Pacto social por la educación Bolivia Bicentenario

Luis Fernando Carrión Justiniano
La ingenua pretensión del “educacionismo” de pensar que solo la educación puede llevar al progreso de una sociedad o, lo que es lo mismo, que un buen sistema educativo sea la sola garantía para encontrar las soluciones de un país, es ciertamente reduccionista; sin embargo, también es cierto que uno —no el único— de los aspectos fundamentales para la proyección de una sociedad es garantizar una educación pertinente y relevante para el futuro que vivirán las nuevas generaciones, si no se quiere seguir repitiendo los mismos círculos de rezago y deshumanización.
La educación como tarea de toda la sociedad —no solo de un ministerio del gobierno de turno, como está ampliamente demostrado— debe articularse a una visión de país integral, es decir, a una proyección de mejora de las condiciones internas de su gente y del papel que como estado desea ocupar en la economía, la cultura y la agenda de la humanidad.
Dicho lo anterior, como presupuesto para no dar paso a interpretaciones sesgadas, aprovechando el entusiasmo que va generando el Bicentenario de nuestro país, es que parece pertinente retomar la propuesta de un pacto social que el presidente Luis Arce propuso hace algunas semanas y que hasta el momento se redujo solo a su anuncio.
¿Cuánto de la propuesta de ese pacto social logrará concretarse, así como va la agenda política del país? Ciertamente, además de la parafernalia de la celebración del Bicentenario, es imprescindible hacer un esfuerzo social para repensar la patria, con base a las lecciones de estos 200 años de existencia y abstrayéndonos, en la medida de lo posible, del ruido coyuntural. Se trata de colocar en un paréntesis los petardos de celebración y los de las tensiones sociales y políticas y ser responsables con las generaciones venideras y el futuro del país. Se trata de comprometer a los futuros gobiernos a planificar en torno a mínimos consensuados.
Por las condiciones de conflictividad actual, es necesario pensar que el proceso para un pacto social sea liderado por instancias libres de sospecha de una posible politización coyuntural y electoralista; quizá una estrategia para lograrlo sea la de iniciativas sectoriales o temáticas: educación, salud, justicia, economía, medio ambiente, ciencia y tecnología…
En el caso de un deseable pacto social por la educación Bolivia Bicentenario, éste podría ser liderado por instancias de la sociedad civil articuladas con representaciones técnicas de organismos multilaterales con presencia en el país, para convocar a representaciones plurales de la sociedad boliviana y expertos en educación, sistematizar las bases del pacto y desarrollar una agenda de socialización y discusión en todos los ámbitos para conseguir las adhesiones necesarias, incluidas las de los futuros candidatos a las elecciones 2025, que coloquen en todas las agendas los acuerdos priorizados y se conviertan en compromisos de respetarlos.
Si bien la educación, por sí sola, no podrá ser la solución a todos los problemas sociales, ni un pacto social garantiza una visión y acción conjunta de todos los actores de la sociedad, bien podría ser un punto de partida para dejar de ir a la deriva y retomar un horizonte común para encarar el futuro como país.