Las (9) señas de Rescalvo
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
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Introducción: será el último partido del Tigre en casa en más de un mes. Los dos próximos son en Santa Cruz y en Curitiba (por Copa Libertadores). Luego el plantel descansará entre una semana y dos por la Copa América.
A pesar de ellos, no pasamos de cuatro mil hinchas stronguistas en una noche fría en el Siles. En la recta de general, un “trapo” nos hace recuerdo de un aniversario crucial en la historia del club The Strongest: este sábado se cumplen noventa años de la batalla más gloriosa de la Guerra del Chaco. Dice así la leyenda: “Lucharon en Cañada Strongest por nuestra patria, mayo de 1934, 90 años”.
Nudo: el partido -a pesar de lo ajustado del “score”- demuestra la mejoría “in crescendo” del Tigre de Rescalvo. Sus señales de identidad se van marcando como zarpazos en el “corpus” del equipo.
Son estas. Una: el español ha cambiado -en los últimos partidos- el dibujo táctico. Ha dejado de lado el 4-2-3-1 (que él mismo heredó al ínclito Lavallén) y apuesta ahora por el clásico cuatro-cuatro-dos.
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¿La razón? El factor Ortega. Rescalvo sabe que el colombiano (más allá de sus declaraciones fuera de la cancha) ha pegado un increíble descenso en su nivel (que pasa más por lo mental que por lo físico). Por eso, coloca a dos delanteros: Miranda y Triverio. El cruceño -en la media punta, en una especie de 4-4-1-1- hace lo que no hacía/hace Ortega: presiona la salida de pelota del rival. Así, robando arriba, llegarán varios goles frente a un atrevido Guabirá de Montero.
Desenlace: la segunda señal es esa precisamente: el “pressing” alto. Al grito de “ahora”, Ursino, Triverio, Miranda, Chura, Quiroga y Amoroso muerden y agobian. La tercera marca es la mejora del estado físico: se corre más y se corre mejor. La cuarta es el crecimiento colectivo e individual: Chura (el mejor frente al “azucarero”) es otro. El “wing” zurdo vuelve a gambetear, a buscar el espacio, a centrar de lo lindo. Lo mismo ocurre con Miranda (con olfato y doblete).
La quinta es el juego por los costados, abriendo la cancha. Amoroso y Ramallo (por derecha) junto a Chura no se cansan de desbordar y buscar a Triverio. Falta que los laterales suban y hagan dos contra uno. La sexta son las “contras”, el Tigre del valenciano es pura verticalidad. No hace falta tener la posesión de la pelota en un 70%. La séptima es la solidaridad, el correr para atrás para evitar los contragolpes del rival. La octava es el trabajo psicológico. Y la novena: Rescalvo tiene a todos prendidos. El puesto garantizado no existe, a excepción del Billy.
Post-scriptum: este “nuevo” Tigre (armado por Cabanillas) es el viejo Tigre de toda la vida, ese que entregó la vida para defender la patria. Fue hace 90 años.