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Cambios en el gabinete

El martes último, de manera inesperada, el presidente Luis Arce cambió a cinco de sus ministros, un gesto que previsiblemente mereció aplausos de sus áulicos y amargas críticas de sus opositores. Sin embargo, al margen de la retórica política, hubo quien observó un interés en enviar señales tanto hacia adentro del Gobierno como hacia la sociedad y hacia sus adversarios políticos.

Se trata de nuevas autoridades para los ministerios de Desarrollo Rural y Tierras, Medio Ambiente y Agua, Minería, Educación, y Culturas. Cuatro varones y una mujer, todos ellos con experiencia en la gestión pública y activa participación o en las organizaciones sociales que sustentan al Movimiento Al Socialismo o en el mismo partido.

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El primero de ellos, Santos Condori, titular de Desarrollo Rural y Tierras, es exconcejal del municipio de Laja, La Paz. En Medio Ambiente y Agua la nueva autoridad es Humberto Alan Lisperguer, biólogo de profesión y exsecretario de la Madre Tierra en la Gobernación de Cochabamba. En Minería, el nuevo ministro es un expresidente de la Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia (Fencomin), Alejandro Santos.

El Ministerio de Educación ahora está en manos de Omar Véliz, exgobernador interino y exasambleísta departamental en Potosí, maestro de formación. Finalmente, Culturas, Descolonización y Despatriarcalización está en manos de Esperanza Guevara, trabajadora social de formación, miembro de la Confederación de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa” y exdiputada uninominal suplente.

Apenas conocida la noticia del cambio de gabinete, las fuerzas opositoras al Gobierno se pronunciaron a través de sus portavoces. El ala evista del MAS calificó de “tardía” y “cosmética” la decisión presidencial, en alusión al mandato del Cabildo de El Alto, que instruyó al primer mandatario incorporar en el gabinete a representantes de los movimientos sociales. Analistas y comentaristas coincidieron en señalar que, por un lado, hay un mensaje al ala evista contenido en el desplazamiento de sus representantes y, por otro, un mensaje para el resto de las oposiciones, que muestra al Presidente tomando decisiones y ejecutándolas.

Desde el ala opositora también menudearon los comentarios y reacciones, muchos de ellos teñidos de racismo, expresado en diversas formas de descalificación de los nuevos ministros, incluyendo el hecho de ser “aymara”, como en el caso de los mensajes que publicó el exgobernador de Santa Cruz. Habrá que ver si la nueva ministra de Culturas tiene en su agenda aplicar la Ley 45, que desde su promulgación en 2010 ha servido para amenazar a opositores, pero no para frenar el racismo.

El solo cambio, o los antecedentes de las nuevas autoridades, sirve poco para evaluarles, pero sí sirve para recordarles que son muchas y muy grandes las expectativas en su desempeño, un poco pensando en los comicios de 2025, pero mucho más en sentido de tener una gestión gubernamental eficaz y confiable, atributos a veces difíciles de encontrar.