Tuesday 30 Apr 2024 | Actualizado a 06:54 AM

Yo no me caso

‘Amor’, la nueva obra de teatro de Denisse Arancibia, se presentó en funciones llenas en Casa Grito

/ 10 de julio de 2019 / 00:00

Uno: Amor es la última obra teatral de Denisse Arancibia Flores (se estrenó el pasado fin de semana en Casa Grito). Y se pinta como una de las mejores del año.

Bien pudiera llamarse “Yo no me caso”. Si fuera un ensayo sesudo y aburrido se titularía “Persecución y vituperio del matrimonio”. La primera imagen de Amor impacta: una novia gigante de tres metros esconde bajo su vestido blanco a todos los invitados de su boda. “Amor” es una parodia, una comedia romántica con humor ácido, con buenas canciones, el estilo de la casa Denisse. Es la historia de “Julia”, una mujer que ronca, habla de dormida, sueña con el diablo, es sonámbula y le gusta que le amarren a la cama. “Julia” no quiere casarse con Ricky. No le gusta compartir el control remoto. No quiere hacer el amor con la misma persona por el resto de su vida. No quiere tener hijos. A “Julia” le da miedo todo. ¿Cómo se llama el miedo a casarse? Gamofobia se llama. A “Julia” la marcha nupcial le parece triste. Va a ser una novia fugitiva a pesar de las “comadrejas” que le rodean: su madre, su suegra, su padre robot, sus amigas, el cura que cobra por hora, los 300 invitados que nadie conoce, todos fingiendo extrema felicidad. “Julia” no se llama Julia ni se apellida “Púdrete”. Julia solo quiere llorar y ahogarlos a todos. Larga pausa silenciosa y hermosa. Todas han muerto ahogadas. Julia es libre.

Dos: el elenco fijo de Teatro Grito tiene una ventaja. Los actores y actrices se conocen, han trabajado juntos y eso se nota sobre las tablas. Del laburo permanente y constante, surge la magia, el talento, las buenas vibraciones, las obras que merece la pena recomendar. Julia, la novia, es Alejandra del Carpio Andrade que logra a ratos transmitir todos los miedos, todas las ataduras en el papel más complicado de la obra. Su mejor “amigui” es Mariel Camacho Ovando, más suelta, más desenfadada, más ajustada a su rol. ¿No sería mejor cambiar de papeles? El cura es Bernardo Arancibia, otra vez (y van…) lo mejor del elenco. El sacerdote es el villano, es la fiel representación del poder celestial sobre la tierra y sobre todas las mujeres. Es el que dicta el decálogo obediente del buen matrimonio (concertado). Amor es anticlerical, como dios (en minúsculas, por favor) manda. Carmencita Guillén Ortúzar y los progenitores (René Sutura Mamani junto al padre robot Michael Apaza Apaza) acompañan a la perfección con la aparición de Leo Mora (como abuela y como Ricky) como grata sorpresa. El rol de Ricky merece un capítulo aparte: el novio es una chaqueta colgada, es solo una voz a lo lejos, es el amor a la fuerza, es el que dice “sí, acepto” por Julia. Su ausencia-presencia sobrevuela la obra para terminar surgiendo como máscara, como kusillo, como espectro cruel.

Tres: ¿por qué nadie pregunta a Julia si quiere casarse? Ella es la única que hace esa interrogante: “Ricky, de verdad, ¿te quieres casar? Pero Julia no es una víctima. Y Denisse Arancibia no cae en lo facilón, en el retrato victimista. Aunque si “puede aprovechar” para despachar y recordar cuentas pendientes: el exagerado prestigio del amor, la manipulación del deseo y lo conflictivo del matrimonio, esa sacrosanta institución anacrónica. El matrimonio fue en el pasado trascendente y necesario: cuestión de patrimonio, transacción de compraventa, alianza de intereses en provecho de la prole. Era la antigua “sabiduría” del matrimonio. ¿Qué sentido tiene en pleno y efímero siglo XXI este pacto a largo plazo? Es la pregunta que nos lanza la obra. Y luego llegan otras: ¿siguen de la mano a estas alturas ese tridente diabólico llamado amor, sexo y matrimonio? ¿Acaso lo rutinario y ritual no es el casamiento sino el divorcio? ¿No sería bueno buscar nuevas fórmulas más apropiadas de convivencia? Y la peor de todas: ¿por qué la mayoría de las personas se sigue/nos seguimos casando? ¿Estamos condenados a la fatalidad?

Cuatro: una pregunta más. El 95% del público que va a ver (Des)Amor (y la gran mayoría de obras teatrales en La Paz y en toda Bolivia) es femenino. ¿Dónde, carajo, están/estamos los hombres? El teatro también es una trinchera, una barricada en estos tiempos de cólera antipatriarcal. Esa es la respuesta a mi estúpida pregunta.

Post-scriptum: la segunda temporada de Amor está programada para el 3, 4, 10 y 11 de agosto en Casa Grito. Y la tercera, la vencida, para el 4, 5 y 6 de octubre. Tienes siete oportunidades más, sin ahogarse, sin llorar.

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Lavallén debe irse

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 28 de abril de 2024 / 23:03

Introducción: llegan 20.000 hinchas gualdinegros al Siles. Se llena (casi) la curva sur. Lavallén, expulsado, no dirige desde la línea de cal. Coloca a Enoumba de lateral derecho.

Lo de esa posición es (ya) un fenómeno paranormal. Roca, sin ritmo, vuelve al lateral zurdo. López es el ocho (en el último partido fue el cinco). Por los costados -junto a un apático Ortega- aparecen Chura (es un decir) y el que será el mejor del Tigre el juvenil Kuqui; arriba el inoperante Angulo.

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Lavallén no pone a los mejores en un partido donde se juega el pase a la final. En la banca veo a Ursino, Ramallo y Triverio. El paraguayo Godoy de FC Universitario de Vinto coloca un atrevido 4-3-3. Va a jugar más y mejor que el Tigre.

Nudo: a los veinte minutos la mayor posesión de los cochabambinos se traduce en el gol de Tobar, que ganará toda la tarde por arriba a un errático Aimar.

El Tigre ofrece la enésima cara apática, sobradora, desganada de la temporada. Metido atrás, marcando mal en defensa, inexpresivo/inoperante arriba. Ortega (en evidente mala relación con el entrenador) se borra. Chura es una sombra de lo que (alguna vez) fue.

López entrega mal, Enoumba se equivoca y Cuéllar, el “wing” derecho, explota su espalda. Angulo no recibe una pelota potable y Triverio calienta toda la tarde. En una “contra” y tras una jugada confusa, empata (injustamente) Ortega. El Tigre juega peor que su rival y empata gracias a su pragmatismo. Es el gol y absolutamente nada más.

Desenlace: en la segunda parte no cambia nada. La “U” perdona y perdona. Viscarra (y el palo) salvan y salvan el pellejo de Lavallén. Hasta que el cántaro se rompe sobre el final. Hasta que en los penales falla hasta el mismísimo Billy.

Los cambios -antes- no han alterado el partido: ni Ursino, ni Ramallo, ni Lino, ni Somoya ni Cuéllar (por Ortega) cambian la cara de un equipo desconocido. Este no es el Tigre.

Lavallén lo ha convertido en un equipo ratonero, vulgar, miedoso, errático, no se ve una idea de fútbol. Se puede perder un partido y una clasificación pero no se puede perder la idiosincrasia.

Los últimos minutos con la “U” de Vinto atacando para evitar los penales son de vergüenza ajena para un club centenario como The Strongest. Lavallén tiene jugadores para ofrecer un mejor fútbol. El argentino falta el respeto a la institución y a su historia de garra.

Post-scriptum: la responsabilidad/culpa no es entera de Lavallén. Crespo (que perdió las elecciones con Montes) lo trajo (y estuvo a punto de contratar a Díaz, otro técnico ratonero). Lavallén debe irse (y asumir Cabanillas que es el hombre que armó este plantel). Y Crespo debe convocar elecciones. Ya está bueno, presidente.

(28/04/2024)

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El punto (y el corazon) que se necesita

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 25 de abril de 2024 / 07:04

Introducción: el grupo C de la Libertadores no era “a priori” el “de la muerte”.  Pero lo es. El rival más “débil”, según los “expertos”, era Huachipato de Chile.

Los resultados en la primera rueda han sorprendido: la victoria chilena ante Gremio en Porto Alegre y los tres puntos rescatados por los brasileños en La Plata. ¿Bastará con que el Tigre gane todo de local para avanzar? ¿o necesitará algún punto fuera de casa? ¿Es Chile el terreno/hado propicio?

El “eleven” stronguista suena así (de raro): Viscarra; Caire, Aimar, Jusino y Lino; López-Ursino; Amoroso-Arrascaita-Sotomayor; y Miranda. Un onceno “Frankenstein”. Jugadores, otrora titulares como Ortega, Triverio, Ramallo, Wayar y Quiroga, aparecen en la banca. ¿Prioriza el argentino el torneo local?

Nudo: a los diez minutos (por lesión de Arrascaita que estaba de enganche con Amoroso y Sotomayor por los extremos) entra… Rojas, Daniel. Sin comentarios, capítulo uno. Lavallén, al de diez minutos, cambia a línea de cinco: tres centrales con Rojas de carrilero por derecha y Lino, por el otro costado.

La improvisación, al poder.  ¿Un ejemplo más? El mexicano Leo López no es el mixto, es el volante de contención. Sin comentarios, capítulo dos. ¿Cuántas veces jugó ahí? Ninguna.

Los “acereros” del sur de Chile crearán ocasiones pero fallarán con la puntería descalibrada (abusando con el centro a la olla, con poco fútbol). En la única llegada del Tigre, gracias a una trepada al contragolpe de Amoroso por derecha, aparece como centro delantero….Jusino. Sin comentarios, capítulo tres. El yungueño define como central.

Desenlace: el entrenador local Javier Sanguinetti mete un delantero centro más. Lavallén mantiene a Ortega y Triverio en la banca. Sin comentarios, capítulo cuatro.

El partido no cambia demasiado, el Tigre sigue metido atrás (con 5-4-1), como manda Lavallén. Sobre el final, se anima a montar “contras”, buscando el milagro. Las piernas frescas de Ramallo y Angulo así lo permiten. Los chilenos, imprecisos y con más ímpetu que juego, arrinconan la valla de Viscarra. Tendrán el punto de mira desviado toda la noche. Con la entrada de Rojas por Quiroga, Lavallén vuelve a línea de cuatro. Sin comentarios, capítulo cinco.

Post-scriptum:  Chile era el hado/territorio propicio para arañar/arrancar ese puntito de visita que sirva para el pase a octavos. Nadie se acordará del planteamiento ultraconservador de Lavallén ni de su improvisación a ultranza.

Se llama resultadismo. Los dos siguientes/consecutivos partidos en el Siles (ante Estudiantes y Huachipato) marcarán el destino del equipo gualdinegro, que a falta de fútbol es puro coraje, puro corazón. Gremio es último en la tabla.

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El oficio del Tigre (y de Viscarra)

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 20 de abril de 2024 / 21:40

Introducción: el Tigre no se fía de F.C. Universitario (después de la sorpresa de San Antonio Bulo Bulo) y Lavallén coloca el equipo titular. Los laterales siguen siendo una lotería: esta vez toca Osorio (sub 20) y Quaglio (sub 23).

El resto son los que jugarán (probablemente) en Chile por Copa Libertadores: Caire y Jusino, de centrales; Wayar y Ursino; Amoroso-Ortega-Arrascaita; y Triverio. El “Capriles” se viste -otra vez- de oro y negro. ¿Por qué tiene más apoyo el Tigre de visita que en el Siles? El técnico de los “manzaneros”, el paraguayo Pablo Godoy, deja afuera a su mejor hombre, “Maxi” Núnez.

Nudo: el partido arranca con un extraño dominio gualdinegro. Durante diez minutos, Lavallén deja de ser Lavallén y ataca de inicio. Espejismo, nomás. Todo cambia en el minuto treinta: comienza el recital (innecesario) del “referee” de apellido Revollo, de nombre, Javier. Expulsa injustamente al mejor hombre del Tigre, Amoroso.

Los árbitros en Bolivia no favorecen a los grandes o perjudican a los chicos.  O al revés. No, todo es mucho más sencillo: son muy malos. No tienen la capacidad para dirigir un fútbol dizque profesional. Así de sencillo. La solución pasa por su profesionalización y por elevar su nivel con capacitación constante.

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Con uno menos, Lavallén vuelve a ser el Lavallén que todos conocemos. Saca a Ortega de la cancha. ¿Por qué siempre es el sacrificado? ¿Porque no corre, no defiende? Todos sabemos que el poco fútbol que tiene el Tigre aparece cuando aparece el “Mago”. Enoumba entra para ocupar el lateral derecho (por un lesionado Osorio) y el juvenil riberalteño Fernando Kuqui ocupa el lugar del colombiano.

Desenlace: en la segunda parte, con un hombre más, los de Godoy son incapaces de entrar en la doble línea de cuatro que coloca Lavallén. El partido se convertirá en un “blooper”, en una vergüenza. Apenas se juega. Somos una de las ligas del mundo donde menos minutos de juego disputamos. De fútbol, vemos poco. Domina la lucha libre, el rugby, las simulaciones, las protestas, los golpes, los errores groseros de los árbitros (no se salva ni uno) y el mal llamado teatro. Un penal convertido por Ursino coloca un cero a uno. El “score” quedará así porque Viscarra así lo quiere. El arquero del Tigre es de otro torneo, de otro país. No te merecemos, Billy.

Post-scriptum: el Tigre gana la ida de la semifinal con oficio, con la camiseta; a la heroica, jugando al final con dos menos. Se volverá a hablar de todo menos de fútbol, nos pasaremos días discutiendo mucho de los árbitros y poco del paupérrimo espectáculo futbolístico que ofrecen nuestros equipos. Por eso, la gente ha dejado de ir a la cancha.

(20/04/2024)

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Acá está San Antonio Bulo Bulo

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 18 de abril de 2024 / 23:01

Introducción: el presidente Claure -siempre desde la lejanía y desde la impunidad de las redes sociales- calienta el partido después de la derrota de su equipo en el Chapare.

“El jueves los vemos”. Esas palabras desafiantes hacia un equipo recién ascendido son gasolina para los hombres de San Antonio. Robatto coloca otra vez un onceno con jugadores fuera de lugar: José Sagredo no es central y Algarañaz no es extremo.

Leitao va a ganar la partida de ajedrez a Robatto: el brasileño es más/mejor técnico que el argentino. Leerá mejor el “match” y Bolívar caerá en su inteligente trampa. El movimiento ciudadano Bunker/Tercera República inunda de propaganda política la Preferencia.

Nudo: el partido es trabado. Los dos equipos patean. San Antonio defiende con las líneas apretadas, es un equipo solidario/comprometido; todos marcan/meten. Así van a eliminar a la “Academia”, desde la fortaleza mental.

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Los celestes no saben como entrar y desaprovechan las bandas. Solo Ramiro Vaca intenta hacer algo diferente. Luego desaparecerá “asustado” por la pierna fuerte de la visita.

San Antonio no solo se defiende con uñas y dientes, también juega (mejor) al fútbol. Leitao coloca un atrevido dibujo ofensivo (4-3-3): pone a dos extremos (Preciado y Ribera) para hacer atacar a a los laterales de Bolívar. Ordena presión alta porque sabe que el hándicap celeste es su defensa. Así llega el cero a uno con Orihuela dormido, con el arquero Lampe pensando en Babia. Luego Preciado perdona un mano a mano con el arquero local. Aparecen los primeros pitos.

Desenlace: Bolívar asedia pero sigue equivocando el camino. Insiste en meterse por el medio donde el “General” Leitao -expulsado por salir tarde su equipo después del descanso- puebla con sus soldados un terreno minado. Se juega a lo que ha planificado San Antonio que no renuncia jamás a los contragolpes.

Los cambios de Robatto son incomprensibles: Saavedra (fuera de forma) entra de lateral derecho; un individualista Henry Vaca por un desaparecido Algarañaz; y Uzeda por Ramiro. Sobre el final, entra un chico de 17 años, Bruno Méndez. ¿Y “Papu”? Bien, gracias.

Los cuatro cambios al hilo de Leitao refrescan al equipo y solo sobre en el minuto 45 -de pelota parada- empata la “Academia”. Ya no se escuchan los pitos, solo un silencio ensordecedor.

Post-scriptum: Leitao, que ha sufrido la segunda parte pegado a la malla de la Preferencia, tuitea nada más termina el partido. Arroba a Claure y dice: “¡Acá estoy!”. Acá está San Antonio, la gran revelación de este torneo, un equipo intenso, trabajador, humilde que también juega bien al fútbol con un entrenador valiente que sabe leer (y también escribir).

(18/04/2024)

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El Tigre no cambia

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 17 de abril de 2024 / 23:14

Introducción: la Banda Intergaláctica Poopó (con 17 músicos) estrena la morenada “La garra del Tigre”. Lo hace frente a la curva sur media hora antes de que inicie el partido mientras la hinchada hace largas colas para entrar al estadio. Sin comentarios.

El presidente Ronald Crespo, que reniega del escaso apoyo del público gualdinegro en el Siles, verá todo el partido desde la cancha, cerca del acceso de la puerta cinco. Lavallén pone a Enoumbá de central haciendo pareja con un intocable del argentino, Caire.

En los laterales, están Bustos y Lino. En el doble cinco, Quiroga con un Ursino en estado dulce; el mexicano López es el sustituto de Ortega para abrir el juego con Amoroso y Sotomayor por los costados. El nueve es el ecuatoriano “Cuco” Angulo.

En la banca esperan titulares como Jusino, Wayar, Arrascaita, Triverio. GV San José no dará por perdida la eliminatoria y va a tener más la pelota que el local. Sin comentarios, capítulo dos.

Nudo: el Tigre arranca bien con una sociedad que ilusiona. Son Ursino y Amoroso. Es un espejismo. El gol de la apertura llega a la salida de un “corner” gracias a un bello testarazo de Enoumbá.

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Luego, los de Lavallén se quedarán poco a poco para convertir en figura -otra vez- a Viscarra. Solo tendrán ocasiones de gol cuando jueguen al contragolpe, cuando aparezcan espacios para que corra mucho y bien Joel Amoroso.

El empate de un ex atigrado como Percy Loza no cambia el partido: la cancha sigue inclinada sobre el arco de Viscarra. Da igual el rival y el ”score”, a Lavallén le gusta meterse atrás.

Sin hacer presión alta, sin salir -apenas- al contragolpe. Lo peor de todo es que el plantel tiene jugadores para ofrecer un mejor fútbol, para brindar otra cara, más ofensiva.

Desenlace: la segunda arranca igualita. La pelota es orureña. Y la paciencia, stronguista, a media máquina siempre. Entonces Lavallén hace un cambio marca de la casa. Saca de la cancha a… Ursino y Amoroso. Sin comentarios, capítulo tres.

La entrada de Víctor Cuéllar sirve para jugar con un doble cinco defensivo (junto a Quiroga) frente un rival sumamente limitado. Sobre el final se va un decepcionante Sotomayor para que juegue por afuera otro que está en deuda, Bruno Miranda. Sobre el final, otro “corner” trae el segundo tanto gualdinegro, esta vez de Cuéllar. Otra vez la pelota parada escondiendo la falta de fútbol, de ideas.

Post-scriptum: el Tigre clasifica a semifinales y eso es lo único que cuenta. Parece. Lavallén “cumple”, el Tigre no cambia. El rival será Universitario de Vinto y la ida será este sábado en Cochabamba. Otra vez las velas serán puestas en los tres santos de la iglesia stronguista: san Billy, San Michael y San Quique.

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