Sociedad

Sunday 19 May 2024 | Actualizado a 17:37 PM

Historias locas de personajes increíbles

Abandono. Son desamparados por sus familias y por el Estado

Por La Razón

/ 20 de febrero de 2011 / 05:00

«El Choco» reparte flores a las mujeres que pasan por la calle 21 de Calacoto. «La Princesa» vive entre el cielo, la realeza y la tierra. «La Gordita» busca comida en los basureros. «Óscar» dirige el tráfico y el «Vincentti» habla tres idiomas por un cigarrillo.

Son personajes que caminan por las calles sin rumbo, porque padecen trastornos que los han separado de la realidad. Sin embargo, se dan modos para sobrevivir, tienen sus espacios en la ciudad e historias que contar.

Son conocidos pero a la vez rechazados, estigmatizados y hasta expulsados, primero por sus familiares, después por la sociedad y finalmente están desamparados por el Estado, que no tiene una política de salud mental.

 Los miramos pero escapamos de ellos. «Porque te pueden pegar, no sabes cómo reaccionarán, de lejos se le puede arrojar comida, pero mejor si no te acercas», advierte Saúl, un canillita de la avenida Mariscal Santa Cruz.

Algunos de los marginados arrastran consigo bolsas de plástico, comida que sacan de los basureros, frazadas desechas o simplemente recuerdos con los que salieron de casa. Pero cada uno de estos personajes deja su huella en el lugar donde viven o transcurren, porque en esos barrios y calles son conocidos.

Personajes como la Tía Núñez (la pianista que enloqueció por amor), el Maradona (quien realizaba  piruetas futbolísticas en el atrio de la UMSA), la Gripe y el Catarro (una pareja que se inmortalizó en el pasillo del Museo Costumbrista), la Oradora (que era el terror de los parlamentarios porque daba sus discursos en la plaza Murillo), el David (que pasaba con sus periódicos en San Pedro) y el Comandante Mamani, (el sindicalista y experto orador de la Plaza de los Héroes). Fueron y son parte de la cotidianidad paceña.

Fernando Garitano, jefe médico del centro de Rehabilitación y Salud Mental San Juan de Dios, confirma que la mayoría de las personas que están abandonadas en las calles tiene enfermedades mentales ligadas a trastornos psicóticos crónicos, que es un estado en el que los enfermos están fuera de la realidad. El origen del daño cerebral puede ser congénito o infeccioso, muchas veces se debe a la mala nutrición y problemas del desarrollo durante el embarazo.

Otra causa es el consumo de alcohol e inhalantes como la clefa a la que se llega por factores sociales, vinculados a la pobreza, la violencia intrafamiliar y el abandono, explica el especialista.

Al respecto, la OMS es tajante. «La subalimentación y la mala nutrición contribuyen mucho más que todas las otras causas juntas, y en un mayor porcentaje de casos, al retraso intelectual de los niños y a una función deficitaria en los adultos».

‘La Princesa’ Vive en tres mundos y dice tener orígenes franceses.

Divaga entre tres realidades y mundos, la tierra, el cielo y la realeza. La llaman Princesa y se comporta como tal. Vive en el centro de Rehabilitación y Salud Mental San Juan de Dios, donde está internada hace ocho meses.

 Se ganó el sobrenombre porque es muy delicada, paciente y respetuosa, (aunque aseguran que la encontraron gritando y haciendo escándalo en la avenida Mariscal Santa Cruz, desde donde fue remitida hace ocho meses).

Dice tener 17 años aunque su rostro revela que pasa los 45. En el centro nadie conoce su verdadero nombre porque fue trasladada por policías y desde que la dejaron allí nunca nadie reclamó por ella ni vinieron a visitarla, revela el padre Juan Ruiz.

«Yo soy simplemente una princesa. Soy así como me ves, hermosa, pero aquí (cree estar en el cielo) soy una diosa y vivo con mis hermanos que son santos, cuando era chiquitita me divertía a lo grande con papá Dios», relata.

Hace todo un esfuerzo por pronunciar algunas palabras en francés. «Mis tíos son tipos franceses, pero yo no hablo porque eso es poco a poco ¿no?  Hablo un poco de inglish, linguisch y espanisch, ¿y tú hablas francés?», pregunta con una sonrisa.

Todos la llaman princesa pero ella dice también ser una diosa y en momentos asegura llamarse Estrella. «Mi padre es Dios, mi hermano es Jesús y mis hermanas son diosas. Yo quería tener papá en momentos difíciles, pero vinieron tres extranjeros y mi papá (que es) Dios, no es el único, tengo otros tres papás, pero no me acuerdo sus nombres».

Las manchas en sus mejillas y su frente cubren su rostro que refleja expresiones de dolor y tristeza. Y sus ojos revelan un profundo sufrimiento, pero se iluminan cuando habla de ella y su hijo.

Recorre todas las tardes el jardín del Centro de Salud Mental, se sienta en la banca principal y es atenta cuando alguien se acerca para conversar y preguntarle ¿Y tienes bebés?  «No, no, con quién voy a tener un bebé, tengo un hijo si del otro lado, (en la tierra) es Yelsin André Méndez Calle». ¿Y cuántos años tiene tu hijo?  «No sé, cuando yo lo dejé tenía 17 años. Ya no sé cuántos años tiene. Estoy aquí muchos años».

Mueve constantemente sus manos y sus pies, mira el ocaso y sonríe. Está dispuesta a recibir otra pregunta ¿Entonces te enamoraste? «Si me enamoré, pero ahora soy una persona solterita. Aquí me enamoré y en el otro lado (afuera) ya no recuerdo si he tenido un amor, pero eso con mucho cuidado,  qué va a decir la gente», advierte.

Una y otra vez habla de sus tres espacios. Piensa que vive en el cielo con Dios y que  los demás internos son sus hermanos, a quienes los llama «santos», pero a la ves dice ser una estrella y tiene aires de grandeza porque asegura ser descendiente de francés, pero no sabe en cuál de los espacios se encuentra en la actualidad.

Le gusta pintar y hacer trabajos manuales, pero ahora dice que estudia administración, sueña con hacer un diplomado y una maestría, asegura que al año se graduará, y que volverá a vivir con su padre y su hijo.

Al despedirse da la mano, un beso en la mejilla y regala una sonrisa, se queda en la banca pensando y mirando los muros del centro, donde comparte su vida con otros 160 pacientes que al igual que ella viven en su mundo.

‘La Gordita’ Vive en la calle y busca comida en los basureros

 n Mide como un metro diez centímetros, tiene el rostro triste, sólo le queda un diente. Su aliento es fuerte, entre putrefacto y rancio. No habla pero hace todo el esfuerzo para pronunciar algunos vocablos en aymara y quechua, cuando siente que puede confiar en alguien para entablar una conversación.

Las canas que corren por su pelo, completamente despeinado, revelan que pasa los 60 años, sus calzados (ambos impares) están rotos y no tiene calcetines. Viste una falda azul rota y sucia, y lleva puesta una camisa de lana de la cual no se distingue ya el color. Encima lleva otra cantidad de chompas y carga dos bultos en los que tienen varias bolsas con comida.

Todos los días busca algo que comer en las bolsas y los basureros de la plaza de San Pedro, donde las dulceras la conocen como «la loquita». «No hay que molestarla sino te insulta y te grita» asegura doña Míriam la dulcera.

 ¿Qué buscas en estas bolsas? «Hahaha (balbucea) todo, todo esta comiditay». ¿Cuántos años tienes? «Comiditay, largos años, largos, largos, dos, dos no más tengo», responde en aymara .

La conocen como María, algunos alcohólicos la llaman Juana, otros Gordita, pero ella dice no saber cómo se llama, ¿Cómo te llamas?, «hahaha hi, no tengo nombre», responde.

En su conversación hace referencia a una hija ¿Tienes hijitos? «Sihi si»(muestra el cielo). La llama «Imillitay», «Aquí me pegan, aquisito, aquisito esta, comiditay». Uno de los alcohólicos que también está en la plaza de San Pedro, dice que todos la conocen como Juanita, relata que tiene dos hijos, «Aquí vive y aquí morirá, ella vive su vida».

Después de 40 minutos de intentar entablar una conversación, mira con quién habla y se va. Se acerca a los basureros y vuelve a su actividad cotidiana, buscar comida.

 ‘El Choco’ Regala flores a las mujeres y cuida autos por unas monedas

Siempre tiene entre sus manos un ramo de flores que regala a las mujeres que están en sus vehículos o pasan por la calle 21 de Calacoto. Como retribución recibe una moneda. Todos lo conocen como «el Choco», pero otros lo llaman también «el Choco loco», como la gente que lo conoce hace 30 años en la iglesia de San Miguel.

    Todos los días viene en el bus 155 hasta la calle 18 de la avenida Ballivián, donde inicia la recolección de flores de las jardineras. Allí es víctima de golpes, insultos y hasta mojado por los funcionarios municipales que cuidan los espacios verdes, según Juana, la señora que vende periódicos en la calle 21 de Calacoto.

Es de tez clara, pero quemada, ojos verdes, pelo rubio y tiene la nariz rota. Aparenta tener 30 años, siempre está limpio y con una gorra verde. Algunas, cicatrices y ampollas se ven en sus brazos y manos.

El Choco no entabla una conversación con facilidad y confianza ¿No te hace frío? «No, no».  ¿Dónde vives? se le pregunta. «No no, en Pampahasi, allí allí (mueve su cabeza señalando la plaza de la iglesia de San Miguel)».

Habla de su madre Herminia y Lourdes, su hermana que habría muerto hace pocos días. ¿Tienes hermanos? «Ayer murió mi hermana Lourdes, un ataque al corazón, no le han curado, está muerta», dice.

Al hablar rehúye el contacto visual y busca con la mirada un espacio donde fijar sus ojos. Mueve su cabeza  constantemente y revela que le gusta San Miguel. ¿Cuántos años estás aquí? «Ahh dos». ¿Cuando eras niño vivías con tus papás? «Aquí desde chiquito».

‘El Vincentti’ Está internado hace 39 años. Es personaje en Sucre

 Su personalidad y su carisma marcaron historia en las calles de Sucre. Luis Eduardo Vincentti Villegas, abogado de profesión y tataranieto del autor de la música del himno nacional, Leopoldo Benedetto Vincentti, es un personaje tanto dentro, como fuera del psiquiátrico «Gregorio Pacheco». Está internado desde 1972, hace 39 años.

Fue un hombre culto, hablaba tres idiomas (inglés, alemán y francés), logró alcanzar el título de abogado en la ciudad de La Paz. Cuando se refiere a su familia, su rostro cambia. «Se olvidaron de mí», responde rápidamente y pasa a otro tema. Luego, pregunta: «¿Me puedes regalar un pesito?» ¿Para qué? «Para mis cigarritos».

Dice que su papá, Isaac Vincentti Barrientos, soldado de la Guerra del Chaco, le comentó que su tatarabuelo hizo la música del himno nacional. «Mi tatarabuelo era romano, de Italia vino el siglo pasado y se casó en La Paz». También comenta con orgullo: «Soy paceño, boliviano y nunca me olvido» y en ese momento comienza a cantar la primera estrofa del himno nacional.

Hasta hace unos cuatro años, Vincentti era un patrimonio del mercado central. Sobre la calle Junín vendía productos que él mismo fabricaba o simplemente comercializaba mercancías que las propias vendedoras de ese centro de abasto le proporcionaban para que se gane unos pesos. La edad y su estado de salud le obligaron a dejar la actividad que lo mantenía en contacto con la realidad. Este personaje sucrense termina la conversación diciendo: «¿Un cigarrito?», saca uno del bolsillo y se va.

‘Óscar, el barita’ corre y hace ejercicios antes de dirigir el tráfico

En lluvia o en sol, está siempre predispuesto a dirigir el tráfico y orientar a los choferes, pero antes de iniciar su tarea cotidiana, corre, trota y hace ejercicios en la calle Murillo y la Plaza Eguino, donde se lo encuentra todos los días.

Viste un buzo deportivo, que por el gasto revela algunos agujeros y una chompa que también esta delgada de tanto ser usada.

Es delgado y de tez morena tiene el pelo muy corto. Aunque su nombre es Óscar, las dulceras, los choferes y los agentes de parada lo conocen como el «barita de la Murillo» o «el loquito».

Las personas que pasan por esta vía lo miran y se pasan de largo, pero Don José se para y al preguntarle por qué lo mira así responde, «está loquito, mira como corre y vuelve en retro además está lloviendo y a él creo que no le hace frío. Debe estar loquito». Otra mujer presume que es deficiente mental, porque hace de agente de parada. «Creo que le gusta ser barita, porque dirige el tráfico. Mire, corre detrás de los minibuses y  los choferes no le hacen caso», comenta.

Cuando uno se acerca a él para poder hablarle, él responde ¿Hola cómo te llamas? «Óscar» responde. ¿Cuántos años estás aquí? «Ocho años», dice con una mueca  mientras intenta seguir dirigiendo el tráfico.

¿Dónde vives? «En Munaypata con mi mamá, pero ahora estoy ocupado ven otro día» dice y continúa su labor. Una de las dulceras revela que tiene un hermano que es alcohólico y un sobrino que sólo lo recuerda cuando necesita dinero.

Doña María, la dulcera del lugar, cuenta que en una oportunidad Óscar rompió un vaso, después de tomar un jugo de naranja y le quiso pagar un boliviano. «Es agresivo, me lo ha roto un vaso, le he cobrado y se ha enojado. Desde entonces yo le tengo miedo. Además no esta loco se hace pasar por loquito porque gana dinero»

 

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Dilemas opositores

Por La Razón

/ 19 de mayo de 2024 / 00:12

Un reciente estudio de opinión pública realizado por el Celag en el país revela importantes percepciones respecto a la oposición política. Estos datos son significativos en medio de los dilemas de las dirigencias opositoras en torno a su reiterado discurso de unidad versus sus prácticas divisorias. Corre cuenta regresiva para las definiciones rumbo al próximo ciclo electoral.

 La encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) incluye tres preguntas sobre el campo de la oposición. Las tres son críticas. La primera tiene que ver con la mentada unidad. ¿Podrá la oposición política unificarse para las elecciones generales 2025? Solo el 28% de las personas consultadas cree que habrá unidad. Hay, pues, un sentimiento mayoritario de escepticismo respecto a la posibilidad de que la oposición logre un candidato único o un frente amplio.

La segunda pregunta se refiere a la expectativa de los votantes opositores sobre el candidato o dirigente más capacitado para derrotar al MAS en las urnas. El 58% de los encuestados espera un candidato nuevo, reniega de las actuales opciones o no sabe. El apoyo a los candidatos en escena (Reyes Villa, Mesa, Cuéllar, Camacho, algún empresario) es muy bajo y estadísticamente irrelevante. No son buenas noticias para la oposición: la gente ve división y ausencia de un liderazgo ganador.

La tercera indagación de opinión pública del Celag es la más sensible. Casi dos tercios de las personas consultadas, nada menos, afirma que cuando la oposición pierde elecciones “no reconoce su derrota y está dispuesta a generar violencia”. Esta conducta antidemocrática de no reconocimiento del resultado electoral y falta de respeto a la institucionalidad, quizás se deba a que algunos candidatos opositores proclaman “fraude” cuando pierden elecciones. Y a veces lo hacen por anticipado, como en 2019.

Estas percepciones mayoritarias de la ciudadanía respecto al actual campo de la oposición son preocupantes. Más todavía en el actual contexto, degradado y contaminado por la división interna en el oficialismo. Y nos lleva a preguntar en qué condiciones llegará el país al próximo ciclo electoral: con un MAS-IPSP fracturado, muy lejos de ser nuevamente un partido dominante; y una oposición fragmentada, que reafirma su debilidad, su carencia de líderes y su falta de propuestas. El escenario es incierto.

Una democracia de calidad requiere partidos democráticos, líderes representativos y sólido pluralismo político, entre otras condiciones. Ello implica que tanto el oficialismo como las oposiciones deben consolidar sus estructuras partidarias, renovar liderazgos y, en especial, diseñar proyectos de futuro y plataformas programáticas. Nada de eso ocurre a poco más de un año de las elecciones 2025. Hoy la disputa política, entre la división, la polarización y la fragmentación, está concentrada en las minucias. Urge cambio de rumbo.

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Riesgo de convulsión

De nada sirvieron las escasas y tardías explicaciones de algunas autoridades, el rumor había echado raíces

Por La Razón

/ 16 de mayo de 2024 / 06:25

En menos de una semana, el Gobierno promulgó un decreto supremo y lo abrogó debido a amenazas de movilizaciones y actividades de protesta contra la norma, que, como tantas otras, no había sido promocionada y mucho menos socializada, lo cual permitió que circule abundante desinformación que galvanizó las posiciones de rechazo. El Gobierno dio el paso atrás para evitar la “convulsión”.

Se trata del DS 5143, creado, según autoridades de gobierno, para transparentar los trámites de propiedades en las oficinas de Derechos Reales y desburocratizar el procedimiento, que actualmente puede tardar hasta dos o tres años. Según el viceministro de Defensa del Consumidor, el decreto disponía la bancarización, para pagos en línea, y la interoperabilidad, para el cruce de información entre gobiernos municipales, el Servicio General de Identificación Personal (Segip) y el Servicio de Registro Cívico (Serecí); además, se trataba de la actualización de un decreto promulgado durante el gobierno de Carlos Mesa en 2004.

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Nada de esto es lo que se discutía en las calles y centros de reunión de opositores: se especuló que el decreto serviría para posibilitar la intromisión del Estado en la administración y la tenencia de la propiedad inmueble de privados o que exigiría una nueva certificación para trámites de compra-venta. De nada sirvieron las escasas y tardías explicaciones de algunas autoridades, el rumor había echado raíces y se multiplicaban las amenazas de movilizaciones.

Más tardó el Presidente en anunciar la abrogación de la norma que los líderes de las únicas dos fuerzas políticas con representación parlamentaria en salir al espacio público y celebrar la “derrota” del Gobierno. En tiempos de política de suma cero, poco o nada importa la relevancia o necesidad de políticas públicas: todo se reduce a imponer las ideas propias y evitar a cualquier costo las opuestas. Agréguese a ese estado de cosas una gestión gubernamental llena de contradicciones y se produce lo que tantas veces se ha lamentado en este mismo espacio: pérdida de confianza de la población en las instituciones gubernamentales.

La creciente conflictividad, las dirigencias opositoras claramente orientadas a la solución por el desastre y la incapacidad gubernamental para crear y sostener alianzas y consensos (excepto cuando se trata de apropiarse del partido político), son un buen caldo de cultivo para la convulsión, lo cual no significa que haya, en realidad, planes para provocarla y forzar la caída del Gobierno.

En tiempos cuando menudean los discursos desinformadores y polarizadores, además de la memoria reciente de hechos sediciosos, es tentador acusar a la oposición, o a agentes no identificados, de buscar la convulsión; sin embargo, también suele ser evidente que los conflictos pueden ser fabricados con el propósito de influir sobre el ánimo de la población. Identificar quién gana más con la polémica, el conflicto y la abrogación del mentado decreto serviría para señalar quién es el más interesado en que haya miedo por la amenaza de convulsión.

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Día del Periodista

Por La Razón

/ 12 de mayo de 2024 / 00:57

El 10 de mayo, las y los periodistas de Bolivia recordamos nuestro día. ¿Hay algo que celebrar?, nos preguntamos. Y sí, existen motivos. Pero también hay nubarrones para el oficio. Por ello, más allá de los homenajes, fue un día de balance y reflexión. ¿En qué condiciones realizamos nuestra labor? ¿Cuánto aportamos a la conversación pública en democracia? ¿Cómo nos ve la sociedad?

Hace más de ochenta años, en 1938, el presidente Germán Busch promulgó un decreto supremo – luego elevado a rango de ley– que creaba la Caja de pensiones, jubilaciones y montepíos de los trabajadores asalariados de la prensa. No fue una concesión, sino una conquista como resultado de años de exigencia de derechos. Así, el 10 de mayo fue declarado Día del Periodista. Tiempo después, en 1953, un decreto supremo del presidente Víctor Paz Estenssoro estableció ese día como feriado para los periodistas.

De ese modo, cada 10 de mayo las y los periodistas revindicamos nuestro oficio y recibimos homenajes, salutaciones, reconocimientos. Es como un día destinado a elogiar el lugar que ocupa el periodismo en una sociedad democrática. Celebramos pues que, pese a dificultades y condiciones adversas, seguimos en el empeño diario de brindar información y opiniones como insumo para la deliberación colectiva. Sostenemos asimismo la necesidad de garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.

Pero el Día del Periodista es, o debiera ser, además, una ocasión propicia para el balance, para mirarnos puertas adentro y evaluar nuestro desempeño. Este ineludible ejercicio frente al espejo no puede ser autocomplaciente ni tampoco de solo flagelación, sino autocrítico. Para empezar, es importante evaluar las condiciones difíciles, a veces precarias, en las que estamos realizando nuestro trabajo, en un contexto donde las nuevas tecnologías digitales plantean serios desafíos a los medios de comunicación.

Es preocupante asimismo para el oficio periodístico el escenario de crisis no solo político-institucional en el país, sino también la complicada situación económica. Trabajamos en medio de la incertidumbre, sin horizonte de futuro. Y somos parte de la persistente polarización, que bloquea el diálogo plural y dinamita los puentes de encuentro. Diferentes estudios de opinión señalan que la ciudadanía y los liderazgos ven a los medios como promotores del enfrentamiento. Y hasta nos perciben como actores políticos.

¿Cuánto estamos contribuyendo, en el día a día, a la convivencia en democracia? ¿Cómo mejorar nuestras condiciones de trabajo, libres de presiones y amenazas? Y la pregunta esencial: ¿estamos haciendo buen periodismo, conforme a nuestros códigos de ética o, más bien, un periodismo instrumental, con arreglo a nuestra propia agenda y otros intereses? Hay que celebrar el Día del Periodista con llamamiento urgente para cuidar el oficio y, entre otras cosas, frenar la degradación de nuestras asociaciones. 

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El MAS y la crisis

La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos

Por La Razón

/ 9 de mayo de 2024 / 06:39

Para nadie debe ser desconocido que el Movimiento al Socialismo (MAS) es la fuerza política más importante de las últimas décadas y el único partido con estructura y potencia suficientes para intervenir en todas las esferas de la vida pública. Sin embargo, precisamente por estos atributos, la feroz lucha que han desatado sus dirigentes no solo afecta al partido, sino a todo el Estado.

Más tardó en terminar el X Congreso del partido, el domingo, en la ciudad de El Alto, convocado por el “ala arcista” del partido, que portavoces del “ala evista” en descalificar el encuentro de la peor forma posible y amenazar con todo tipo de recursos, legales y no, para impedir que las decisiones acordadas lleguen a materializarse.

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No es para menos: se ha elegido a un nuevo jefe nacional del partido, honor que recayó en Gróver García, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), afín al presidente Arce, y se ha decidido revisar el estatuto del MAS para eliminar la disposición que concede la dirección vitalicia del partido al expresidente Evo Morales y para eliminar la restricción de antigüedad como militante para asumir cualquier candidatura.

Para que el congreso masista pudiese llevarse a cabo y que contase con la presencia de veedores del Tribunal Supremo Electoral (TSE), hizo falta que una Sala Constitucional de La Paz ordenase al Órgano Electoral cumplir con el artículo 30 de la Ley de Partidos Políticos. Entre analistas y opinadores de todas las tendencias hubo consenso en que se trata de un nuevo “fallo a la carta”, de los que menudean desde que los magistrados del Órgano Judicial decidieran autoprorrogarse.

A esta evidente muestra de injerencia de un órgano sobre otro (primero el Ejecutivo sobre el Judicial y luego éste sobre el Electoral), se suma la cantidad de ocasiones en que delegados y portavoces del evismo han descalificado al TSE y sus resoluciones por ser contrarias a sus intereses y expectativas. La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos.

Súmese a este estado de cosas la previsible pugna que se desatará en la Sala Plena del TSE cuando algunos vocales intenten incidir en favor de uno u otro aspirante a candidato. Entonces, las acusaciones y descalificaciones que hoy se sugieren, serán amplificadas, dañando de manera feroz la credibilidad y reputación del órgano llamado constitucionalmente a administrar los procesos que dan sustento al sistema democrático boliviano y a dar legitimidad a las autoridades electas.

A estas alturas de la lucha es, pues, evidente que sin importar el tono y el contenido de los mensajes que una y otra facción del MAS publicitan, lo verdaderamente central para ambas partes es asegurar que el candidato propio llegue a la papeleta y/o que el contrincante no lo logre. Si para tal fin tienen que terminar de romper la institucionalidad del Estado, no dudarán en hacerlo, y eso son malas noticias.

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Democracia en riesgo

Por La Razón

/ 5 de mayo de 2024 / 00:34

La reciente decisión de una sala constitucional en torno al “congreso del MAS-IPSP” convocado por dirigentes de la facción arcista constituye una tosca injerencia en las competencias del TSE. Y cruza un límite que pone en riesgo no solo la institucionalidad electoral, sino la propia democracia. Es fundamental ponerle freno antes de que conduzca a una deriva autoritaria.

 Una de las condiciones fundamentales de un Estado de Derecho es la autonomía e independencia de los órganos del poder público, además de su separación. Cuando uno o más órganos se subordinan a otro o surge una especie de suprapoder, esa estructura y organización funcional del Estado se resquebraja. Asimismo, cuando el sistema de gobierno empieza a depender de decisiones arbitrarias e inconstitucionales, la democracia está en riesgo. Estamos transitando ese muy peligroso umbral en el país.

En nuestro proceso de construcción y reforma estatal, no es nuevo que el Legislativo dependa de los mandatos del Ejecutivo. Tampoco es raro que la administración de justicia esté subordinada al poder político y a poderes fácticos. Lo crítico es que surja un suprapoder que imponga sucesivos fallos por fuera del marco constitucional y pisoteando la institucionalidad democrática. Desde el año pasado hay un suprapoder en Bolivia que, en consorcio con actores políticos, opera desde el TCP y algunas salas constitucionales.

A punta de sentencias, declaraciones y autos constitucionales, y algunas acciones de defensa, un arriesgado suprapoder está llevando a límites insostenibles el funcionamiento de los órganos del poder público y del sistema de gobierno. Así, bloquearon las elecciones judiciales, suspendieron las funciones de fiscalización de la ALP, se autoprorrogaron, beneficiaron a terratenientes y ahora están emitiendo “instrucciones” sobre las organizaciones políticas y los procesos electorales. Es inaceptable.

Es muy complicado y sensible para el TSE gestionar las disputas internas en los partidos, en especial en este momento la batalla entre facciones en el MAS-IPSP. Debe hacerlo en estricto cumplimiento de la Ley de Organizaciones Políticas y de los estatutos partidarios. ¿Qué ocurre cuando una sala constitucional, desde su filiación política, impone acciones que violan la normativa y vulneran las atribuciones del organismo electoral? Eso es lo que acaban de hacer, sin sonrojarse, los vocales Campero y Angles.

En un pronunciamiento difundido este viernes, las autoridades del Órgano Electoral Plurinacional exigen con timidez el respeto a la independencia de poderes para garantizar la democracia en el país. No es una exigencia menor. En realidad, se está advirtiendo que, si magistrados y jueces continúan perforando el sistema y la institucionalidad electoral, la democracia boliviana está en riesgo. Es fundamental que la disputa política no termine derrumbando el orden constitucional y el régimen democrático.

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