La APLP ante el espejo
La APLP dejó de ser la casa común de las y los periodistas para convertirse en un barco exclusivo de una parcela
José Luis Exeni Rodríguez
La Asociación de Periodistas de La Paz tiene nuevo directorio. Enhorabuena. Conozco al presidente (Raúl Novillo) y al vicepresidente (Erick Torrico), así como algunos integrantes del directorio y del tribunal de honor. Son periodistas experimentados, gente honorable, bien intencionada. Por ello, como socio alejado de la institución, me permito plantearles cuatro retos. Son mínimos de regeneración interna.
El primer reto es democrático. Los comicios del pasado 27 de agosto deben ser los últimos con fórmula única. Más que “elección”, se tiene una suerte de pasanaku, un simulacro. Igual que las primarias de los partidos para sus binomios presidenciales. El nuevo directorio, pues, debiera lograr que, dentro de dos años, la APLP tenga elecciones competitivas. No basta decir “ello es permitido por el estatuto” (ufa). Si el estatuto no garantiza democracia interna, hay que reformarlo.
Consulte: Referéndum interruptus
El segundo desafío es de participación. Es difícil saber cuántos miembros tiene hoy la Asociación. En 2006, me correspondió el registro N° 975. Supongo que desde entonces el número habrá aumentado. ¿Cómo es posible que se habiliten tan pocos “afiliados activos” para votar? ¿Estamos ante una entidad en proceso de contracción? Convengamos en que la legitimidad de origen de un directorio con solo 83 votos es muy pobre/triste. Hay que repoblar la APLP.
Inclusión, es el tercer reto. Desde hace tiempo, la APLP dejó de ser la casa común de las y los periodistas para convertirse en barco exclusivo de una parcela, con pensamiento único. Si eres operador mediático autodenominado “independiente” (sic), abre la muralla; si te etiquetan de otra cosa, como “paraestatal” (recontra sic), cierra la muralla. En la cofradía excluyente amigo/enemigo no caben puentes ni matices. Ojalá el nuevo directorio edifique unidad con diversidad y pluralismo.
Por último, el desafío deliberativo. En un contexto de crisis del periodismo, los medios y las asociaciones estamos contribuyendo poco y mal a la conversación pública en democracia. Claro que hay excepciones y diferencias. Pero en general perdemos la batalla contra el descrédito del oficio, su polarización, la saturación informativa, la omnipresencia digital, el faccionalismo, las noticias falsas, en fin, la autocomplacencia. Los pronunciamientos con línea son simpáticos, pero insuficientes.
Volvamos a los tiempos de Ana María y Luis Ramiro. La prestigiosa Asociación era motivo de orgullo. Hasta que llegaron las Lupes y los Humbertos —y sus epígonos—degradándola con fines instrumentales y sus vendettas. Para empezar, flamante directorio, sin exclusiones, podríamos mirarnos en el espejo y debatir. Toca regenerar a la APLP.
FadoCracia agorera
1. En un espléndido cuento, Benedetti narra la historia de un profeta al que nadie creía por sus pronósticos a futuro, imposibles de comprobar. Hasta que un día «dijo en la plaza: “Dentro de diez segundos os mostraré mi lengua”, y antes de que algún descreído lo pusiera en duda, mostró su lengua innegable y probada, vaticinada y roja». 2. Algo similar ocurre con los Nostradamus bolivianos respecto a la economía. 3. Desde hace casi dos décadas, anuncian periódicamente el quiebre del modelo inaugurado en 2006. “Esta vez sí”, “falta poco”, “ahora es cuando”. 4. Hoy los profetas del colapso están felices: el modelo econonómico social comunitario productivo se cae a pedazos. Al fin. “El gas se hizo gas”. Es tiempo de celebrar. 5. A mediados del año pasado, alguno hasta le puso fecha al desplome: será en diciembre, con el quiebre del sistema financiero. 6. Pero el cadáver ¡ay! siguió viviendo (grande Vallejo). Y hasta demandó, cínico, en un cónclave de economistas, “proponer soluciones”. 7. “Nuestro tiempo ha llegado”, sonríen con ingenuidad los agoreros del desastre. Muestren su lengua.
(*) José Luis Exeni Rodríguez es politólogo