Biodiversidad y su protección
Tras una emotiva inauguración, en el Valle del Cauca en Cali, Colombia, aconteció una de las cumbres catalogadas como las de mayor participación de delegaciones de 196 países que debatieron el destino de la biodiversidad. Doce días de intensas discusiones y acuerdos suscritos en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) convergen en valiosos avances y decepción por la postergación de acuerdos claves.
La COP16, al margen de los avances en materia del CDB, nos muestra que una ciudad con perfil histórico de inseguridad y violencia puede cambiar su rumbo a partir de la decisión de resaltar sus bondades y potencialidades, brillando y mostrándose al mundo como una vitrina de su biodiversidad producto de la unidad de su gente, superando diferencias ideológicas y políticas para construir la paz con la naturaleza.
A casi tres décadas de discusiones en acuerdos claves para la biodiversidad, la COP en Cali se condujo con la esperanza de concretar uno de los acuerdos más ambiciosos relacionados con el objetivo 3 (la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos). Lamentablemente este debate continuará en la próxima COP que será en dos años en Armenia.
Perdemos biodiversidad a la velocidad de la luz, nuestras decisiones y acciones requieren mayor celeridad frente a la devastación de los ecosistemas. La biodiversidad lo sustenta todo. Desde el aire que respiramos hasta la comida que llevamos a nuestra mesa. Más de un millón de especies están a punto de desaparecer a medida que los ecosistemas colapsan con el cambio de uso de suelos, los incendios y con el cambio climático. Por esta razón una de las discusiones en la Cop16 fue la articulación de la biodiversidad en las cumbres de cambio climático; ambas deben ser confrontadas de manera coordinada.
Después de ocho años, la COP16 logró consensos para definir las áreas marítimas de especial protección con criterios técnico-científicos y no geopolíticos para la salud de los océanos. En la misma línea se aprobó el plan de trabajo 8j del Marco Global de Biodiversidad discutido en Kunming-Montreal (COP15) que incluye la participación de pueblos indígenas y comunidades locales por ser considerados guardianes de la biodiversidad. Desde ahora serán un grupo de trabajo permanente en las negociaciones del Convenio. Sin embargo, no se logró que las comunidades indígenas reciban directamente los fondos. La creación de un organismo subsidiario no fue posible, no hubo unanimidad por parte de Rusia e Indonesia.
Si bien la mirada indígena junto con la agenda académica y científica destacaron en esta cumbre de biodiversidad, primó la cuota “amarga”, no se llegó a acuerdos con relación a la financiación y movilización de recursos para la hoja de ruta pretendida hacia 2030. La creación del “Fondo Cali”, que distribuiría los beneficios económicos que se obtienen del uso de información digital de secuencias sobre recursos genéticos fue denegada.
Finalmente, solo 45 de 196 países presentaron sus planes nacionales de biodiversidad. Y aunque se espera que los consensos y avances continúen en las próximas COP, la biodiversidad está a contrarreloj, su protección vislumbra una paradoja que va cobrando factura con el aumento de los desastres naturales.
Marlene Quintanilla es directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).