Voces

Tuesday 1 Oct 2024 | Actualizado a 22:58 PM

¿Crisis económica?

José Pimentel Castillo

/ 17 de septiembre de 2024 / 12:09

Las crisis económicas se producen cuando hay un desbalance de lo que se consume con lo que se produce, así se han identificado los fenómenos de la inflación y la recesión, cuando aumenta la demanda o cuando baja la oferta. En Bolivia no es el caso, hasta el año pasado los niveles de producción se han mantenido, el PIB ha crecido 2% y la demanda no ha aumentado; sin embargo, al trasladarse la producción al exterior y no retornar lo ganado al país, en divisas, se crea un desbalance en el mercado interno.

El grado de dependencia nos obliga a la compra de insumos para la producción y el consumo en el exterior y al no poder importar productos como los carburantes, maquinarias, insumos para medicamentos, ropa o alimentos, se sienta las bases para un proceso inflacionario. El Presidente lo ha sentenciado: “Si exportan y no traen los dólares, eso no sirve al país”. Frente a esta situación, se ha convocado al gabinete social y al diálogo productivo.  El gabinete social, llevado a cabo en la Casa del Pueblo, se ha hecho coro de las palabras del Presidente, pidiendo la entrega obligatoria de divisas.

El diálogo con los empresarios fue un rotundo NO a esta propuesta. Al respecto, hay que hacer algunas puntualizaciones: los agentes productivos son cuatro, el estatal, el sector privado, las cooperativas y la economía comunitaria, cuya importancia la resumimos brevemente. El sector estatal encargado del área estratégica es el que provee las divisas al Banco Central; el privado desarrolla la industria ligera; el cooperativo, particularmente el aurífero, es el mayor exportador del país, pero no genera divisas para el país; la economía comunitaria concentra la mayor mano de obra y nutre nuestros mercados. La visión plurinacional ve en su articulación la construcción de una economía soberana y autosuficiente.

El diálogo sólo con los privados concentra el poder en un grupo de empresarios, en particular los agroindustriales, que usan su peso político para lograr ventajas que no hacen a un potenciamiento empresarial, sino a la acumulación acelerada: ampliación de la frontera agrícola, urbanización de las tierras agrícolas, liberación de impuestos, libre exportación, subvención a los carburantes, soluciones biológicas antes que estructurales, como el riego, por las semillas transgénicas. El no retorno de las divisas es una exportación de capital, por lo que se paga un impuesto del 12,5%, por lo menos deben pagar eso. Parte del grupo empresarial son los importadores, que cada vez más nos inculcan la compra de productos de lujo.

Los otros sectores de la economía también deben decir su palabra. Las empresas estatales estratégicas están sin rumbo: sin autonomía, sus planes estratégicos son modificados, el cambio de autoridades quita continuidad; cargan el peso de la diferencia cambiaria entre lo que entregan al Banco Central y la compra de sus insumos en el mercado paralelo; no se benefician de la devolución inmediata de los CEDEIMs del que goza el sector privado; el control social y los directores laborales tienen que decir su palabra. El sector cooperativo, sin posibilidades de financiamiento, cae en el chantaje de las comercializadoras, que con anticipos en maquinarias o insumos, controlan la producción por sumas ridículas. La organización democrática y transparente ha sido remplazada por un poder inescrupuloso, que expone al trabajador minero a grandes riesgos. La producción comunitaria, sin financiamiento ni personería jurídica, tiene dificultades para satisfacer el mercado interno y es víctima directa del contrabando.

La economía nacional está en un momento crítico, requiere del concurso de todos, según nuestras capacidades, sin exclusiones ni privilegio alguno.

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En marcha

/ 1 de octubre de 2024 / 06:03

Cual culebra reptando, la multitud avanza a paso firme por la carretera; corean estribillos conocidos, murmuran frustraciones y esperanzas, superan molestias del roce de los zapatos, hablan de sus hijos y su futuro, alivian el cansancio con respiración profunda o agua de la botella pet, censuran por lo que no se hizo o cómo se hizo y cómo hoy habría que hacerlo; mirando el horizonte lejano sueñan con una vida digna, recuerdan lo que dejaron otras marchas y otros desandares, es la larga marcha por la vida.

La marcha por Bolivia concluyó el pasado lunes, siete fueron las jornadas de expectativa que vivió el país. La marcha, cuya estrategia era sumar fuerzas cada jornada y cuyo desenlace era la llegada al centro de decisión política para definir posiciones; sin embargo, el fin fue una retirada victoriosa y el anuncio de nuevas batallas. El vértigo del cataclismo se fue disipando.

El anuncio de la marcha se dio en el Congreso, transformado en ampliado, del MAS-IPSP.  La motivación fue la respuesta a la crisis económica que atraviesa el país, y cuyas acciones de descontento estaban siendo monitoreadas por transportistas, comerciantes, cívicos y otros; sin embargo, el único sector con que se negociaba era de los empresarios privados. La plataforma de 16 puntos recoge las preocupaciones de varios sectores, muchas veces ambiguas y contradictorias, reflejo de la pluralidad del país; es una sumatoria que busca rearticular al sujeto histórico: originario, campesino y popular; el liderazgo es de Evo, el hermano, el compañero, obligado a organizar y articular a las nuevas generaciones. Ante los controles impuestos al MAS como partido político, se impone otro tipo de dirección política.

La concepción clásica de la marcha como eje articulador y de ruptura sólo se dio en la marcha de los mineros, cuando, con el cerco de Calamarca, se impuso la relocalización. Las otras marchas forzaron una negociación, con acuerdos incumplidos; pero fueron fraguas que proyectaron su rostro al mundo, se templaron alianzas, fidelidades y visiones de futuro; de ahí surgió el fulgor del decálogo del 2005, cuyos ejes centrales eran: Asamblea Constituyente, nacionalización de hidrocarburos y tierra-territorio. La marcha es una escuela, por lo cual se equivocaron los que pensaban que venían al asalto del poder y en ese sentido prepararon una respuesta violenta contra sus propios hermanos.

A casi 20 años de aquella articulación es necesaria una evaluación constructiva de nuestro proyecto societario consagrado en la Constitución del Estado Plurinacional: fue un mandato a los gobernantes, mandato que redujo a la pasividad el sujeto histórico. Es notable la ausencia de eventos de los trabajadores de la industria y del campo que delineen posiciones en cada uno de los problemas que la burocracia ha enfrentado; sufrimos derrotas en la implementación del Sistema Único de Salud, en la educación productiva y plurinacional, en la conformación de los municipios indígenas, en el carácter productivo y eficiente de las empresas estatales, en el carácter rector del Estado en la economía, con el predominio del sector social-económico de las empresas estatales, cooperativa y comunaria con sus valores de nación, solidaridad y respeto a la naturaleza. Estos problemas sólo se pueden superar con la fuerza social del pueblo y no en una negociación entre la burocracia y gremios corporativos.

La pasividad complaciente del sujeto histórico fue determinante para que triunfe la conspiración reaccionaria el 2019. La movilización popular de agosto del 2020 recuperó el estado de derecho, pero no evaluó el pasado y, al contrario, se acentúo el cuoteo y la prebenda, mientras que el modelo productivo y redistributivo caía en la trampa del empresariado que se apropia de las divisas, generadas por las empresas estatales, mientras las suyas se van a los paraísos fiscales. Con la marcha, se abre un nuevo capítulo, el de reconstituir el Instrumento político del pueblo.

José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero.

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La Marcha por la Vida

José Pimentel Castillo

/ 3 de septiembre de 2024 / 08:38

En 1986, el día 29 de agosto era cercada la Marcha por la Vida de los mineros en Calamarca: fue la última batalla de la vanguardia del pueblo boliviano, una acumulación histórica de más de 80 años sucumbió ante la arremetida neoliberal y la desesperación creada en sus filas.

La lucha democrática había dado como resultado un gobierno de izquierda (1982), débil en el plano institucional, pero poderoso con el respaldo popular.

La crisis económica heredada de la época dictatorial, con una deuda externa superior al PIB, creó un proceso hiperinflacionario; la devaluación de la moneda se debía a la ausencia de dólares en el mercado, los que, generados por las empresas estatales, en su mayoría se destinaba al pago de la deuda externa. La inflación se da por el aumento de la demanda y la disminución de la oferta; así, una solución es contraer la demanda (rebaja de salarios, cierre de empresas, despidos), la otra es aumentar la producción de bienes, para volcarla al mercado interno. Cuando Hernán Siles Z. declaró la moratoria de la deuda externa, ya se había “acordado” el acortamiento de su mandato.

El movimiento popular, con cuyo empeño se conquistó la democracia, consciente de la gravedad de la crisis, planteó un plan de emergencia que contemplaba básicamente aumentar la capacidad productiva de las empresas estatales y el no pago de la deuda externa. El rechazo a esta visión le obligó a la movilización para ser escuchados. Más fuertes fueron las presiones externas —Banco Mundial y FMI— y la máquina conspirativa de la derecha, atrincherada en el parlamento, que oídos receptivos a la propuesta popular.

La política económica permitía dos tipos de cambio, oficial y paralelo. El oficial era para la entrega de las divisas al banco central y el paralelo, superior 10 veces al primero. Así la COMIBOL recibía poco por la entrega de sus divisas y para sus gastos lo hacía con una moneda devaluada; la diferencia era compensada con préstamos que al final la mostraron como una empresa en quiebra. La empresa privada minera, hábil en los negocios, contraía prestamos con el Estado para mantener sus operaciones, pero no exportaba, esperando un tipo de cambio favorable a sus intereses. Para el proletariado minero, pedir devaluación era una palabra prohibida.  

El modelo neoliberal cambió el tipo de cambio según los intereses de los exportadores; la dirigencia sindical minera respondió con un plan para rehabilitar la empresa estatal minera. Es en torno a esta propuesta que logra el apoyo de los comités cívicos de Oruro y Potosí, el de la Iglesia católica y el respaldo técnico de las universidades de Oruro, Potosí y La Paz. Con este apoyo social y político, la Marcha por la Vida se inició el 21 de agosto desde la ciudad de Oruro: los mineros tomaron las carreteras con la mirada puesta en la ciudad de La Paz, el centro de las decisiones políticas. El 28 de agosto la marcha contaba con 12.000 participantes y la población de La Paz los aguardaba con amplia simpatía. Las masas en las calles podrían, nuevamente, enrumbar el curso de la historia.

El gobierno de Víctor Paz E. tomó la iniciativa; desplegó una fuerza militar comparable a la enviada a la Guerra del Chaco; su contundencia obligó al repliegue de los mineros. El gobierno había logrado destruir la fuerza social que tuvo la capacidad de interpelar los coqueteos de los nacionalistas con el imperialismo, defender la democracia contra las dictaduras militares, oponerse al manejo sectario y cupular de los partidos, propugnando una democracia asambleísta para construir una sociedad libre, soberana y con justicia social.

José Pimentel Castillo
fue dirigente sindical minero.

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Crisis: ‘decentes’ vs. Populistas

La disponibilidad de dólares no solo está referida a su ingreso al país, sino también al destino que se les da

José Pimentel Castillo

/ 20 de agosto de 2024 / 07:09

No se puede tapar con un dedo lo que se hizo en los 14 años del gobierno de Evo Morales. Los indicadores son claros. De un Producto Interno Bruto de $us 9.574 millones en 2006 se llegó a $us 45.464 millones en 2023; de un valor de exportaciones de $us 4.088,3 millones en 2006 se llegó a $us 13.603,7 en 2022. Esto no es producto de la casualidad, sino de la ampliación de la infraestructura productiva: caminos, aeropuertos, generación y distribución de energía eléctrica, comunicación satelital, instalación de plantas de abonos, riego, compra obligada de productos nacionales, apertura de mercados a nivel internacional, la recuperación de la calidad productiva del Estado en áreas estratégicas, más allá de la atención al sector social. Todo esto se hizo con recursos del Estado, particularmente los dólares provenientes de la nacionalización de los hidrocarburos y la minería estatal; los beneficiarios fueron todos, pero, ante todo, el sector privado exportador y la banca.

Revise: La vida no vale nada (III)

Esa época de bonanza estatal se acabó, pero las obligaciones se mantienen. En esto es necesario reconocer dos errores: 1) la parálisis del crecimiento del sector productivo estratégico estatal: petróleo y minería; y 2) la no contribución del sector privado al Estado acorde con su crecimiento. Se ha abandonado el fortalecimiento institucional de YPFB, por eso no dio resultados la inversión de más $us 3.500 millones en exploraciones y se postergaron proyectos como la fabricación de polímeros; se han abandonado los proyectos en marcha del litio, el Mutún, la ampliación productiva de Huanuni, Colquiri y la Fundición de Vinto, la rehabilitación de Karachipampa y la instalación de las refinerías de zinc.

El sector agroexportador cuadruplicó el valor de sus exportaciones entre 2006 y 2023, lo que nos regocija, pero su contribución al Estado fue mínima, a pesar de que su crecimiento se basó en la disponibilidad de dólares baratos y la ampliación de la frontera agrícola. Lo propio ocurrió con la minería privada en sus sectores de la gran minería y cooperativas, con la agravante que la refinación de los minerales complejos se la realiza en el exterior, absorbiendo el 50% de su valor de mercado, mientras la explotación aurífera se la realiza destruyendo el medio ambiente y con la degradación del capital humano. Además, hay que resaltar otra característica del sector privado exportador, la discrecionalidad con la que disponen las divisas: según su conveniencia, las traen al país para solventar sus necesidades de producción, o las dejan en bancos o paraísos fiscales en el exterior.

Pero la disponibilidad de dólares no solo está referida a su ingreso al país, sino también al destino que se les da. Un sector que ha crecido es el comercial, particularmente el importador. Lo que importamos no es precisamente lo que necesitamos o no tenemos, son los llamados suntuarios, así la importación de automotores por un valor de $us 1.200 millones por año no se explica cuando una de las causas de crisis económica es la carencia de combustibles, además se alienta su importación bajo el título de capital de trabajo, con arancel cero; igualmente, ¿qué sentido tiene la importación de alimentos para perros y gatos, en forma de croquetas?

La disputa por el excedente económico marca la diferencia de los modelos. La crisis planteada rememora disputas entre proteccionistas y librecambistas, entre nacionalistas y liberales, entre neoliberales y progresistas (cf. Fernando Molina, La Razón, 11-08-24). En esta disputa está el destino de la política económica: Bolivia digna, soberana, productiva y democrática, que es la esencia del Estado Plurinacional.

(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero

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La vida no vale nada (III)

Contra la colonia se agitó la consigna ‘Muera la mita’, del holocausto de la Guerra del Chaco nació la Ley General del Trabajo

José Pimentel Castillo

/ 6 de agosto de 2024 / 07:23

La tragedia no es nueva, la indolencia es general. 28 de junio, LA RAZÓN. Dos personas muertas es el saldo del derrumbe de una mina de la Cooperativa Tipuani Pampa, en la población de Yani del municipio de Sorata, en el departamento de La Paz.

3 de julio, El Potosí. Con la reciente muerte de dos mineros de 28 y 37 años, la cifra de decesos asciende a 64 este año, de enero a la fecha. En la mina Caracoles, un minero fue aplastado por la carga y el carro metalero. El segundo deceso sucedió en una mina del poblado de Agua Dulce. Mario P. M., de 37 años, cayó a una laguna de agua ácida en interior mina.

Lea: Ajayu

4 de julio, Kollasuyo. La explosión de una carga de dinamita en Tres Cruces y la caída de una roca en la mina de Santa Barbara quitaron la vida a dos trabajadores mineros en la jornada de ayer.

9 de julio, El Potosí. El número de decesos de trabajadores mineros en los socavones del departamento de Potosí llega a un total de 73, de acuerdo con el informe que proporcionó ayer la Policía; de ese total de decesos, 68 corresponden a varones y cinco a mujeres. Un deceso fue reportado en la mina Juan Carlos del municipio de Porco.

10 de julio, El Potosí. El venezolano fue identificado como Velardo Enrique, de 38 años, quien junto a Edwin Rubén I. (31) y Carlos F. S. (27) perdieron la vida en el cuadro “Joyita de Plata” de la mina Chaquilla Pampa, la causa del deceso de los tres mineros fue por la inhalación de gas tóxico.

17 de julio, La Patria. En la Empresa Minera Huanuni (EMH), en el sector Harrison, un grupo de funcionarios policiales fue emboscado. En el ataque, con disparos de arma de fuego, fueron heridos dos sargentos de la Policía.

18 de julio, El Potosí. El director departamental de trabajo, Freddy Jiménez, informa que de los casi 80 casos de muerte en mina únicamente 12 familias recurrieron a ese ámbito y lograron el pago de 24 sueldos.

22 de julio, El Potosí. El número de decesos en las minas del departamento de Potosí se elevó a 82 con la muerte de un trabajador en el yacimiento Calamarca, Sumaj Orcko. El cadáver fue identificado con el nombre de Williams Osvaldo F., de 16 años.

24 de julio, El Potosí. En las minas cooperativizadas de Potosí se evidenció la contratación de menores que llegan de las provincias, a los cuales les cancelan un jornal de entre 100 a 120 bolivianos, sin ningún tipo de beneficio adicional.

28 de julio, LA RAZÓN. Un enfrentamiento entre cooperativistas mineros, en el municipio de Sorata, del departamento de La Paz, provocó la muerte de un efectivo policial y se reportaron varios heridos.

27 de julio, La Patria. Un muchacho de 13 años perdió la vida en una mina cercana al Cerro Rico de Potosí. Este lamentable suceso es el cuarto registrado en el año. En febrero, un adolescente de 17 años murió al caer unos 20 metros en la mina Pailaviri de la Cooperativa Unificada. También se reporta la muerte de un joven de 15 años que cayó en un barranco mientras laboraba en la mina Vilasirca. El tercer caso corresponde a un adolescente de 16 años que falleció tras una caída de 30 metros en la mina Calamarca, en Sumaj Orcko.

31 de julio, Fides. Un jucu halla la muerte y su compañero resulta herido tras sufrir consecuencias de un derrumbe en interior mina de Huanuni.

Contra la colonia se agitó la consigna “Muera la mita”, del holocausto de la Guerra del Chaco nació la Ley General del Trabajo, en la Revolución Nacional se conquistó el Código de Seguridad Social, la Ley de Cooperativas, la Ley de Seguridad Industrial; la Constitución Plurinacional proclama el derecho a la vida y a un trabajo digno. Hoy sobre estos anhelos se impone la lógica del mercado: aprovechar la oportunidad para acumular riqueza, sin importar el medio, mientras que el Estado se reduce a una mínima expresión. Las condiciones de trabajo en las minas volvieron al siglo XIX.

(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero

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Ajayu

La tarea urgente es reivindicar los postulados constitucionales y ser intransigentes en la defensa de los intereses nacionales

José Pimentel Castillo

/ 23 de julio de 2024 / 07:02

¡Bravo! Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) descubrió un megacampo en la zona no tradicional del norte de La Paz, el regocijo es general; más bien, la controversia viene sobre el camino recorrido.

La experiencia nos señala que los grandes proyectos tienen un largo periodo de maduración; desde el momento de la percepción de indicios de existencia de un yacimiento, hasta la toma de decisión para la perforación, se habrá superado varias fases y los primeros pozos serán la continuidad de la exploración. Se trata de conformar un mapa geotectónico e identificar dónde habrían sido acumulados los productos de la descomposición de la materia orgánica en las sucesivas eras geológicas.

Lea: Colquiri, a dónde vamos

En el caso que nos ocupa, el proceso comenzó en 2008. Recuerdo la llegada a La Paz de pobladores de Alto Beni, cargados con sus bidones de petróleo como testimonio de su existencia. En esa época era YPFB-Residual la llamada a encarar el problema, por eso se justifica su alianza con PDVSA de Venezuela (2008-2015), luego la empresa francesa Beicip-Franlab (2017) y posteriormente la empresa rusa Gazprom (2019); estas alianzas hacen resaltar la ausencia de capacidad técnica propia y, al final, las decisiones —ante posiciones divergentes— las tomaron con esas debilidades congénitas.

El proceso fue efectivamente muy largo: a las dificultades propias del trabajo de exploración hay que considerar las condiciones geográficas y la lejanía de la zona, los problemas climáticos y la aquiescencia social. Las tareas se dieron en el Subandino norte y sud: en Sécure y Chapare en Cochabamba; en Madidi, Liquimuni y Chepite en La Paz, con una inversión de $us 540 millones. Si bien se puede decir que no se ha descubierto petróleo, se ha acumulado información como para dar el siguiente paso: la perforación en Mayaya anunciada en julio de 2019, el golpe de Estado a los pocos meses y los cambios de gestión postergaron los trabajos hasta noviembre de 2022, con los resultados hoy conocidos. Este proyecto ha tardado hasta ahora 16 años en confirmar lo esperado, petróleo: es el resultado de una política y la perseverancia, más allá del ajayu de cualquier persona.

Los resultados iniciales obligan a otras tareas: la cuantificación real del campo, la perforación de los pozos de explotación, el tendido de los oleoductos para el transporte a las refinerías y los centros de consumo, acciones que tomarán tiempo y requerirán recursos económicos. Una vez certificada la riqueza, no será difícil su financiamiento; aún con recursos propios, lo problemático es el tiempo político.

El tiempo político está referido a la oportunidad frente a la crisis energética, lo que requerimos son soluciones ya. Desde las esferas de gobierno se han planteado soluciones que no se concretan: la importación de petróleo crudo para refinarlo en el país, el transporte por oleoducto desde Arica-Sicasica-Cochabamba, el incentivo a la importación de autos eléctricos, el cambio del combustible líquido por gas, el cambio de la generación termoeléctrica por energía limpia. Estas acciones hay que verlas como política de Estado y no simplemente como iniciativas personales y, por cierto, concretarlas.

En definitiva, lo que se ha caído es el discurso de que los bolivianos somos pobres e incapaces; por qué necesariamente tendremos que depender de la alianza con transnacionales con conocimiento y capital, argumento para cambiar la Ley de Hidrocarburos que garantiza la propiedad de éstos por el pueblo boliviano y una participación del 82 % a favor del Estado, modificaciones que anuncia el ministro de hidrocarburos. Cualquier incentivo va a ser a costa de quitarle al pueblo.

La tarea urgente es reivindicar los postulados constitucionales y ser intransigentes en la defensa de los intereses nacionales. Hace poco se presionó para que en la Asamblea Legislativa Plurinacional se aprobaran contratos de explotación petrolera, son 14 los que actualmente están en vigencia: han sido firmados en el marco de la actual Ley de Hidrocarburos, las áreas concedidas están en áreas tradicionales, es decir con mayor probabilidad de éxito. Sin embargo, no hay resultado alguno o si lo hubiera, su anuncio está esperando el momento en que se modifique la ley a su favor. El sector privado siempre buscará el momento y el lugar oportunos para sacar una mayor tajada. La única manera de oponerse a sus maniobras es tener una empresa estatal fuerte, técnica y económicamente, con recursos humanos especializados y ante todo con vocación de servir a la patria, con capacidad de hacer alianzas y en esta tarea ser fiel en la defensa de los intereses nacionales y no claudicar ante la corrupción.

(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero

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