Mujeres en Huari preservan la tradición de la producción de tejidos
El contrabando, los tejidos industrializados en otros continentes y la falta de interés de los jóvenes son algunos factores que contribuyen al declive de los textiles andinos.
Tejedoras del municipio orureño de Huari preservan la tradición de los tejidos en esta región, a pesar del ingreso de tejidos industrializados en otros continentes y una disminución en las ventas.
Diseño, simbología, materiales y colores únicos son algunas de las particularidades de los tejidos andinos bolivianos desde la época prehispánica, done el trabajo de las mujeres tuvo un rol protagónico.
“Los significados plasmados en los tejidos son aquellos que las comunidades quieren expresar. Por ejemplo, en los tejidos de Santiago de Huari se puede apreciar el cerro Azanaque; en los del cantón de Vichajlupe se representa la quinua; y si algunas regiones viven de la ganadería o la agricultura, esas actividades se ven en sus tejidos”, explica una de las tejedoras del municipio de Huari, Elia Callapa García.
Hasta la fecha, tejidos andinos como el aguayo han estado asociados a una función utilitaria, como a la carga de objetos personales o al transporte y arrullo de los infantes en la espalda de las mujeres. Además, los textiles artesanales forman parte del ropaje tradicional que expresa la identidad de quienes lo llevan y la región a la que pertenecen.
“Cada comunidad tiene sus colores, sus diseños y sus técnicas propias. Por ejemplo, en Huari se maneja más el color verde”, indica la tejedora y añade que cada persona aprendió de las enseñanzas de sus ancestros “una tradición de familias de tejedores que vivían de este oficio”.
Algunas regiones del país aún elaboran tejidos de la manera tradicional, entre ellas las poblaciones de los alrededores del Lago Titikaka en La Paz, las comunidades de la provincia Huari en Oruro, y algunos pueblos de los departamentos de Cochabamba, Potosí y Chuquisaca.
El sector de los textiles es uno de los sectores más golpeados por el contrabando. Según los datos de la Cámara Nacional de Industria (CNI), las ventas de textiles al exterior bajaron de 57 millones de dólares, en 2010, a 11 millones de dólares, en 2017. Esto significó una reducción del 80,7%.
Esto se debe a que el contrabando pasó de ser un negocio ilícito a una actividad criminal y organizada, donde los comerciantes internan ropa de forma ilegal y prendería usada por diferentes fronteras del país.
En la actualidad, las nuevas generaciones de varias comunidades están perdiendo la costumbre de tejer. Se dedican a otras actividades y dejan la tradición de utilizar los telares, con lo que los tejidos poco a poco quedan en el olvido y sin valor monetario.
Varias comunidades aprovechan las ferias regionales para mostrar y vender sus productos, con el objetivo de generar ingresos y recuperar el valor de sus tejidos. “Necesitamos generar recursos y expandir el conocimiento sobre nuestros tejidos para valorarlos”, concluye la tejedora de Huari.
La falta de interés en estas técnicas y en los diseños tradicionales por parte de los jóvenes está a punto de conminar a los tejidos andinos a desaparecer en el transcurso de los años y quedar definitivamente en el olvido.