¿Administrar el poder?
En una tertulia junto a dos amigos surgió — casi con tono de angustia— la pregunta de fondo en torno a los alcances y límites del proceso de transformaciones en Bolivia.
¿Hoy el MAS en el gobierno ”solo” está administrando el poder o al tiempo que administra también sigue construyendo y nutriendo desde ciertos centros de reflexión (tanques de pensamiento), reuniones callejeras, asambleas sindicales, ministerios y reuniones en hogares bolivianos, la revolución liberadora iniciada el 18 de diciembre de 2005?
La tertulia se tornó altamente controversial, porque en la reunión alguien dijo que vivimos otros tiempos y que al haberse plasmado la agenda central del MAS con la nacionalización de los hidrocarburos, la recuperación de soberanía y los programas de inclusión social, ya se cumplió con el compromiso del instrumento para con el país y que por tanto hay razones para sentirse realizados.
Otra voz complementó a la anterior afirmando que hoy Bolivia es hoy otro país y ya son irreversibles los cambios que se implementaron hasta 2019.
Una tercera voz en respuesta a las dos primeras pidió cautela y dijo que habría que reflexionar más objetivamente sobre lo logrado e indicar que se arrancó con las iniciales medidas y decretos que nacionalizaron los hidrocarburos; que con la Constitución y otras acciones del gobierno se dieron los primeros pasos para recuperar la soberanía y que en lucha contra la pobreza y en pro de la inclusión social se avanzaron con las primeras leyes y programas beneficiando a la tercera edad, discapacitados, gente de escasos recursos, mujeres marginadas y minorías LGTB.
“¿Es más —complementó— yo quisiera que nos vayamos a caminar por una hora en las laderas de La Paz o al área rural y ver si Bolivia cambió mucho o apenas se dio el pitazo de largada para el programa de cambios?” Todos callados y un poco más serenos y reflexivos.
Y es cierto que se dieron importantes cambios, pero el kit de la cuestión es saber si las transformaciones de estos años las vemos como punto de partida o punto de llegada. Si se piensa que ya se llegó solo restaría sentarse y administrar el aparato de gobierno. Conclusión ligera y peligrosa porque en un proceso de transformaciones potente siempre falta algo que mejorar y cambiar.
Sobre lo reversible o irreversible de los procesos políticos, la historia deja grandes lecciones y solo recordando el derrocamiento de Allende en Chile o la caída de la Revolución Socialista de Octubre podemos obtener importantes reflexiones y respuestas. La historia enseña que nada es de una vez y para siempre y lo único real en la vida de la humanidad es el movimiento, es decir el cambio y la mutación en una u otra dirección.
En este punto, otra pregunta puede ayudar con algunas respuestas: ¿El MAS perdió la iniciativa política de los cambios? Si la respuesta es afirmativa, urge un momento de reflexión e imaginación.
Grover Cardozo es periodista y abogado.