Un mundo limpio
Debemos dejar un mundo limpio a nuestros hijo, más aún sabiendo que el planeta no nos corresponde
El punto de equilibrio es eso, un punto, un estado singular en el que se encuentra un fenómeno en el cual las fuerzas que actúan sobre éste se compensan mutuamente. Así como el punto de equilibrio de un mercado es una situación frágil, altamente sensible a cambios que pueden derivar en la elevación de los precios y la escasez de productos, el punto de equilibrio que permite la existencia humana en nuestro planeta —por lo menos como hoy la conocemos— es también altamente precario.
En economía sabemos que la situación ideal para que los mercados sean eficientes, tendiendo hacia el equilibrio a través de las señales adecuadas que regulan las fuerzas que actúan sobre ellos, es la eliminación de los factores que perturban y oscurecen su funcionamiento, lo que se conoce como mercados limpios.
En el caso del delicado equilibrio que sostiene la vida, las alteraciones en la atmósfera terrestre, a consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero, está provocando un desequilibrio en la balanza del ciclo natural. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Colorado, si bien la naturaleza está preparada para enfrentar el problema de la contaminación, adaptándose para absorber una mayor cantidad de contaminación, el romper el equilibrio entre la emisión de gases de efecto invernadero y la capacidad de absorción de la naturaleza puede conducirnos a un punto de no retorno en el camino hacia el colapso que, lamentablemente, está más cerca de lo que pensamos, por lo que es urgente darnos a la tarea de limpiar los factores que perturban el ciclo natural y volcarnos a la empresa de construir un mundo limpio.
Es evidente que la fusión nuclear podría ser la energía del futuro, sin generar gases de efecto invernadero ni peligrosos desechos radiactivos; así como la denominada fusión fría, que se espera sea una alternativa a largo plazo. Probablemente la utilización de la energía solar podría competir en el mediano plazo con los combustibles fósiles. Sin embargo, estas soluciones pueden llegar demasiado tarde, especialmente para los países de menor desarrollo.
La reducción en los niveles de gases de efecto invernadero y, en general, la reducción de los niveles de contaminación del medio ambiente que se generan por la actividad humana no se logrará mediante encendidos discursos en los foros internacionales, sino transparentando las externalidades del uso de los recursos. Es obligación nuestra dejar un mundo limpio a nuestros hijos, con la conciencia de que solamente somos fideicomisarios y no dueños de este planeta.
* es economista y Vicerrector de la Universidad Católica Boliviana.