El Bloque de Unidad y la pregunta incómoda

Tommy Pérez Alcoreza
El panorama político de la oposición boliviana se encuentra en una encrucijada. A finales de marzo se llevarán a cabo tres encuestas simultáneas para definir al candidato del denominado Bloque de Unidad, una alianza que agrupa a partidos políticos, agrupaciones ciudadanas y figuras públicas con el objetivo de enfrentar las elecciones generales de 2025 con un solo postulante. Según lo anunciado, los resultados estarán disponibles en abril, y quien obtenga la mayor preferencia será el candidato de consenso.
En la contienda permanecen Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga Ramírez y Amparo Ballivián, tres figuras ampliamente conocidas en la política nacional. Todos han declarado públicamente su compromiso de acatar el resultado y respaldar al ganador. Sin embargo, en este proceso de selección, surge una incógnita incómoda tanto para los candidatos como para sus seguidores: ¿qué sucederá si la opción con mayor respaldo no es ninguna de estas figuras? Si la suma de las respuestas “Ninguno” y “No sabe/No responde” supera el porcentaje del mejor ubicado, ¿se apartarán de la carrera en coherencia con su discurso de renovación o insistirán en postularse pese al evidente rechazo ciudadano?
Desde hace meses, los principales actores de este bloque han insistido en la necesidad de construir una alternativa fresca y diferente, que conecte con una ciudadanía desencantada con la política tradicional. Han prometido renovación, nuevos liderazgos y una oposición capaz de articular un verdadero cambio. Sin embargo, la verdadera prueba de este discurso llegará con los resultados de las encuestas. Si los bolivianos dejan claro que prefieren una renovación real y que ninguno de los candidatos actuales los representa, la oposición tendrá que decidir si está dispuesta a escuchar el mensaje o si caerá en la contradicción de continuar con los mismos rostros de siempre.
El dilema es evidente: ¿tendrán la valentía de dar un paso al costado y permitir la aparición de nuevos liderazgos? ¿O persistirán en una candidatura sin respaldo ciudadano, confiando en la maquinaria electoral y en el desgaste del oficialismo como única estrategia para llegar al poder?
Más allá de quién encabece las encuestas, este proceso no solo definirá a un candidato, sino que pondrá a prueba la credibilidad y coherencia de la oposición. Si realmente buscan convertirse en una alternativa seria, deben demostrar que están dispuestos a escuchar al electorado y actuar en consecuencia. Ignorar el mensaje de la ciudadanía y aferrarse a candidaturas sin legitimidad popular sería un error que podría sellar su destino antes incluso de la contienda electoral.
Abril traerá consigo una respuesta que definirá no solo al candidato del Bloque de Unidad, sino también el rumbo de la oposición. La gran interrogante es si los protagonistas de este bloque están listos para aceptar las consecuencias de un resultado que podría desafiar su continuidad política y exponer las fisuras de un frente que, hasta ahora, sigue sin demostrar que realmente encarna el cambio que promete.