Fijar las reglas fuera de la OMC puede convertirse en un proceso irreversible
Roberto Carvalho de Azevêdo.A inicios de mayo fue elegido como sucesor del director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), función que asumirá en septiembre. El diario español El País logró una entrevista con Azevêdo, en medio de su ajetreado trabajo en Ginebra. El diplomático brasileño exhibe como gran aval su profundo conocimiento de la organización, donde ejerció como embajador desde 2008.
— Ahora que está claro que el próximo director de la OMC será un latinoamericano, dígame ¿por qué un brasileño (Azevêdo) y no un mexicano (el otro candidato fue Herminio Blanco)?
— No se trata de un brasileño o un mexicano, se trata de Azevêdo o Blanco. Son personas con personalidades distintas, con perfiles diferentes, con trayectorias distintas y que tienen un conjunto de habilidades y capacidades diferentes entre ellos. Yo vengo básicamente del sistema. Yo he trabajado dentro del sistema multilateral durante una gran parte de mi carrera profesional y desde 1997, como miembro de la misión permanente de Brasil en Ginebra, en todo lo relacionado directamente con las instituciones multilaterales. Por supuesto, también participé en negociaciones bilaterales, pero llevo trabajando con la OMC desde hace 15 años y me parece que eso es lo que necesita la organización en este momento. Una persona que tenga visión de liderazgo, capacidad de hablar con todas las partes en la negociación y que todas las partes confíen en él y, además de eso, que sea capaz de proponer soluciones, caminos, que sean innovadores pero viables.
— ¿Cómo hace uno campaña para ser director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC)?
— Bueno, nos reunimos con los miembros, explicamos la visión que tenemos de la organización y de su futuro, cómo vemos los problemas, cómo solucionarlos. De una manera general, la visión que tenemos fue muy bien recibida por todos los miembros. No solo entre países con diferentes niveles de desarrollo económico. Estamos contentos porque la base de apoyos es bastante horizontal y amplia.
— Ante la irrupción de multitud de acuerdos bilaterales, ¿no corre la Ronda de Doha el riesgo de morir en el intento?
— Doha corre el riesgo no de ahora, por el hecho de que la Unión Europea y Estados Unidos hayan abierto negociaciones comerciales. Corre riesgo desde hace tiempo porque no encontramos manera de acortar las diferencias de posiciones entre los miembros, sobre todo los países centrales de la organización. Las negociaciones bilaterales y regionales no provocan ni agravan ese hecho. Es una cuestión de dentro del sistema que tenemos que salvar pronto.
— Tantos años de falta de acuerdo tendrán varios culpables…
— No creo que sea el momento de atribuir culpas, es el momento de encontrar soluciones, que tienen que salir de una manera colectiva. Lo importante es mantener el foco en el futuro.
— ¿Qué necesita Doha para avanzar: un empuje político o técnico?
— Una combinación de las dos cosas. Un impulso político sin negociación técnica no va a resultar y un avance técnico sin voluntad política, tampoco. Así que es necesario trabajar en los dos niveles y yo creo que el acuerdo es posible en ambos.
— ¿La OMC podría quedar relegada a un papel de mero árbitro comercial?
— Corre el riesgo, si no llegamos a revitalizar y a redinamizar el pilar de las negociaciones, esto sí sin duda. Si no llegamos a encontrar una manera de negociar multilateralmente lo que va a pasar es que el mundo no va a parar y va a encontrar maneras de negociar si es necesario en otros foros, que no serán los foros multilaterales. Y si eso pasa, una vez que se pongan en marcha negociaciones de reglas fuera del sistema multilateral de una manera más institucional, no tópicamente, con una negociación bilateral acá, otra allá, sino de una manera sistemática e institucional, este proceso puede ser irreversible.
— ¿La persistencia de la crisis agrava aún hoy la amenaza proteccionista?
— Yo creo que hubo un retroceso en el proceso de liberalización comercial después de 2008. Afortunadamente no fue tan serio y tan grave como nos temíamos, en buena medida justamente porque la OMC estaba presente para evitar abusos y los miembros tenían siempre el recurso de acudir a ella para denunciar medidas proteccionistas inaceptables. De todas maneras es muy grave porque cualquier regresión, cualquier retroceso en el ámbito comercial es un movimiento muy preocupante.
— ¿Esos retrocesos no amenazan directamente a la OMC como institución del modelo multilateral?
— Yo creo que frenarlo totalmente no, aunque está en las manos de los miembros. Yo no creo que ese movimiento vaya a ser permanente sino más bien circunstancial y tenemos que trabajar en la OMC para que así sea. Que nosotros todos podamos volver a la buena dirección, de la apertura y de la liberalización comercial.
— ¿Los últimos datos conocidos revelan que el crecimiento del comercio será este año de nuevo inferior al del PIB mundial. ¿Qué está pasando?
— Es parte de este momento transitorio, me parece, en el que el comercio mundial se está enfriando, en parte por la desaceleración de las economías domésticas, sobre todo de las grandes economías. Normalmente, el comercio acompaña el crecimiento y en el momento en que surgen dudas aparece como un movimiento natural. Espero y tenemos que trabajar para que sea una tendencia meramente transitoria.
Perfil
Nombre: Roberto Carvalho de Azevêdo
Profesión: Diplomático
Cargo: Elegido Director General de la OMC
Diplomático de carrera en organismos multilaterales
Es diplomático de carrera brasileño. Fue representante permanente del Brasil ante la OMC y otras organizaciones económicas internacionales con sede en Ginebra desde 2008, entre ellas están la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Ingresó en el servicio diplomático brasileño en 1984 y acumuló una amplia experiencia en asuntos de economía internacional y política comercial, incluida la solución de diferencias. Fue viceministro de Asuntos Económicos y Tecnológicos en el Ministerio de Relaciones Exteriores, de 2006 a 2008. En tal calidad, fue el negociador principal del Brasil en la Ronda de Doha y además supervisó las negociaciones comerciales del Mercosur con otros grupos o países no latinoamericanos. Estudió Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Brasilia y Relaciones Internacionales en el Instituto Rio Branco. Domina el español, francés e inglés. Tiene 55 años. Está casado y es padre de dos hijas.