Sociedad

Friday 17 May 2024 | Actualizado a 03:30 AM

Vecinos del Sur electrifican sus cercas pese a una prohibición edil

Desconocimiento. La Alcaldía y otras entidades echaron al olvido la norma 66/96

Por La Razón

/ 16 de enero de 2011 / 05:00

En la zona Sur de la ciudad de La Paz hay inmuebles que tienen cercas electrificadas, pese a la prohibición de la ordenanza 66/96, aprobada hace 15 años, la misma que la Alcaldía paceña no hace cumplir. Las vallas eléctricas, que pueden ser instaladas por uno mismo o por una empresa privada, se suman  a las otras medidas de seguridad que han tomado vecinos de esta zona, para hacer frente a la delincuencia.

En viviendas de Achumani, Calacoto, Cota Cota y Los Pinos no sólo se encuentran vallas eléctricas, sino alambre tejido, alambre de púas, vidrios, alarmas, sensores, guardias privados y  cámaras de seguridad. Además hay vecinos que han comprado cajas de seguridad y han adquirido pólizas de seguro.

Sin embargo, la instalación de vallas eléctricas está prohibida en la ciudad de La Paz. En 1996, en la gestión del ex alcalde Ronald MacLean, el Concejo Municipal aprobó la ordenanza 66/96, que advierte de acciones penales a propietarios de viviendas que instalen este tipo de cercas.

«Se prohíbe en forma terminante la instalación de cargas eléctricas en muros, cercas, rejas, vallas y otros de carácter perimetral que circundan a las viviendas particulares», dice la norma citada.

Rodrigo Soliz, director de Mantenimiento del Gobierno Municipal, afirmó que hasta este momento la Alcaldía no  logró identificar ni una sola vivienda que cuente con una cerca electrificada.

Añadió que la ordenanza de 66/96, que prohíbe estas instalaciones, se aprobó de manera puntual para que se investigue el caso del niño Juan Gabriel Estellanos, quien sufrió una descarga eléctrica de una valla, a consecuencia de la cual perdió el dedo índice.

«Cómo podemos saber qué malla está electrificada. Obviamente es difícil saber qué casas tienen electricidad en sus cercas, entonces se debe recurrir a los vecinos y como no hay denuncias, no podemos hacer las notificaciones», manifestó. Sin embargo, en un recorrido que hizo este diario por las zonas citadas, halló sin mucha dificultad las vallas prohibidas, que tienen notorios avisos  que advierten del peligro al que se expone quien trate de rebasarlas. Desde 1996, cuando se emitió la 66/96, sólo un propietario fue identificado y sancionado por tener cercas electrificadas.

Desde entonces no se realizaron operativos, ni controles y menos intervenciones, a pesar de que en los muros o paredes de las zonas como Achumani, Calacoto, Cota Cota y Los Pinos se tiene el anuncio de ¡Cuidado alto voltaje!, ¡Alto, cerca electrificada! y otros. Incluso en estos carteles se incluye el nombre y el número telefónico de la empresa que brinda el servicio.

Soliz explicó que «son las subalcaldías, las dueñas del territorio, quienes autorizan la instalación, de las cercas. Son ellas y no la Dirección de Mantenimiento.  Además, las solicitudes de inspección también deben ser canalizadas por las autoridades de los macrodistritos», recalcó el director.

No obstante, la subalcaldesa de la zona Sur,  Jeanett  Ferrufino, confirmó que su autoridad no aprobó ninguna autorización para la instalación de bardas eléctricas. «No autorizamos ningún elemento que ponga en peligro la seguridad de la población, haremos la verificación de estas vallas.

No he visto la existencia de las cercas, hasta que usted me llamó (no tenía conocimiento de su existencia)», dijo la responsable del macrodistrito. Las declaraciones de ambas autoridades y la constatación efectuada por este diario en la zona Sur de la ciudad revelan que la ordenanza que prohíbe la instalación de bardas eléctricas simplemente quedó archivada.

Según Ferrufino, en muchos casos el aviso de  ¡Cuidado, valla eléctrica! es sólo un aviso, pero que en realidad no tienen nada de eléctrico. ¿Usted verificó si están realmente electrificadas? consulto la Subalcaldesa a la periodista de La Razón. Algo similar sucede en el Concejo Municipal de La Paz. Denis Osterman (MSM) aseguró que desconoce la ordenanza de 1996 y la existencia de cercas electrificadas.

«¡Eso es criminal! , no debe haber ninguna barda electrificada, si se detecta  hay que intervenir, no se puede hacer eso», señaló. El concejal Jorge Silva (MAS) admitió que «la verdad no conocía de la existencia de este documento, de seguro se quedó archivado como muchos otros, porque no tenemos una Gaceta Municipal, que de nombre existe, pero no en los hechos».

Silva sugirió la modificación de esta ordenanza que en su artículo 2 dispone el inicio de acciones penales contra los propietarios de los inmuebles donde se encuentren cercas electrificadas. Esto, según dijo el concejal del MAS,  podría ser remplazado por sanciones económicas a través del cobro de impuestos, lo que obligaría a que los dueños de inmuebles desactiven las vallas prohibidas.

En la ordenanza también se prohíbe a Electropaz la otorgación de autorizaciones para la instalación de cercas eléctricas. Según la dirección de Comunicación de esta empresa, Electropaz siempre dio cumplimiento a esta  norma.

Pero el problema fundamental pasa porque el país no tiene políticas claras de seguridad ciudadana y la población busca formas de proteger sus enseres y su vivienda. Ésta es la respuesta que este medio logró de los propietarios, a los que les consultó por qué instalan las cercas con electricidad, pese a la prohibición.

El caso Juan Gabriel Estellanos

En 1996, este niño sufrió una descarga de 240 voltios sólo por tocar el timbre de la vivienda de Silvia Portal Arduz, que tenía la cerca electrificada, para recuperar su balón. El proceso por daños graves duró tres años y concluyó con un acuerdo transaccional, aunque el menor perdió el dedo índice.

Según la abogada María Teresa Montaño, que representó al menor, este incidente dio paso a la aprobación de la ordenanza 66/96, que prohíbe el uso de bardas electrificadas en La Paz.

Argumentos a favor

Daniel : «Por seguridad hay cercas eléctricas»
Por el movimiento de esta calle, porque no hay policías sólo hay seguridad privada. A veces hay asaltos por aquí, por eso la mayoría de los vecinos optamos por tener cercas eléctricas o porteros eléctricos y guardias privados. Tenemos adentro un sistema de seguridad con sensores y
alarmas; es sólo por seguridad.

Sandra: «Si está prohibido,  aquí nadie lo cumple»
Electrificaré la cerca porque lo único que buscamos es tener medidas de seguridad. Tengo perros y un sistema de seguridad interna. Por aquí ha habido varios robos y queremos evitar cualquier problema, la cerca electrificada me dará mas seguridad y si está prohibida nadie la cumple porque mucha gente tiene en toda la zona Sur.

Ramiro: ‘Tenemos cajas fuertes empotradas’
Nosotros tenemos que tener mínimamente un guardia, sistemas de monitoreo, compramos cajas fuertes, pólizas de seguro. Si alguien corta el alambre de púas o pasa la valla, los sensores detectan todo y suenan las alarmas y de inmediato la empresa de seguridad llama a la Policía.

 José: ‘Es para ahuyentar a los delincuentes’
Eso es de siempre, todos tenemos alambres de púas, otros tienen con electricidad. La parte de seguridad en cuanto a mallas y alarmas es prudente por lo menos para ahuyentar a los delincuentes, claro que no es suficiente, porque lo que debería existir es un mayor patrullaje, más policías en las calles para dar seguridad.

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Riesgo de convulsión

De nada sirvieron las escasas y tardías explicaciones de algunas autoridades, el rumor había echado raíces

Por La Razón

/ 16 de mayo de 2024 / 06:25

En menos de una semana, el Gobierno promulgó un decreto supremo y lo abrogó debido a amenazas de movilizaciones y actividades de protesta contra la norma, que, como tantas otras, no había sido promocionada y mucho menos socializada, lo cual permitió que circule abundante desinformación que galvanizó las posiciones de rechazo. El Gobierno dio el paso atrás para evitar la “convulsión”.

Se trata del DS 5143, creado, según autoridades de gobierno, para transparentar los trámites de propiedades en las oficinas de Derechos Reales y desburocratizar el procedimiento, que actualmente puede tardar hasta dos o tres años. Según el viceministro de Defensa del Consumidor, el decreto disponía la bancarización, para pagos en línea, y la interoperabilidad, para el cruce de información entre gobiernos municipales, el Servicio General de Identificación Personal (Segip) y el Servicio de Registro Cívico (Serecí); además, se trataba de la actualización de un decreto promulgado durante el gobierno de Carlos Mesa en 2004.

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Nada de esto es lo que se discutía en las calles y centros de reunión de opositores: se especuló que el decreto serviría para posibilitar la intromisión del Estado en la administración y la tenencia de la propiedad inmueble de privados o que exigiría una nueva certificación para trámites de compra-venta. De nada sirvieron las escasas y tardías explicaciones de algunas autoridades, el rumor había echado raíces y se multiplicaban las amenazas de movilizaciones.

Más tardó el Presidente en anunciar la abrogación de la norma que los líderes de las únicas dos fuerzas políticas con representación parlamentaria en salir al espacio público y celebrar la “derrota” del Gobierno. En tiempos de política de suma cero, poco o nada importa la relevancia o necesidad de políticas públicas: todo se reduce a imponer las ideas propias y evitar a cualquier costo las opuestas. Agréguese a ese estado de cosas una gestión gubernamental llena de contradicciones y se produce lo que tantas veces se ha lamentado en este mismo espacio: pérdida de confianza de la población en las instituciones gubernamentales.

La creciente conflictividad, las dirigencias opositoras claramente orientadas a la solución por el desastre y la incapacidad gubernamental para crear y sostener alianzas y consensos (excepto cuando se trata de apropiarse del partido político), son un buen caldo de cultivo para la convulsión, lo cual no significa que haya, en realidad, planes para provocarla y forzar la caída del Gobierno.

En tiempos cuando menudean los discursos desinformadores y polarizadores, además de la memoria reciente de hechos sediciosos, es tentador acusar a la oposición, o a agentes no identificados, de buscar la convulsión; sin embargo, también suele ser evidente que los conflictos pueden ser fabricados con el propósito de influir sobre el ánimo de la población. Identificar quién gana más con la polémica, el conflicto y la abrogación del mentado decreto serviría para señalar quién es el más interesado en que haya miedo por la amenaza de convulsión.

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Día del Periodista

Por La Razón

/ 12 de mayo de 2024 / 00:57

El 10 de mayo, las y los periodistas de Bolivia recordamos nuestro día. ¿Hay algo que celebrar?, nos preguntamos. Y sí, existen motivos. Pero también hay nubarrones para el oficio. Por ello, más allá de los homenajes, fue un día de balance y reflexión. ¿En qué condiciones realizamos nuestra labor? ¿Cuánto aportamos a la conversación pública en democracia? ¿Cómo nos ve la sociedad?

Hace más de ochenta años, en 1938, el presidente Germán Busch promulgó un decreto supremo – luego elevado a rango de ley– que creaba la Caja de pensiones, jubilaciones y montepíos de los trabajadores asalariados de la prensa. No fue una concesión, sino una conquista como resultado de años de exigencia de derechos. Así, el 10 de mayo fue declarado Día del Periodista. Tiempo después, en 1953, un decreto supremo del presidente Víctor Paz Estenssoro estableció ese día como feriado para los periodistas.

De ese modo, cada 10 de mayo las y los periodistas revindicamos nuestro oficio y recibimos homenajes, salutaciones, reconocimientos. Es como un día destinado a elogiar el lugar que ocupa el periodismo en una sociedad democrática. Celebramos pues que, pese a dificultades y condiciones adversas, seguimos en el empeño diario de brindar información y opiniones como insumo para la deliberación colectiva. Sostenemos asimismo la necesidad de garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.

Pero el Día del Periodista es, o debiera ser, además, una ocasión propicia para el balance, para mirarnos puertas adentro y evaluar nuestro desempeño. Este ineludible ejercicio frente al espejo no puede ser autocomplaciente ni tampoco de solo flagelación, sino autocrítico. Para empezar, es importante evaluar las condiciones difíciles, a veces precarias, en las que estamos realizando nuestro trabajo, en un contexto donde las nuevas tecnologías digitales plantean serios desafíos a los medios de comunicación.

Es preocupante asimismo para el oficio periodístico el escenario de crisis no solo político-institucional en el país, sino también la complicada situación económica. Trabajamos en medio de la incertidumbre, sin horizonte de futuro. Y somos parte de la persistente polarización, que bloquea el diálogo plural y dinamita los puentes de encuentro. Diferentes estudios de opinión señalan que la ciudadanía y los liderazgos ven a los medios como promotores del enfrentamiento. Y hasta nos perciben como actores políticos.

¿Cuánto estamos contribuyendo, en el día a día, a la convivencia en democracia? ¿Cómo mejorar nuestras condiciones de trabajo, libres de presiones y amenazas? Y la pregunta esencial: ¿estamos haciendo buen periodismo, conforme a nuestros códigos de ética o, más bien, un periodismo instrumental, con arreglo a nuestra propia agenda y otros intereses? Hay que celebrar el Día del Periodista con llamamiento urgente para cuidar el oficio y, entre otras cosas, frenar la degradación de nuestras asociaciones. 

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El MAS y la crisis

La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos

Por La Razón

/ 9 de mayo de 2024 / 06:39

Para nadie debe ser desconocido que el Movimiento al Socialismo (MAS) es la fuerza política más importante de las últimas décadas y el único partido con estructura y potencia suficientes para intervenir en todas las esferas de la vida pública. Sin embargo, precisamente por estos atributos, la feroz lucha que han desatado sus dirigentes no solo afecta al partido, sino a todo el Estado.

Más tardó en terminar el X Congreso del partido, el domingo, en la ciudad de El Alto, convocado por el “ala arcista” del partido, que portavoces del “ala evista” en descalificar el encuentro de la peor forma posible y amenazar con todo tipo de recursos, legales y no, para impedir que las decisiones acordadas lleguen a materializarse.

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No es para menos: se ha elegido a un nuevo jefe nacional del partido, honor que recayó en Gróver García, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), afín al presidente Arce, y se ha decidido revisar el estatuto del MAS para eliminar la disposición que concede la dirección vitalicia del partido al expresidente Evo Morales y para eliminar la restricción de antigüedad como militante para asumir cualquier candidatura.

Para que el congreso masista pudiese llevarse a cabo y que contase con la presencia de veedores del Tribunal Supremo Electoral (TSE), hizo falta que una Sala Constitucional de La Paz ordenase al Órgano Electoral cumplir con el artículo 30 de la Ley de Partidos Políticos. Entre analistas y opinadores de todas las tendencias hubo consenso en que se trata de un nuevo “fallo a la carta”, de los que menudean desde que los magistrados del Órgano Judicial decidieran autoprorrogarse.

A esta evidente muestra de injerencia de un órgano sobre otro (primero el Ejecutivo sobre el Judicial y luego éste sobre el Electoral), se suma la cantidad de ocasiones en que delegados y portavoces del evismo han descalificado al TSE y sus resoluciones por ser contrarias a sus intereses y expectativas. La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos.

Súmese a este estado de cosas la previsible pugna que se desatará en la Sala Plena del TSE cuando algunos vocales intenten incidir en favor de uno u otro aspirante a candidato. Entonces, las acusaciones y descalificaciones que hoy se sugieren, serán amplificadas, dañando de manera feroz la credibilidad y reputación del órgano llamado constitucionalmente a administrar los procesos que dan sustento al sistema democrático boliviano y a dar legitimidad a las autoridades electas.

A estas alturas de la lucha es, pues, evidente que sin importar el tono y el contenido de los mensajes que una y otra facción del MAS publicitan, lo verdaderamente central para ambas partes es asegurar que el candidato propio llegue a la papeleta y/o que el contrincante no lo logre. Si para tal fin tienen que terminar de romper la institucionalidad del Estado, no dudarán en hacerlo, y eso son malas noticias.

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Democracia en riesgo

Por La Razón

/ 5 de mayo de 2024 / 00:34

La reciente decisión de una sala constitucional en torno al “congreso del MAS-IPSP” convocado por dirigentes de la facción arcista constituye una tosca injerencia en las competencias del TSE. Y cruza un límite que pone en riesgo no solo la institucionalidad electoral, sino la propia democracia. Es fundamental ponerle freno antes de que conduzca a una deriva autoritaria.

 Una de las condiciones fundamentales de un Estado de Derecho es la autonomía e independencia de los órganos del poder público, además de su separación. Cuando uno o más órganos se subordinan a otro o surge una especie de suprapoder, esa estructura y organización funcional del Estado se resquebraja. Asimismo, cuando el sistema de gobierno empieza a depender de decisiones arbitrarias e inconstitucionales, la democracia está en riesgo. Estamos transitando ese muy peligroso umbral en el país.

En nuestro proceso de construcción y reforma estatal, no es nuevo que el Legislativo dependa de los mandatos del Ejecutivo. Tampoco es raro que la administración de justicia esté subordinada al poder político y a poderes fácticos. Lo crítico es que surja un suprapoder que imponga sucesivos fallos por fuera del marco constitucional y pisoteando la institucionalidad democrática. Desde el año pasado hay un suprapoder en Bolivia que, en consorcio con actores políticos, opera desde el TCP y algunas salas constitucionales.

A punta de sentencias, declaraciones y autos constitucionales, y algunas acciones de defensa, un arriesgado suprapoder está llevando a límites insostenibles el funcionamiento de los órganos del poder público y del sistema de gobierno. Así, bloquearon las elecciones judiciales, suspendieron las funciones de fiscalización de la ALP, se autoprorrogaron, beneficiaron a terratenientes y ahora están emitiendo “instrucciones” sobre las organizaciones políticas y los procesos electorales. Es inaceptable.

Es muy complicado y sensible para el TSE gestionar las disputas internas en los partidos, en especial en este momento la batalla entre facciones en el MAS-IPSP. Debe hacerlo en estricto cumplimiento de la Ley de Organizaciones Políticas y de los estatutos partidarios. ¿Qué ocurre cuando una sala constitucional, desde su filiación política, impone acciones que violan la normativa y vulneran las atribuciones del organismo electoral? Eso es lo que acaban de hacer, sin sonrojarse, los vocales Campero y Angles.

En un pronunciamiento difundido este viernes, las autoridades del Órgano Electoral Plurinacional exigen con timidez el respeto a la independencia de poderes para garantizar la democracia en el país. No es una exigencia menor. En realidad, se está advirtiendo que, si magistrados y jueces continúan perforando el sistema y la institucionalidad electoral, la democracia boliviana está en riesgo. Es fundamental que la disputa política no termine derrumbando el orden constitucional y el régimen democrático.

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Elección en suspenso

Las reacciones luego de conocido el fallo revelaron, cómo no, una nueva fuente de incertidumbre

Por La Razón

/ 2 de mayo de 2024 / 06:16

Como se decía días atrás en este mismo espacio, hace mucho que actores políticos y operadores judiciales están empeñados en frenar sin fecha las elecciones judiciales. El más reciente fallo constitucional ordena no solo paralizar el proceso, sino devolverlo al inicio y comenzar con una nueva ley de convocatoria; el argumento es la defensa de derechos, pero la intención tal vez no.

El 18 de abril, Yeny Duri, dirigente indígena y abogada, candidata eliminada en el proceso de preselección, presentó una acción popular en la que denunció que las aspirantes indígenas de Pando no recibían un trato equitativo en comparación con las de otros departamentos, señalando la falta de oportunidades equitativas en el proceso de preselección. La Sala Constitucional Primera de Cobija emitió el lunes una medida cautelar que suspendió el proceso de preselección en curso y luego, el martes, dictaminó que el proceso de preselección debía dejarse sin efecto completamente, argumentando que la convocatoria inicial no había considerado adecuadamente la inclusión de mujeres e indígenas, e instruyó elaborar una nueva.

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La reacciones luego de conocido el fallo revelaron, cómo no, una nueva fuente de incertidumbre, pues si bien hay voces, como la del expresidente Eduardo Rodríguez, quien argumentó que la Sala Constitucional de Cobija era incompetente para emitir tal fallo y que sus razonamientos eran improcedentes, sugiriendo que la Asamblea Legislativa debería continuar con el proceso de preselección, la Comisión Mixta de Constitución decidió entrar en cuarto intermedio hasta hoy, a la espera de la notificación oficial del fallo.

El Presidente de la Comisión, Miguel Rejas, del MAS, afirmó que la intervención de la Sala es una «aberración» y criticó duramente a los vocales que concedieron la tutela a la candidata Duri; dijo también que el fallo fue resultado de manipulaciones por parte de vocales y jueces, sugiriendo que algunos de ellos habían sido influenciados por quienes presentaron amparos.

A su vez, la senadora Andrea Barrientos indicó que el fallo de la Sala es «ilegal e inaplicable» y que ninguna sala constitucional tiene la competencia para declarar la inaplicabilidad de una ley, especialmente de la Ley 1549, que ha pasado por control constitucional y cuenta con amplio respaldo legislativo. El diputado por Creemos Leonardo Ayala argumentó que la decisión vulnera los derechos de los más de 400 postulantes habilitados para el proceso de preselección. El Presidente Nato de la Asamblea, como es habitual, no apareció.

La interminable sucesión de recursos judiciales y constitucionales, sumada a la incapacidad de las y los legisladores para acordar un plan de acción capaz de superar los obstáculos que unos y otros ponen en el camino, muestra todo, menos voluntad política, para cumplir con el mandato constitucional de realizar la elección de autoridades del Judicial. Mientras tanto, el sistema judicial boliviano se hunde irremediablemente.

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