La formación social Boliviana
Si algo existe en la cabeza de las masas, paralelo al sentimiento comunalcorporativo, es lo nacional.
DIBUJO LIBRE
En cada una de las etapas de la Formación Social Boliviana, el modo de producción dominante refuncionaliza los otros modos de producción preexistentes, pero al mismo tiempo e inevitablemente genera un nuevo modo de producción en su seno, que se impondrá después para reordenar el conjunto de la sociedad (Carlos Marx). Así, en el Incario, antes de la conquista, el yanaconazgo se desarrollaba internamente. La elite de jefes militares, administrativos y religiosos, disponían de manera creciente de yanas: gentes de propiedad de esas jerarquías, esclavos que trabajaban en dominios territoriales propios de esas jerarquías. Con la conquista, esta vía de desarrollo es truncada abruptamente. (Maurice Godelier).
La corona española luego de insistir en establecer un sistema feudal español mediante la encomienda y la hacienda, cambia con la Reforma Toledana, reconociendo los dominios de los ayllus, markas y señoríos, para garantizar la mita en las minas, deteniendo en cierto modo el desarrollo de las haciendas feudales de los criollos y la iglesia (Nathan Wachtel).
A partir de la fundación de Bolivia, la hacienda feudal, basada en su forma más primitiva (renta en trabajo), se constituye en el modo de producción dominante y de su propio excedente surge una clase capitalista minera que hegemonizará el bloque de poder hasta la Revolución Nacional de 1952.
La Revolución Nacional crea un Caín y un Abel, al mismo tiempo que se establece la Comibol, se desarrolla la minería mediana, que de mediana no tiene nada y menos de nacional. Simultáneamente a la distribución de la tierra para quien la trabaja en el occidente, en el oriente se consolida y desarrolla la empresa agroindustrial de explotación extensiva, que, junto a las empresas madereras y la ganadería, constituyen hasta hoy un bloque de poder económico fundamental ampliado a las finanzas. En oposición, la COB y la CSUTCB conformaron el bloque de poder subalterno (René Zavaleta).
En este apretado recorrido por la Formación Social Boliviana, una constante la hace particular: las relaciones productivas preexistentes y subordinadas al modo de producción dominante mantienen una relativa autonomía, primero, porque la explotación se produce no a los individuos o familias productoras, sino a las comunidades. El tributo en trabajo y especies en el Incario, la mita en la colonia, e incluso en la renta de la tierra en la hacienda republicana, el plustrabajo o excedente era enajenado a las comunidades, mediando las jerarquías de los mallkus, curacas y jilakas según la dimensión del dominio territorial. Digamos que la comunidad cede en parte para no desaparecer; para seguir existiendo. La comunidad es explotada como comunidad y sus jerarquías al mismo tiempo que garantizan el tributo, preservan la estructura fundamental de la comunidad.
Con posterioridad a la Guerra del Chaco (1932-1935), el sindicalismo minero se extiende a otros sectores urbanos y el campo. El sindicato campesino se generaliza a partir de la Reforma Agraria (1953), obligando a las comunidades de exhacienda y originarias a organizarse en sindicatos, que sin embargo mantienen en su núcleo la antigua organización comunal. Incluso más tarde, con la Ley de Participación Popular (1994), ese núcleo comunal esta presente en las nuevas formas de representación, ahora denominadas en su conjunto corporativas.
La estructura del ayllu con su reciprocidad (ayni), con las jerarquías de cargos como servicios rotatorios que abarcan los aspectos de posesión de la tierra, producción agropecuaria y turnos de trabajo comunitario, además del control social en el que la justicia, es al mismo tiempo un código de moral, trasciende del campo a la ciudad como práctica y como símbolo según la dimensión territorial y poblacional, según la actividad económica, e incluso la identidad cultural. Algunos de estos rasgos del ayllu están presentes en los sindicatos, asociaciones gremiales, cooperativas, juntas de vecinos, OTBs., y fraternidades religiosas, más evidentes en la base y más simbólicas en la organizaciones locales, regionales y nacionales.
El padrino y el pasante de los eventos particulares y fiestas religiosas tienen también esos elementos de reciprocidad, solidaridad y servicio comunitario, y desde la base pueden elevarse a lo político, a tal punto, por ejemplo, que el fenómeno Carlos Palenque representó al padrino general (es el compadre) y Max Fernández al pasante (es el que paga la fiesta). (Joaquín Saravia).
Lo comunal-corporativo subyace en la economía, en la política y en la ideología. Bolivia es una sociedad abigarrada no solo porque coexisten relaciones capitalistas con relaciones no capitalistas, también es compleja porque las relaciones subordinadas al capital mantienen una autonomía relativa, con comportamientos comunal- corporativos y tal vez por ello mismo, en su remate, la sociedad es más fuerte que el Estado. (René Zavaleta).
La Guerra del Chaco despertó en las clases subalternas la idea de que si los hombres son iguales en la muerte, por qué no pueden serlo en la vida, y la Revolución Nacional constituye hasta ahora lo que de conciencia nacional tiene el pueblo boliviano. Si algo existe en la cabeza de las masas, paralelo al sentimiento comunal-corporativo es lo nacional. Solo el Estado en última instancia, puede resolver los grandes problemas nacionales, con una política nacional- popular (René Zavaleta).
A partir de estos elementos se pueden entender fenómenos sociopolíticos más importantes y determinantes, contemporáneos y presentes:
– Los sectores subalternos de trabajadores de la minería e hidrocarburos, la industria y manufactura, los campesinos del altiplano, valles, trópico y subtrópico, los gremiales de los centros urbanos, los empleados de educación y salud, los trabajadores de comunicación y transporte, que en su conjunto forman el pueblo o las masas del país, están organizados, comunal y corporativamente y definen en última instancia los cambios económicos y políticos de Bolivia.
– El cerco y la rebelión indígena, antes, y después, los congresos sindicales, las marchas, las huelgas y bloqueos de caminos, son las formas de resistencia y lucha de las clases subalternas. La táctica comunal-corporativa de las masas que nacen en la asamblea local se eleva a lo regional y nacional, practica y simbólicamente, constituyéndose en la única forma de definición del futuro nacional-popular.
– Independiente de los calificativos que se pongan al Proceso de Cambio, unos de falsos paralelismos en el socialismo del siglo XXI, otros peyorativos como populista-desarrollista, y otros abiertamente de calumnia digital, como dictatorial, autoritario, y antiautonomista, el proceso es nacional-popular, de desarrollo industrial y sustitución de importaciones, de economía plural planificada desde el Estado, con apoyo y determinación de los movimientos sociales organizados comunal y corporativamente.
– En última instancia, el voto ciudadano, la composición del Parlamento y la propia política del gobierno tienen una forma comunal-corporativa, determinada por la esencia comunalcorporativa de las organizaciones sociales populares. En consecuencia, solo de la unidad del Gobierno y de estas organizaciones depende el futuro del Proceso de Cambio.
(*)Danilo Paz B. es sociólogo, Investigador Asociado CESU-UMSS