La tríada antiboliviana de Macri
Hace años, el hoy presidente electo de Argentina (Mauricio Macri) dijo que existe una inmigración descontrolada de bolivianos, peruanos y paraguayos en su país, y que son ellos quienes estimulan el narcotráfico y la delincuencia.
En las últimas semanas se realizaron análisis sobre el papel político y geopolítico que jugará el presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, en la región; oscilan entre la fatalidad por parte del espectro político populista e izquierdista, y el optimismo de los sectores conservadores y reaccionarios de la derecha nacional e internacional. Sin llegar a la especulación, menciono algunas pautas que podrían condicionar el accionar del gobierno macrista.
Pautas son el acercamiento del futuro gobierno argentino al polo conservador de la región (la inclusión en la Alianza del Pacífico), la implementación de políticas económicas que beneficien a los grandes industriales exportadores de Argentina (agroexportadores, en particular), políticas económicas de corte neoliberal, el ataque directo a gobiernos progresistas como los de Venezuela y Bolivia (buscando deslegitimar a gobiernos democráticamente constituidos, para enaltecer un nuevo liderazgo político en la región que, en teoría, debería recaer en los hombres de Argentina como país paladín del conservadurismo reaccionario en la región)”, y, finalmente, las pugnas internas que se suscitarán entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo en Argentina, entre el peronismo (y sus facciones) y el PRO (Propuesta Republicana) y sus aliados, tanto en términos institucionales como en la posibilidad de movilización social.
Prueba de lo aseverado es el gabinete ministerial que Macri pretende formar; allí se encuentran personas como Alfonso Prat-Gay, exejecutivo de JP Morgan y expresidente del Banco Central Argentino; el futuro ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que fue viceministro del gobierno neoliberal de Carlos Menem; el economista Federico Sturzenegger, pretendido presidente del Banco Central Argentino, economista con mucha simpatía por la economía de mercado y afín al capital financiero internacional, entre otros.
En referencia a lo que nos incumbe como país en esta nueva tensión política y social en la región, es decir, en las relaciones comerciales y políticas entre Bolivia y Argentina, es menester recalcar tres temas trascendentales: la exportación de gas y el tema energético, el apoyo a una salida soberana al mar para Bolivia, y las relaciones políticas entre ambos países.
En lo primero, el embajador saliente de Argentina en Bolivia, Ariel Basteiro, antes de irse, señaló los problemas políticos y comerciales que tendrían ambos países en los siguientes años; resaltó que la nueva política económica y energética del gobierno de Macri estaría dedicada a eliminar las relaciones de amistad y de unión de los pueblos latinoamericanos en desmedro del mercado internacional; asimismo, destacó que el nuevo ministro de Energía, Juan José Aranguren (exejecutivo de la petrolera Shell), es un convencido de que se puede comprar gas más barato del Medio Oriente o Trinidad y Tobago, mediante barcos gasíferos, que de Bolivia.
Las declaraciones de Basteiro son elocuentes y, pese a que solo son apreciaciones personales, si las relacionamos con las pautas que expusimos anteriormente, se entrevé que la política económica y comercial, además de energética, del gobierno de Macri pondría como factor primordial a los mercados y no así a la comunión entre los pueblos, lo que, sin duda, sería un problema sustancial para el crecimiento económico del país, y para los proyectos de industrialización del gas llevados a cabo en la última gestión del presidente Evo Morales. El tema económico es fundante en este sentido; si Argentina decide no comprar más gas boliviano o reducir su demanda, existiría una ralentización del crecimiento económico del país.
El exembajador argentino en Bolivia también declaró que liberalizando la economía de su país se crearía un perjuicio notable en su industria nacional que es la que precisamente consume el gas boliviano; en palabras de Basteiro, “volveríamos a los años 90 donde el 90% de las industrias habían cerrado y no había necesidad de comprar gas a Bolivia”.
El tema económico viene de la mano del segundo, la salida soberana al mar. El 17 de julio, el presidente Morales dijo que el mayor apoyo que recibió Bolivia para conseguir una salida soberana al mar vino de Argentina, donde incluso el Congreso de ese país instaló una plenaria para expresar la solidaridad de ese pueblo a la demanda marítima boliviana.
Es un hecho que la unión latinoamericana no podrá ser tal si Bolivia no logra concretar su salida soberana al Pacífico, y esto no solo por un interés histórico o reivindicatorio, sino también por un hecho político. La unión de los países que forman el cono sur particularmente es resultado de voluntad política, y con un país como la Argentina de Macri, donde los mercados se antepusieran a las necesidades de los pueblos, es poco probable que se concrete tal unión. Además que el acercamiento al Tratado del Pacífico con Chile llevaría, sin duda, a que el Gobierno argentino opte por retirar el apoyo a la demanda marítima boliviana y decida poner como prioridad cierto pragmatismo comercial con su par chileno.
Entonces, no solo se tendría una política energética contraria a los intereses bolivianos, sino que también geopolíticamente Argentina optaría por arrimarse a países conservadores como Chile. Aquí surge un tercer aspecto: la posición de Macri y de muchos personeros de su partido en referencia a los migrantes bolivianos en su país. Hace años, el hoy presidente electo de Argentina dijo que existe una inmigración descontrolada de bolivianos, peruanos y paraguayos en su país, y que son ellos quienes estimulan el narcotráfico y la delincuencia; estigmatizando a los migrantes de estos tres países, que serían quienes traerían ese tipo de manifestaciones disolutas a la Argentina, expresando una clara posición xenófoba y racista.
La embajada boliviana en Argentina exigió hace tiempo unas disculpas públicas de Macri por sus declaraciones xenófobas, hecho que nunca ocurrió. Por si esto no fuera suficiente, se tiene previsto que el nuevo encargado de la Agencia Estatal de Noticias argentina (Telam) sea Fabián Domán, conocido racista y xenófobo, creador de la vergonzosa portada de la revista La Primera con el título “La invasión”, donde declara explícitamente y con una carga racista contra el boliviano, y lo califica como invasor y “quitador de trabajo para los argentinos”.
En fin, la tríada antiboliviana de Macri parece tomar cuerpo a cada declaración realizada por los futuros personeros de gobierno, tanto en el aspecto económico con el gas, como geopolítico, con el mar, y político, por sus declaraciones xenófobas contra bolivianos, peruanos y paraguayos.