Friday 29 Mar 2024 | Actualizado a 01:48 AM

Erick Rojas: Testimonio trotskista

Dirigente de la Federación Universitaria Local (FUL) de la UMSA, en tiempos en que una marcha universitaria paralizaba el centro de la ciudad (incluso sacando adoquines), Rojas cuenta su experiencia dirigencial.

/ 5 de abril de 2015 / 04:05

Actualmente docente universitario, Erick Rojas también fue periodista y funcionario público; actividades a las cuales, al contrario de la política, recién se dedicó en su vida adulta. Proveniente de un entorno familiar en frecuente contacto con la política (los padres eran activistas de Falange Socialista), el futuro dirigente universitario del Partido Obrero Revolucionario (POR) desde temprana edad comenzó a interesarse por la relación gobernados-gobernantes. En el golpe de Hugo Banzer (1971), Rojas, aún bachiller, fue encarcelado alrededor de un mes, junto con otros 200 estudiantes universitarios, por haber asistido a una asamblea general en el paraninfo.

“Esa fue mi primera experiencia, la que ha marcado también el inicio de mi vida en la actividad política”, recuerda. Posteriormente entraría a la carrera de Economía en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), donde participó en la conformación de un comité interfacultativo que actuaba en la clandestinidad. En 1977, cuatro mujeres mineras inician una huelga de hambre contra la dictadura. Ante tal inspiración, los trotskistas, Rojas incluido, organizaron un piquete. “Como estábamos en la clandestinidad, decidimos tomar por sorpresa el paraninfo y entrar a la fuerza. Una vez adentro, solo éramos tres, cerramos la puerta”. El Comité Interfacultativo de la universidad se había sumado a la huelga. El efecto bola de nieve no se hizo esperar y en 1978 Banzer convoca a elecciones.

Sin embargo, el periodo democrático no duró mucho y la dictadura vuelve a ser protagonista con Luis García Meza al frente. En 1980, se convoca a una asamblea general estudiantil en apoyo a una huelga iniciada en Huanuni, donde Rojas, como dirigente, era el encargado de hablar ante la masa. “Apenas empezamos con las primeras palabras del discurso, aparecieron sargentos armados. Lanzaron una bomba de humo, la gente empezó a retroceder. Me dieron un golpe en la cabeza, traté de forcejear y felizmente un compañero me ayudó a salir”.

El activista político estuvo involucrado como dirigente en otros hechos similares contra la dictadura, incluso después de haber terminado la carrera. No obstante, el reglamento estudiantil establecía que uno puede ser dirigente máximo hasta después de dos años de haber egresado. “Me plantearon volver a candidatear, y yo le dije a Guillermo (Lora) que no podía. Además de ser egresado hace dos años tenía que ejercer mi profesión y hacer mi tesis”. De esta manera Rojas, cerrando una etapa de su vida, se fue a Tarija.

En cuanto al actual contexto político, para el exdirigente estudiantil el socialismo comunitario, andino o del siglo XXI no se pudo implementar. “Son slogans que ni ellos mismos (el MAS) han sabido posicionar al interior del Gobierno”. Para Rojas, el MAS está virando a la derecha, se alía con el empresariado cruceño y explota el mercado capitalista. Posee una ideología muy heterogénea, acoge a militantes sin discriminación alguna con la única condición de hacer de Evo un caudillo. ¿Qué va a ser del MAS? “Salir del Gobierno en forma precipitada como hizo el MNR. Yo creo que el MAS está muy cerca de su debacle, ya no es posible controlar a un partido popular que fue conformado al calor de un descontento social”.

Perfil

Nombre: Erick Rojas 

Nació: 7 de septiembre de 1952

Profesión: Economista

Origen

Nació en Cochabamba. La política lo marcó desde muy temprano. Hoy  reside en la Paz. Estudió en el Instituto Bancario y Economía en la UMSA. Ejerce la docencia en la UMSA y en la Universidad del Valle. Fue periodista y ocupó diversos cargos públicos.

Comparte y opina:

Paredes que hablan

El grafiti no se encuentra institucionaliza- do, no está inserto dentro del ‘sistema’. Los grafitis siguen siendo vistos como un ‘lenguaje de la calle’, una actividad ilegal que se lleva a cabo en la clandestinidad a avanzadas horas de la noche.

/ 7 de junio de 2015 / 04:03

Año 79 después de Cristo, Pompeya, Roma. La erupción del monte Vesubio sepulta la ciudad. Personas y casas quedan enterradas bajo la lava recién expulsada. Pasan los años, ésta se enfría, se solidifica. Excavaciones arqueológicas revelan que tanto habitantes como construcciones quedaron petrificados. Se puede observar de manera cuasi presencial cómo vivían las personas de esa época,  como también —lo que más nos interesa— qué “garabatos” tenían sus muros.

En la antigua Basílica de Pompeya se encontró la siguiente inscripción: “Me admiro, pared, de que tú no hayas caído en la ruina, sustentando los tedios de tantos escritores”, mientras que en la casa del ciudadano Cuspio Pansa se lee: “El oficial de finanzas del emperador Nerón dice que esta comida es veneno”.

Parece ser que el acto de rayar paredes se mantuvo en el transcurrir del tiempo y en distintos lugares. Al caminar por la ciudad de La Paz, también uno puede contemplar numerosos ‘muros que hablan’: firmas, declaraciones de amor, amenazas de muerte, dibujos elaborados o hechos a la rápida, frases con doble sentido, otras sin sentido, críticas políticas, propaganda, mensajes ecológicos, feministas. Son solo algunos tipos de grafitis que decoran, o ensucian (según quién vea), nuestra ciudad. En esta gama, los grafitis con mensaje político son los que generan mayor interés.

Una pared blanca es un pueblo mudo: al ir en minibús, se ve por la ventana distintas paredes cubiertas de azul, amarillo, rosado o verde, según sea el autor de los mensajes, que intentan convencer que se vote por determinado candidato. Pues, al igual que un ferviente militante, los muros continúan haciendo propaganda por “su” partido a pesar de que las elecciones ya pasaron.

Recordemos que en la reciente época preelectoral se realizaron campañas contra estos actos,  como “Paredes Limpias” de la red televisiva ATB y las declaraciones oficiales de los candidatos a la Alcaldía, como Luis Revilla (Sol.bo). Sin embargo, esto no evitó que las paredes “adquieran” una posición política. Al fin y al cabo, pintar un muro resulta más económico que empapelarlo, como también es más cómodo mandar a hacer un grafiti que una gigantografía.

INNOVACIÓN. Ahora, no todos los grafitis de propaganda política se limitaron a colorear una pared con el nombre de un candidato. Determinados partidos supieron innovar en cuanto a su estrategia de imagen. Por ejemplo, se pueden ver paredes con superhéroes como Superman, Batman, Thor o hasta Hulk que, junto con el logo de Sol.bo, hacen que ‘custodian’ la ciudad a nombre de este partido; o aquel de las elecciones subnacionales de 2010, cuando se presentaba a Elizabeth Salguero (postulante del MAS a la Alcaldía de La Paz), como una cabellera sin rostro donde las letras “Ely” eran formadas por sus rizos; con este grafiti, se lograba la inmediata identificación de la aspirante masista porque se mostraba lo más significativo de ella a primera vista: su cabello rizado y ‘rebelde’.
Paredes que transmiten: Una de las principales características del grafiti es que es un medio de comunicación visual alternativo, no tradicional.

Si bien los mensajes no llegan a tantas personas como los de la televisión o la radio, un grafiti bien ubicado es observado por numerosos transeúntes y pasajeros que circulan a diario por la ciudad. El citadino, desde que sale de su casa, se encuentra expuesto constantemente a un bombardeo continuo de información. Niños, ancianos, caseras, oficinistas, jailones, masistas y opositores en algún momento de su rutina diaria se encuentran con alguna inscripción en la pared. A diferencia de la tele o de la radio, el grafiti como medio de comunicación visual no tiene un consumidor tipo. Su mensaje estático llega a destinatarios de distinta extracción social y económica que no pueden ser bien definidos. No es de extrañar que organizaciones como Amnistía Internacional contraten a grafiteros profesionales para comunicar sus mensajes pro derechos humanos o que durante la Primavera Árabe las paredes se hayan ‘unido’ a las revueltas,  por ejemplo.

No hay que olvidar que el grafiti no se encuentra institucionalizado, no está inserto dentro del “sistema”. Los grafitis siguen siendo vistos como un  “lenguaje de la calle”, una actividad ilegal que se lleva a cabo en la clandestinidad a avanzadas horas de la noche. Además, en un medio de comunicación tradicional, se puede identificar al autor del mensaje y, por lo tanto, existe una cierta censura, hay cosas que simplemente no se pueden decir o escribir. El grafiti es anónimo (aunque exista una firma, expresada en la forma de un alias, es difícil asociarla a un individuo concreto) y prácticamente no tiene censura (aparte de la autoimpuesta por el autor).

A pesar de las mencionadas fortalezas, también existen debilidades. Al encontrarse en la intemperie, el grafiti es vulnerable al exterior y, por lo tanto, perecedero. Luego de un tiempo, debido a las lluvias y al intenso sol, las inscripciones en las paredes tienden a desvanecerse. Otros individuos también pueden alterar el grafiti. Así, por ejemplo, no faltó que el mensaje original ‘Felipa Gobernadora’ fuera modificado por un tercero: ‘Felipa Gobernadora de… (término que hace referencia a un animal).

CAMALEÓN. Paredes que critican: Al igual que un camaleón, las paredes de la ciudad van mimetizando su “piel” de acuerdo con el contexto exterior. Durante las revueltas sociales de 2003, por ejemplo, el mensaje “Fuera Goni” se hizo presente en numerosas paredes. Un año después, durante el Referéndum sobre Hidrocarburos realizado por el presidente Carlos Mesa, los muros también se hicieron oír; “Viva el sí, Elija no”.

Y así, el espacio urbano de la ciudad fue transformando su mensaje en función de la coyuntura política que se vivía. Durante el conflicto del Tipnis, era frecuente encontrar: “la selva es vida, la carretera es muerte”, “yo amo al Tipnis y qué”. Cuando el Gobierno decidió aumentar la jornada laboral de 6 a 8 horas de los médicos: “médicos flojos”; y, cómo olvidar el famoso grafiti en el Colegio Militar, durante el conflicto que surgió por actitudes discriminatotrias contra visitantes alteños al Megacenter en Irpavi, a través del Teleférico: “El Alto de pie, el Mega de rodillas”.

Todas estas expresiones fueron efectuadas por individuos que, al vivir una situación de conflicto, debate y controversia a nivel nacional o regional, sintieron la necesidad de divulgar su opinión, pues, al no poder hacerse escuchar en los medios tradicionales, recurrieron al grafiti, debido a su fácil realización y considerable impacto. Es en este punto en que se encuentra la esencia del mismo: el grafiti como crítica política da voz a los grupos que no pueden ingresar en los medios de comunicación tradicionales, en su mayoría jóvenes (difícilmente un adulto ya con familia y  trabajo de tiempo completo saldría de noche a las calles a pintar paredes). De igual manera, volviendo a la antigua Pompeya, la mayoría de las inscripciones en las paredes fueron hechas por grupos sin voz: prostitutas, extranjeros y gladiadores.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Raúl Maydana: Dirigente estudiantil

Los estudiantes de secundaria también tienen su historia en las luchas sociales del país, especialmente bajo las dictaduras de los años 70 y 80, cuando se veía, apunta el entrevistado, una mayor politización del estudiantado.

/ 10 de mayo de 2015 / 04:06

Al margen de su posterior actividad política y profesional, si por algo es recordado Raúl Maydana es por la dirigencia estudiantil de colegios de secundaria que ejerció en la ciudad de La Paz a fines de los 70.  En 1978, a los 17 años fue presidente del Centro de Estudiantes de su colegio Franz Tamayo, en la zona de Villa Victoria. Posteriormente, debido a la fama deportiva del establecimiento, Maydana asumió la cartera de deportes en la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES). Al año siguiente pasó a la secretaría de Relaciones y finalmente a la secretaría ejecutiva, cargo en el que luego fue reelecto.

En esa época, influenciados por los ideales de izquierda, los diferentes centros estudiantiles se articularon a otros sectores de la sociedad con la intención de movilizarse en contra de las dictaduras, cuenta.

En 1979, en el golpe de Estado de Alberto Natush Bush, Maydana, junto con otros colegiales, se sumó a las protestas en la plaza San Francisco, armando, además, barricadas alrededor de los colegios, enfrentándose con piedras, asegura, a los recién estrenados tanques de las Fuerzas Armadas. “Salimos a las calles de forma espontánea y muchos compañeros cayeron”, recuerda; la mayoría de los muertos y heridos eran de colegios fiscales. “Fueron hechos que me marcaron como persona hasta el día de hoy”, manifiesta.

Maydana también participó en la resistencia al golpe de Estado de Luis García Meza, en su calidad de dirigente estudiantil y de la Central Obrera Departamental (COD), cayendo preso en el Estado Mayor del Ejército.

Como era el caso de muchos jóvenes de la época, los padres de Maydana no siempre compartían la convicción de su hijo, aunque le comprendían. “Mi familia, mis padres, no estaban de acuerdo, definitivamente, pero me tenían comprensión y tolerancia y, cuando podían, me apoyaban”, indica.

Una vez bachiller, Maydana trabajaría un par de años y luego entraría a la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), a la carrera de Comunicación Social. En esa época también fue dirigente, tanto de los universitarios como de los trabajadores de la prensa. A pesar de que la dictadura ya era cosa del pasado, Maydana también fue perseguido políticamente, afirma, por el gobierno de Jaime Paz Zamora.

Para Maydana, hoy el movimiento organizado estudiantil y universitario ha desmejorado, en buena parte debido a un proceso de despolitización general en el periodo democrático. “Los centros educativos no son ya como antes, donde había discusión social, debate político y de ideas”. Si bien se escucha discursos y reivindicaciones sociales, esto se hace solo de manera formal y superficial, opina Maydana. Los dirigentes también cambiaron, “antes costaba ser dirigente estudiantil”. La elección de dirigentes ya no se realiza desde la base, como tampoco hay una relación directa con ésta, enfatiza. “Actualmente, la dirigencia busca más el sustento de la cúpula y del poder político, ya no desde la base, para lo cual se hacen ciertas concesiones”.

Tras ejercer el periodismo radial y escrito (en el extinto Presencia), hoy  Maydana trabaja en temas de descentralización, gestión municipal y participación ciudadana.

Perfil

Nombre: Raúl Maydana 

Nacimiento: 11 de noviembre de 1960

Profesión: Comunicador Social

Pasos

Nació en Tiwanaku. Estudió en los colegios Franz Tamayo y Ayacucho Nocturno; fue secretario ejecutivo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UMSA y delegado a la COB en la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia.

Comparte y opina:

Raúl Maydana: Dirigente estudiantil

Los estudiantes de secundaria también tienen su historia en las luchas sociales del país, especialmente bajo las dictaduras de los años 70 y 80, cuando se veía, apunta el entrevistado, una mayor politización del estudiantado.

/ 10 de mayo de 2015 / 04:06

Al margen de su posterior actividad política y profesional, si por algo es recordado Raúl Maydana es por la dirigencia estudiantil de colegios de secundaria que ejerció en la ciudad de La Paz a fines de los 70.  En 1978, a los 17 años fue presidente del Centro de Estudiantes de su colegio Franz Tamayo, en la zona de Villa Victoria. Posteriormente, debido a la fama deportiva del establecimiento, Maydana asumió la cartera de deportes en la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES). Al año siguiente pasó a la secretaría de Relaciones y finalmente a la secretaría ejecutiva, cargo en el que luego fue reelecto.

En esa época, influenciados por los ideales de izquierda, los diferentes centros estudiantiles se articularon a otros sectores de la sociedad con la intención de movilizarse en contra de las dictaduras, cuenta.

En 1979, en el golpe de Estado de Alberto Natush Bush, Maydana, junto con otros colegiales, se sumó a las protestas en la plaza San Francisco, armando, además, barricadas alrededor de los colegios, enfrentándose con piedras, asegura, a los recién estrenados tanques de las Fuerzas Armadas. “Salimos a las calles de forma espontánea y muchos compañeros cayeron”, recuerda; la mayoría de los muertos y heridos eran de colegios fiscales. “Fueron hechos que me marcaron como persona hasta el día de hoy”, manifiesta.

Maydana también participó en la resistencia al golpe de Estado de Luis García Meza, en su calidad de dirigente estudiantil y de la Central Obrera Departamental (COD), cayendo preso en el Estado Mayor del Ejército.

Como era el caso de muchos jóvenes de la época, los padres de Maydana no siempre compartían la convicción de su hijo, aunque le comprendían. “Mi familia, mis padres, no estaban de acuerdo, definitivamente, pero me tenían comprensión y tolerancia y, cuando podían, me apoyaban”, indica.

Una vez bachiller, Maydana trabajaría un par de años y luego entraría a la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), a la carrera de Comunicación Social. En esa época también fue dirigente, tanto de los universitarios como de los trabajadores de la prensa. A pesar de que la dictadura ya era cosa del pasado, Maydana también fue perseguido políticamente, afirma, por el gobierno de Jaime Paz Zamora.

Para Maydana, hoy el movimiento organizado estudiantil y universitario ha desmejorado, en buena parte debido a un proceso de despolitización general en el periodo democrático. “Los centros educativos no son ya como antes, donde había discusión social, debate político y de ideas”. Si bien se escucha discursos y reivindicaciones sociales, esto se hace solo de manera formal y superficial, opina Maydana. Los dirigentes también cambiaron, “antes costaba ser dirigente estudiantil”. La elección de dirigentes ya no se realiza desde la base, como tampoco hay una relación directa con ésta, enfatiza. “Actualmente, la dirigencia busca más el sustento de la cúpula y del poder político, ya no desde la base, para lo cual se hacen ciertas concesiones”.

Tras ejercer el periodismo radial y escrito (en el extinto Presencia), hoy  Maydana trabaja en temas de descentralización, gestión municipal y participación ciudadana.

Perfil

Nombre: Raúl Maydana 

Nacimiento: 11 de noviembre de 1960

Profesión: Comunicador Social

Pasos

Nació en Tiwanaku. Estudió en los colegios Franz Tamayo y Ayacucho Nocturno; fue secretario ejecutivo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UMSA y delegado a la COB en la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia.

Comparte y opina:

Mario Molina: Huelguista contra Banzer

La huelga de hambre de cuatro mujeres mineras entre la Navidad y el Año Nuevo del 77-78 tuvo su fuerza en su masificación; un exdirigente estudiantil testimonia lo que pasó en Oruro.

/ 3 de mayo de 2015 / 04:07

Fue parte, en Oruro, de la masificación de la huelga de las cuatro mujeres mineras que aceleró la caída de la dictadura de Hugo Banzer, a fines de 1977 y principios de 1978. La huelga de Luzmila de Pimentel, Nelly de Paniagua, Aurora de Lora y Angélica de Flores irrumpió en diciembre del 77. La reacción en cadena no se hizo esperar. En todo el país aparecieron más piquetes, Oruro no fue la excepción. En la Universidad Técnica de Oruro (UTO) se convocó de forma secreta a una asamblea general y, bajo la dirigencia de Mario Molina, la Facultad de Derecho se declaró en huelga (posteriormente se sumarían las demás facultades).

Debido a que la universidad se encontraba a unas cuadras de la Prefectura, la huelga universitaria causó gran revuelo. “Padres y policías intentaban sacarnos”, recuerda el dirigente. Después de cuatro días sin comer, los huelguistas orureños recibieron la noticia de que Banzer había cedido y convocaba a elecciones generales. Molina sería elegido secretario ejecutivo de la Federación Universitaria Local (FUL).

Desde que estaba en el colegio, el Instituto Americano, Molina se vio interesado por las corrientes de izquierda. El éxito de la revolución cubana, la presencia del Che en Bolivia  y las marchas obreras que llegaban a la ciudad para exigir sus demandas, le influenciaron en su ideología.

“Nunca más milité en otra corriente. Si bien no sigo apoyando a la izquierda orgánicamente, lo hago ideológicamente”. Al salir bachiller, comenzó sus estudios de Derecho en Chile, pues el sueño de muchos se hizo realidad al ver cómo el primer gobierno socialista de Latinoamérica, encabezado por Salvador Allende, lograba alcanzar el poder.

“Como muchos otros, buscamos llegar lo más rápido posible a Santiago (de Chile)”. Una vez ahí, presenciaría cómo “se montaba un aparato político y económico desde la embajada norteamericana para derrocar al gobierno de Allende”, hecho que, junto con la pérdida de camaradas a manos de la dictadura de Augusto Pinochet, radicalizaría a los estudiantes de la época. De regreso a Bolivia, Molina continuaría sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad Técnica de Oruro (UTO) donde militaría en tendencias trotskistas. Durante la dictadura de Banzer, se convertiría en dirigente del clandestino Comité Interfacultativo.

Para Molina, la actual situación política “viene larvariamente desde atrás, es el fruto de la lucha antigua. El actual proceso de cambio es el resultado de la acumulación de fuerzas históricas”. Bolivia se encuentra mucho mejor que hace 35 años, tanto económica, como políticamente. No obstante, el Gobierno no está exento de falencias. El pequeño productor campesino, por ejemplo, no es objeto de ninguna política estatal concreta, “la cobertura que les brinda el Seguro Agrario es ínfima”, afirma el entrevistado.  La salud también está descuidada, afirma: “para el no asalariado, estar enfermo es grave”.

Actualmente Molina transita entre la actividad pública y la privada. Posee gran experiencia en el área rural. Fue asesor de cuatro ministros y da cátedra en una maestría. Como buen orureño —no deja de reconocer— baila hace 25 años en el Carnaval y demás festividades folklóricas, sobre todo como moreno y diablo.

Perfil

Nombre: Mario Molina 

Nació: 20 de abril de 1954

Ocupación: Asesor, investigador y catedrático universitario

Política

“Estudiante que entraba en la universidad era estudiante que debía hacer política, para bien o para mal, en los blancos o en los negros. Uno debía tomar partido, era una realidad ineludible”, recuerda Mario Molina la politización universitaria de los años 70-80.

Comparte y opina:

Mario Molina: Huelguista contra Banzer

La huelga de hambre de cuatro mujeres mineras entre la Navidad y el Año Nuevo del 77-78 tuvo su fuerza en su masificación; un exdirigente estudiantil testimonia lo que pasó en Oruro.

/ 3 de mayo de 2015 / 04:07

Fue parte, en Oruro, de la masificación de la huelga de las cuatro mujeres mineras que aceleró la caída de la dictadura de Hugo Banzer, a fines de 1977 y principios de 1978. La huelga de Luzmila de Pimentel, Nelly de Paniagua, Aurora de Lora y Angélica de Flores irrumpió en diciembre del 77. La reacción en cadena no se hizo esperar. En todo el país aparecieron más piquetes, Oruro no fue la excepción. En la Universidad Técnica de Oruro (UTO) se convocó de forma secreta a una asamblea general y, bajo la dirigencia de Mario Molina, la Facultad de Derecho se declaró en huelga (posteriormente se sumarían las demás facultades).

Debido a que la universidad se encontraba a unas cuadras de la Prefectura, la huelga universitaria causó gran revuelo. “Padres y policías intentaban sacarnos”, recuerda el dirigente. Después de cuatro días sin comer, los huelguistas orureños recibieron la noticia de que Banzer había cedido y convocaba a elecciones generales. Molina sería elegido secretario ejecutivo de la Federación Universitaria Local (FUL).

Desde que estaba en el colegio, el Instituto Americano, Molina se vio interesado por las corrientes de izquierda. El éxito de la revolución cubana, la presencia del Che en Bolivia  y las marchas obreras que llegaban a la ciudad para exigir sus demandas, le influenciaron en su ideología.

“Nunca más milité en otra corriente. Si bien no sigo apoyando a la izquierda orgánicamente, lo hago ideológicamente”. Al salir bachiller, comenzó sus estudios de Derecho en Chile, pues el sueño de muchos se hizo realidad al ver cómo el primer gobierno socialista de Latinoamérica, encabezado por Salvador Allende, lograba alcanzar el poder.

“Como muchos otros, buscamos llegar lo más rápido posible a Santiago (de Chile)”. Una vez ahí, presenciaría cómo “se montaba un aparato político y económico desde la embajada norteamericana para derrocar al gobierno de Allende”, hecho que, junto con la pérdida de camaradas a manos de la dictadura de Augusto Pinochet, radicalizaría a los estudiantes de la época. De regreso a Bolivia, Molina continuaría sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad Técnica de Oruro (UTO) donde militaría en tendencias trotskistas. Durante la dictadura de Banzer, se convertiría en dirigente del clandestino Comité Interfacultativo.

Para Molina, la actual situación política “viene larvariamente desde atrás, es el fruto de la lucha antigua. El actual proceso de cambio es el resultado de la acumulación de fuerzas históricas”. Bolivia se encuentra mucho mejor que hace 35 años, tanto económica, como políticamente. No obstante, el Gobierno no está exento de falencias. El pequeño productor campesino, por ejemplo, no es objeto de ninguna política estatal concreta, “la cobertura que les brinda el Seguro Agrario es ínfima”, afirma el entrevistado.  La salud también está descuidada, afirma: “para el no asalariado, estar enfermo es grave”.

Actualmente Molina transita entre la actividad pública y la privada. Posee gran experiencia en el área rural. Fue asesor de cuatro ministros y da cátedra en una maestría. Como buen orureño —no deja de reconocer— baila hace 25 años en el Carnaval y demás festividades folklóricas, sobre todo como moreno y diablo.

Perfil

Nombre: Mario Molina 

Nació: 20 de abril de 1954

Ocupación: Asesor, investigador y catedrático universitario

Política

“Estudiante que entraba en la universidad era estudiante que debía hacer política, para bien o para mal, en los blancos o en los negros. Uno debía tomar partido, era una realidad ineludible”, recuerda Mario Molina la politización universitaria de los años 70-80.

Comparte y opina:

Últimas Noticias