¿A qué juega la ‘verde’?
Introducción: Bolivia visita a Chile en amistoso en la semana del día del mar. En el recuerdo, la mítica imagen del “Caballo” Saucedo “nadando” en 2014 en Coquimbo. En el hotel de la selección, en Santiago, entran a robar a las habitaciones de los jugadores mientras éstos entrenan. Un día antes del “match” varios miembros de la delegación boliviana se saltan el protocolo sanitario y salen a comprar a una tienda de Adidas. ¿Quién dijo que el fútbol es solo fútbol? Es el debut del técnico de la “roja”, el uruguayo Martín “Machete” Lasarte. Es el enésimo intento de la “verde” por aprender a jugar de visitante.
Nudo: Farías sorprende con el dibujo y coloca un 5-3-2 con Montero-Valverde-Sagredo de centrales; Bejarano y Fernández de carrileros; Justiniano de cinco con Saavedra y Arce a sus costados; Gilbert y Martins, arriba. El esquema saca a jugadores de sus puestos habituales y las espaldas de Bejarano y Fernández se convierten en un auténtico coladero. Desde la banca, se escuchan las voces del entrenador Farías y su ayudante Escobar: “la espalda, Diego, la espalda”. La verde no tiene contención, los carrileros ni suben ni defienden y a los veinte minutos Lampe ha buscado ya dos veces la pelota en su arco. Antes, de un corner llega un hermoso testarazo de Martins para igualar el partido.
Desenlace: la segunda parte es para el olvido. El desorden táctico y la desorientación reinan en Bolivia. Por momento se tiene más posesión pero el volumen ofensivo es inexistente. El arquero Bravo, capitán de Chile, tiene la noche más tranquila de su vida. La pelota quema y la «verde» es incapaz de crear peligro. El carrusel infinito de cambios (hasta seis) sumen a la selección nacional en un caos sin brújula: Ramallo entra por Gilbert; Ramiro Vaca -de buenos fogonazos- lo hace por un desaparecido Fernández; Chumacero por Arce; Wayar -fuera de sitio- por Saavedra; Ribera por Bejarano; y William Alvarez por Justiniano. Este último cambio provoca el enésimo cambio de posición de jugadores. Farías toca y toca teclas en un extravío sin fin.
Post-scriptum: Bolivia sigue sin competir, sigue sin hacer daño arriba y es un manojo de nervios provocado por la confusión que llega desde la banca. En las eliminatorias, la «verde» necesita sacar puntos afuera pero será misión imposible si no se sabe a que jugar.