Los espejismos detrás del fútbol
Existen tantas percepciones sobre el fútbol, como número de personas, por tratarse de un deporte de alcance global. Desde su interior y su entorno inciden intereses de diferentes grupos de poder. No se puede dejar de mencionar el lavado de dinero, denunciado con nombres y montos en los medios de prensa. Los grupos de poder tienden a monopolizar la actividad futbolística procurando optimizar sus utilidades, ampliando la diferencia entre ingresos y costos, sin importarles sacrificar aspectos como:
Las legítimas aspiraciones de los jugadores, de los árbitros, de los medios y de la opinión del público en general.
Para maquillar su horripilante actitud mercantilista, la FIFA, luego del escándalo “FIFA Gate”, se esforzó por demostrar que repartía dinero y hacía mejoras en los contratos con los proveedores.
Su intención, lo reitero, fue “lavarse la cara” haciendo notar que estaba desprendida de los que pretendían hacerle llegar por debajo jugosas tajadas.
Sobre el actual éxito de nuestra joven selección, parece evidente que la dirigencia de la FBF decidió acertadamente despojarse de viejos complejos y lastres de grupos de poder locales, así como de empresarios futboleros que priorizan la promoción de sus representados sobre el éxito grupal.
Ampliando lo expuesto a nivel regional:
La selección argentina campeona en México 1986 hizo su pretemporada en Colombia frente a equipos semiprofesionales que, además de hacerle frente con buen nivel, le ganaron en los partidos de entrenamiento; pese a que se trataba de equipos colombianos conformados por jóvenes menores de 20 años que carecían de presiones de los grupos de poder referidos. Estos jóvenes jugadores tampoco estaban sobrevaluados en el mercado de pases; sin embargo, se mostraron veloces y con un mayor rendimiento físico que el promedio de sus colegas profesionales, causando desazón en el plantel, uno de las más caros en el mercado (algunos jugadores de esta selección amenazaron con abandonar la concentración).
La selección (campeona mundial) no entendía la intención deportiva de Bilardo, que era “bajar el copete” a sus jugadores engreídos. Más tarde, su estrategia daría el mejor de los resultados.
Más claro aún, se refleja en la coyuntura de la selección boliviana, la cual, después de tocar fondo, hizo reflexionar a la dirigencia. Al punto que decidió probar con otro entrenador, Óscar Villegas, quien a su vez decidió jugar con jóvenes jugadores. Contaba con la autoridad moral de haber sido formador de muchos de los nuevos jugadores en las diferentes categorías inferiores. Otro aspecto relevante es que tanto Villegas como la dirigencia que lo respalda, motivados por la coyuntura complicada de tantas derrotas previas y consecutivas, decidieron cerrar las puertas a intereses de tipo más bien empresariales como a determinadas “camarillas” dirigenciales amparadas en los postulados de la antigua FIFA.
La hipótesis que planteo seguramente se ratificará con la victoria o empate ante la selección colombiana el mes que viene.
Reza un conocido aserto: “lo que nace grande, nace monstruoso”. Así lo intentan reiteradamente quienes no respetaron procesos, procurando “comprar” resultados inmediatos… Así les fue. Estas dirigencias carentes de autocrítica no dieron oportunidad a valores jóvenes menos conocidos mediáticamente. Así, irremediablemente, a los mejores muchas veces se les niega la oportunidad. Con las últimas victorias de la selección se demuestra claramente esta última afirmación.
Es necesario exponer las realidades, las cuales intuimos, pero no suelen socializarse y menos se llevan a la práctica de manera seria y metódica.
El fútbol es un deporte vinculado con las fibras lúdicas de gran parte de la sociedad; por lo mismo, puede convertirse en un ejemplo para liderar su mejora, comenzando por transformarse a sí mismo, como se vislumbra.