Adiós muralla china
Nada que hacer, ciertamente la baratura de las mercancías está derribando las murallas
Ese extraordinario panfleto que es el Manifiesto comunista señala que la baratura de las mercancías destruiría la muralla china. Es, claro, una metáfora ya que la fortificación de miles de kilómetros que frenó el avance de los bárbaros no sufrió mella alguna durante siglos, mas el capitalismo arrasó con el mercado del celeste imperio. Acompañó a la baratura de las mercancía la introducción, por parte de Inglaterra, del opio para hundir aún más a la corrupta monarquía china.
Pero ni Karl Marx ni Friedrich Engels podían imaginar que la tortilla se diera la vuelta, de manera que hoy la baratura de las mercancías chinas sean las que inunden el mercado.
Basta recorrer el mercado de la seda en Beijing para darse cuenta. Centenares de pequeños puestos de venta cohabitan el lugar. En ellos se encuentran sobre todo mujeres que cultivan el muy viejo arte del regateo. Primero ofrecen el producto a un precio exorbitante, digamos, para ponerlo en boliviano, a Bs 1.800, para después de minutos de regateo llegar a vendértelo en Bs 100. Si regateas bien, incluso te agradecen, porque para ellos no negociar es insultarlos.
En la negociación se lleva a cabo un complejo baile de símbolos. Desde el fingido asombro por un precio pretendidamente bajo, hasta la palabra “tacaño” empleada para bajonear al cliente. Y todo concluye con la persecución de éste para venderle el producto a precio rebajado.
Claro que todos los productos ahí ofrecidos son de marca falsificada, es decir, de marcas famosas pero hechas en casa; algo de lo que los bolivianos sabemos, y mucho. En China reina la piratería y lo único realmente real son los yuans (la moneda local) que no importa el corte que tengan, todos llevan la cara de Mao. Sospecho que incluso algunas fábricas que hacen estos artículos para firmas norteamericanas trabajan de noche sobreproduciendo los textiles que luego irán al mercado negro.
Claro, esos productos están destinados a los turistas, al mercado chino, pero también a países como el nuestro, cuyas aduanas son eficaces hasta por ahí no más. No ingresan a Estados Unidos o a la vieja Europa, pero tienen un mercado gigantesco en otras partes del mundo. Nada que hacer, de verdad la baratura de las mercancías está derribando las murallas.