualizado sobre esta forma de combate contra el fuego? Se tiene que apostar por soluciones estructurales. No podemos seguir cada año batallando con agüita y bomberos, porque, tan pronto se sofoca el fuego, los depredadores de la naturaleza nuevamente vuelven a incendiar.
En medio de la humareda en el país, hay un hecho que ha generado mucho optimismo y opinión: el triunfo de la selección boliviana frente a la chilena por 2 goles a 1 en la ciudad de Santiago. Este triunfo inusual se ha convertido en una especie de bálsamo social y hasta político en medio de la agitada vida societal. A pesar de que el fútbol y su organización es una actividad de la empresa privada, los diferentes estratos sociales del país lo han internalizado como suyo. Esta representación privada, convertida en pública, es la constructora de las identidades nacionales contemporáneas. En el caso boliviano, el triunfo nacional en territorio chileno le ha dado una tónica de mezcla histórica debido a la pérdida del acceso al mar a manos de Chile en 1879.
Las élites chilenas, muy adscritas al mundo europeo, sobre todo con lo alemán y equivalentes, pensaban que se podía ganar fácilmente el partido. El chileno nacionalista, pero occidentalizado, piensa que Bolivia es la cenicienta en todas las actividades. Está claro que existe un fuerte menosprecio y hasta actitudes racistas por parte de los jugadores de Chile. Pero fue grata la sorpresa del triunfo del equipo boliviano, cuasi juvenil, que no se doblegó, a pesar de la actitud del jugador chileno Eduardo Vargas, que, sin pensar en la ética del futbol, convirtió el empate cuando el arquero Carlos Lampe sufrió la ruptura del tendón de Aquiles. A Vargas no le importó nada, incluso que muera Lampe, para conseguir un gol. Los traumas de la guerra del Pacifico se expresan también en contiendas del fútbol. Esto explica por qué el nacionalismo chileno, o mejor dicho el nazifascismo instaurado por Pinochet, aún pervive y hoy se reproduce en las redes sociales.
Por la derrota de Chile frente a Bolivia, el actual director técnico de su selección, Ricardo Gareca (argentino), y exseleccionador del Perú, es tildado de infiltrado peruano en Chile. Aquí vemos cómo la mentalidad chilena de la guerra de 1879 no se ha perdido del todo y aún se reproduce en las nuevas generaciones, incluida la generación futbolera. Janikiwa suma thakhiru sarantxtanti. Ma uruxa wali ch’axwasa, qhipuruxa sumakaraki.
(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo