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Friday 10 May 2024 | Actualizado a 11:47 AM

Ve la luz en Bolivia la edición completa de la «Historia de Potosí» de Arzáns

Se trata de una reproducción facsimilar de la edición en tres tomos hecha hace casi medio siglo, en 1965, por la universidad estadounidense de Brown, que fue agotada en Europa y EE.UU., y de cuyos 2.000 ejemplares a Bolivia llegaron menos de diez.

/ 8 de abril de 2013 / 15:23

La monumental «Historia de la Villa Imperial de Potosí», escrita en el siglo XVIII por Bartolomé Arzáns Orsúa y Vela, ha sido publicada en su totalidad por primera vez en Bolivia, que considera esta obra como el origen de su narrativa.

Se trata de una reproducción facsimilar de la edición en tres tomos hecha hace casi medio siglo, en 1965, por la universidad estadounidense de Brown, que fue agotada en Europa y EE.UU., y de cuyos 2.000 ejemplares a Bolivia llegaron menos de diez.

Esa edición norteamericana, que estuvo a cargo del estadounidense Lewis Hanke y el boliviano Gunnar Mendoza, era hasta ahora la única de esa importante obra y fue hecha en base a un manuscrito que donó a Brown el militar George E. Church, que lo compró en París en 1905.

Pese a que la «Historia de la Villa Imperial» es un libro clave sobre la grandeza de Potosí, cuya plata financió a España y a sus colonias en América e impulsó el comercio mundial de la época, en Bolivia sólo se disponían de antologías y fragmentos de sus relatos.

El vacío ha sido llenado ahora con el medio millar de ejemplares editados en Bolivia gracias a un acuerdo de la editorial boliviana Plural, la Fundación del Banco Central y el museo Casa de la Moneda de Potosí con la universidad de Brown, de Rhode Island.

La edición en tres tomos, que contiene cerca de 2.000 páginas, ha sido presentada recientemente en las ciudades de Potosí y Sucre y luego se hará en La Paz, donde ya se vende en 130 dólares.

El director editorial de Plural, Mauricio Souza, dijo a Efe que la edición de Hanke y Mendoza está muy bien hecha y en ella no había nada que mejorar, por lo que se decidió hacer la copia facsimilar, con lo cual también se rinde un homenaje a esos dos investigadores.

Arzáns (1676-1736) dedicó los últimos treinta años de su vida a escribir los 1.500 folios con un millón de palabras de esta obra que describe su Potosí, una de las ciudades coloniales más importantes y pobladas del mundo, apuntalada por las grandes minas del Cerro Rico.

Según destaca Souza, la obra está incorporada plenamente en la historia cultural de Bolivia, pero ha resultado ser más importante para los literatos que para los historiadores puesto que sus relatos están considerados como fundacionales en la literatura boliviana.

«Arzáns es más un autor literario que un historiador. Se inventa fuentes, se inventa autores que no existen y en eso es totalmente borgiano, es un posmoderno de su época. Juega con sus textos y en eso radica su interés mayor, es una gran narrador», sostuvo.

Y es que Arzáns, pese a prometer que contará la verdad sobre esa época dorada de Potosí, se explaya en citar autores y libros, cuya existencia no ha sido comprobada, pero lo hace para respaldar sus relatos y con la intención de provocar un efecto de verosimilitud.

«Además, Arzáns ya está consciente de algo que los historiadores marxistas después repetirán una y otra vez: que Potosí como ciudad con esa riqueza es de alguna manera la ciudad que crea la modernidad occidental» porque produce un excedente económico, apuntó.

Por la conciencia de esa importancia, Arzáns intenta hacer una historia como una totalidad porque además de la descripción de su ciudad natal, incluye datos de minería, nacimientos y muertes, pero también cuenta milagros y la vida de personalidades de la época.

Una mención aparte merece la inclinación de Arzáns «hacia el sensacionalismo y la violencia» y su obsesión por escribir relatos sobre «mujeres hermosas, malas y ricas», que resultan ser asesinas en serie, y cuyas historias están entre las más interesantes de la obra del potosino, subrayó Souza.

La edición contiene los estudios de Hanke y Mendoza sobre los dos manuscritos existentes de la obra, el de Brown y el de la Biblioteca Nacional de Madrid, y una investigación sobre el nombre de Arzáns, que en vida usó hasta cinco formas diferentes de identificarse.

Lo próximo que los seguidores de Arzáns podrán conocer sobre el autor es una copia digital del manuscrito que la universidad de Brown ha anunciado que pondrá en internet, aunque todavía no se conoce cuándo lo hará.

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CEPAL elogia el fuerte dinamismo de la economía de Bolivia en Latinoamérica

En Bolivia, con poco más de diez millones de habitantes, el presupuesto de la inversión pública para este año es de 4.500 millones de dólares, que se elevarán a 6.000 millones con las inversiones de las petroleras nacionalizadas, según el Gobierno.

/ 16 de junio de 2014 / 21:43

La economía de Bolivia seguirá siendo una de las más dinámicas de la región por la inversión estatal y la extranjera, que continuará llegando porque el país genera confianza, afirmó hoy la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.

Bárcena, que se encuentra de visita en Bolivia desde el fin de semana, cuando asistió a la Cumbre del G77 y China, dijo en una entrevista con Efe que la proyección de crecimiento de este país para 2014 es del 5,5 %.

Sostuvo que la economía boliviana «sigue siendo muy dinámica, a pesar de que, por supuesto, toda la región se está desacelerando».

«Dentro de esa desaceleración, Bolivia mantiene una tasa de crecimiento superior al promedio regional, que no será más del 2,3 %», dijo la alta ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

En 2013, la economía de Bolivia creció en un 6,7 %.

Bárcena subrayó que Bolivia tiene las reservas internacionales más altas por persona de la región, un bajo endeudamiento público y un desempeño «muy prudente» de la macroeconomía.

A su juicio, el equipo económico boliviano «ha tenido mucha claridad» al impulsar la inversión pública en la economía.

En Bolivia, con poco más de diez millones de habitantes, el presupuesto de la inversión pública para este año es de 4.500 millones de dólares, que se elevarán a 6.000 millones con las inversiones de las petroleras nacionalizadas, según el Gobierno.

Aunque las empresas estatales invierten fondos prestados de las reservas del Banco Central de Bolivia, Bárcena no ve «ningún riesgo, por el momento» para mantener el nivel de tales reservas, aunque es un tema que, adelantó, conversará con esa entidad.

También explicó que el hecho de que el Estado controle empresas no supone que éstas pierdan eficiencia.

«La propiedad no necesariamente incide, siempre y cuando no pierdas soberanía de los recursos naturales», sostuvo Bárcena.

El PIB de Bolivia calculado para este año ronda los 32.000 millones de dólares, lo que cuadruplica la cifra que se tenía hace casi ocho años, según datos del Gobierno y organismos internacionales.

Bárcena destacó asimismo la «importante» política de redistribución de los ingresos que lleva a cabo Bolivia, pues permite que las ganancias se repartan, con una mejora del salario mínimo y programas sociales que impactan en la reducción de la pobreza.

La inversión extranjera directa, consideró, «va a seguir llegando a Bolivia» por la confianza que produce: en 2013 se recibieron 2.030 millones de dólares frente a los 1.300 millones de 2008.

Según Barcena, la inversión extranjera representa un 6,7 % del PIB de Bolivia, donde además hay una acumulación de activos por 10.550 millones de dólares, que seguirán generando rentabilidad.

La llegada de los capitales del exterior «es una señal muy potente de que Bolivia es un país con reglas claras», aseveró.

«Es cierto que Bolivia ha tomado la decisión de renegociar contratos, de nacionalizar algunas empresas pero lo ha hecho por la vía jurídica y creo que eso ha generado bastante confianza», dijo.

La nacionalización de una veintena de empresas desde 2006 le ha dado al Estado boliviano el control del 38 % de la economía del país, según datos oficiales.

En los últimos años, el Estado boliviano ha alcanzado varios acuerdos con los inversores extranjeros a los que nacionalizó empresas, pero también afronta demandas de arbitraje para llegar a pagos que compensen por las inversiones expropiadas.

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Francisco Pizarro estuvo en La Paz antes de su fundación

Estudio. Un investigador boliviano revela la historia marginada

/ 7 de febrero de 2014 / 06:20

La Paz fue fundada en 1548 por el capitán español Alonso de Mendoza para conmemorar el fin de cruentas guerras, pero en el lugar ya existían el asentamiento inca Chuquiabo y el hispano Pueblo Nuevo que regentó Francisco Pizarro, un dato desconocido hasta ahora.

El arquitecto boliviano Juan Francisco Bedregal hizo el hallazgo al escribir su tesis doctoral en México, para la que revisó las crónicas coloniales sobre el origen de Nuestra Señora de La Paz, hoy sede del Gobierno de Bolivia, aunque no su capital, que es Sucre.

El autor presentó estos días en el país andino su obra Tras el oro de Chuquiabo: en busca de un tiempo olvidado y afirmó en una entrevista con EFE que el libro contiene información que supone una “revolución” frente a la historia oficial de la ciudad.

Contrariamente a lo que se cree, la fundación de la ciudad por Alonso de Mendoza no supuso el inicio de su existencia, porque ya tenía una historia previa con ocupaciones tiwanakotas, incas y de los primeros españoles que llegaron 15 años antes de 1548.

Uno de los descubrimientos clave de Bedregal es haber establecido que Pizarro estuvo en el lugar, un dato desconocido hasta ahora. El célebre conquistador llegó a lo que años después sería Nuestra Señora de La Paz atraído por las leyendas de su riqueza aurífera escuchadas por boca del inca Atahuallpa, a quien tuvo de rehén en 1532.

Al año siguiente, en 1533, Pizarro envió a su escribano Pedro Sancho a verificar el lavado de oro en Chuquiabo, una riqueza usada por los seguidores de Atahuallpa para formar el famoso tesoro que había ofrecido a los españoles para que lo liberaran.

Según el autor, la confirmación de la estancia de Pizarro en 1540 en Pueblo Nuevo fue posible gracias al primer libro de las Guerras Civiles del Perú de Pedro Cieza de León, quien registra ese viaje al asentamiento Chuquiabo o Chuquiago Marka, al sur del Cusco. Pizarro hace el viaje tras vencer sus tropas a las de Diego de Almagro (1538) en la primera guerra civil española en América.

Para Bedregal, el hallazgo de las citas de Cieza de León supuso descubrir un “tapado histórico”, es decir un tesoro oculto en la historia, porque ilumina el hasta ahora ignorado asentamiento urbano que precedió a La Paz.

Al autor le parece sorprendente que esas referencias de Cieza de León y las del propio Pedro Sancho “no hubieran sido consideradas por los historiadores o especialistas”.
Pizarro estuvo en el barrio de Churubamba que, agrega Bedregal, fue “el asiento más antiguo de la ciudad y más importante desde el punto de vista histórico”, tanto para los incas como para los españoles.

“El barrio de Churubamba, en Chuquiabo, fue el lugar que acogió a Francisco Pizarro, comendador, adelantado, lugarteniente, Capitán General, Gobernador de Nueva Castilla, en el año de 1540, por el lapso de dos meses”, sostiene el investigador boliviano.

Tal barrio aún existe y es uno de los más emblemáticos de La Paz, se conoce popularmente con el mismo nombre y en su centro tiene un monumento dedicado a Alonso de Mendoza frente al museo Tambo Quirquincho, que supuestamente fue el palacio de un líder indígena. Según Bedregal, estando allí, Pizarro mandó fundar la ciudad La Plata (hoy Sucre) y Arequipa (Perú), en lo que entonces era el sur del Collasuyo.

Revisión de la memoria paceña

Hallazgo

Según el arquitecto boliviano Juan Francisco Bedregal, el conquistador Francisco Pizarro estuvo en Chuquiago Marka durante dos meses en 1540, ocho años antes de la fundación de La Paz.

El conquistador contaba con información clave

A juicio del arquitecto boliviano Juan Francisco Bedregal, autor del libro Tras el oro de Chuquiabo: en busca de un tiempo olvidado, resulta sugerente que   Pizarro instruya en 1540 fundar una ciudad con el nombre de   La Plata cerca de donde estaba el Cerro Rico de Potosí, pero es posible que el conquistador contara con una información clave, un khipu real, sobre esa mina argentífera descubierta cinco años después.

De esta forma, Francisco Pizarro llegó a las tierras de la actual Bolivia tras el oro de Chuquiabo y la plata de Potosí, enfatiza Bedregal.

El desconocimiento de estos hechos por parte de la historia oficial se explica porque hubo un “olvido, una amnesia y una amnistía tras la larga guerra que hubo entre los conquistadores y la Corona de España”, desatada porque ésta desconoció los derechos de los primeros en América, apunta el investigador.

Por eso, sostiene el arquitecto, la fundación formal de la ciudad en 1548, con el nombre de “Pueblo Nuevo de Nuestra Señora de La Paz”, fue un “hecho tardío” y se llamó así porque Pedro de la Gasca pacificó el Perú tras esa prolongada guerra civil (1538-1548).

Como evidencia ha quedado el lema consagrado en el escudo de La Paz que pervive hasta ahora: “Los discordes en concordia, en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria”.  Una frase, según Bedregal, que en los hechos expresa la decisión de los españoles de olvidar voluntariamente lo sucedido entre españoles.

 Con esta publicación, el autor contribuye a despejar esa amnesia histórica para devolverle a La Paz su memoria perdida, la presencia de Pizarro en Chuquiago Marka, durante dos meses, en 1540.

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/ 7 de febrero de 2014 / 06:20

La Paz fue fundada en 1548 por el capitán español Alonso de Mendoza para conmemorar el fin de cruentas guerras, pero en el lugar ya existían el asentamiento inca Chuquiabo y el hispano Pueblo Nuevo que regentó Francisco Pizarro, un dato desconocido hasta ahora.

El arquitecto boliviano Juan Francisco Bedregal hizo el hallazgo al escribir su tesis doctoral en México, para la que revisó las crónicas coloniales sobre el origen de Nuestra Señora de La Paz, hoy sede del Gobierno de Bolivia, aunque no su capital, que es Sucre.

El autor presentó estos días en el país andino su obra Tras el oro de Chuquiabo: en busca de un tiempo olvidado y afirmó en una entrevista con EFE que el libro contiene información que supone una “revolución” frente a la historia oficial de la ciudad.

Contrariamente a lo que se cree, la fundación de la ciudad por Alonso de Mendoza no supuso el inicio de su existencia, porque ya tenía una historia previa con ocupaciones tiwanakotas, incas y de los primeros españoles que llegaron 15 años antes de 1548.

Uno de los descubrimientos clave de Bedregal es haber establecido que Pizarro estuvo en el lugar, un dato desconocido hasta ahora. El célebre conquistador llegó a lo que años después sería Nuestra Señora de La Paz atraído por las leyendas de su riqueza aurífera escuchadas por boca del inca Atahuallpa, a quien tuvo de rehén en 1532.

Al año siguiente, en 1533, Pizarro envió a su escribano Pedro Sancho a verificar el lavado de oro en Chuquiabo, una riqueza usada por los seguidores de Atahuallpa para formar el famoso tesoro que había ofrecido a los españoles para que lo liberaran.

Según el autor, la confirmación de la estancia de Pizarro en 1540 en Pueblo Nuevo fue posible gracias al primer libro de las Guerras Civiles del Perú de Pedro Cieza de León, quien registra ese viaje al asentamiento Chuquiabo o Chuquiago Marka, al sur del Cusco. Pizarro hace el viaje tras vencer sus tropas a las de Diego de Almagro (1538) en la primera guerra civil española en América.

Para Bedregal, el hallazgo de las citas de Cieza de León supuso descubrir un “tapado histórico”, es decir un tesoro oculto en la historia, porque ilumina el hasta ahora ignorado asentamiento urbano que precedió a La Paz.

Al autor le parece sorprendente que esas referencias de Cieza de León y las del propio Pedro Sancho “no hubieran sido consideradas por los historiadores o especialistas”.
Pizarro estuvo en el barrio de Churubamba que, agrega Bedregal, fue “el asiento más antiguo de la ciudad y más importante desde el punto de vista histórico”, tanto para los incas como para los españoles.

“El barrio de Churubamba, en Chuquiabo, fue el lugar que acogió a Francisco Pizarro, comendador, adelantado, lugarteniente, Capitán General, Gobernador de Nueva Castilla, en el año de 1540, por el lapso de dos meses”, sostiene el investigador boliviano.

Tal barrio aún existe y es uno de los más emblemáticos de La Paz, se conoce popularmente con el mismo nombre y en su centro tiene un monumento dedicado a Alonso de Mendoza frente al museo Tambo Quirquincho, que supuestamente fue el palacio de un líder indígena. Según Bedregal, estando allí, Pizarro mandó fundar la ciudad La Plata (hoy Sucre) y Arequipa (Perú), en lo que entonces era el sur del Collasuyo.

Revisión de la memoria paceña

Hallazgo

Según el arquitecto boliviano Juan Francisco Bedregal, el conquistador Francisco Pizarro estuvo en Chuquiago Marka durante dos meses en 1540, ocho años antes de la fundación de La Paz.

El conquistador contaba con información clave

A juicio del arquitecto boliviano Juan Francisco Bedregal, autor del libro Tras el oro de Chuquiabo: en busca de un tiempo olvidado, resulta sugerente que   Pizarro instruya en 1540 fundar una ciudad con el nombre de   La Plata cerca de donde estaba el Cerro Rico de Potosí, pero es posible que el conquistador contara con una información clave, un khipu real, sobre esa mina argentífera descubierta cinco años después.

De esta forma, Francisco Pizarro llegó a las tierras de la actual Bolivia tras el oro de Chuquiabo y la plata de Potosí, enfatiza Bedregal.

El desconocimiento de estos hechos por parte de la historia oficial se explica porque hubo un “olvido, una amnesia y una amnistía tras la larga guerra que hubo entre los conquistadores y la Corona de España”, desatada porque ésta desconoció los derechos de los primeros en América, apunta el investigador.

Por eso, sostiene el arquitecto, la fundación formal de la ciudad en 1548, con el nombre de “Pueblo Nuevo de Nuestra Señora de La Paz”, fue un “hecho tardío” y se llamó así porque Pedro de la Gasca pacificó el Perú tras esa prolongada guerra civil (1538-1548).

Como evidencia ha quedado el lema consagrado en el escudo de La Paz que pervive hasta ahora: “Los discordes en concordia, en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria”.  Una frase, según Bedregal, que en los hechos expresa la decisión de los españoles de olvidar voluntariamente lo sucedido entre españoles.

 Con esta publicación, el autor contribuye a despejar esa amnesia histórica para devolverle a La Paz su memoria perdida, la presencia de Pizarro en Chuquiago Marka, durante dos meses, en 1540.

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Desvelan el dramático y olvidado origen de La Paz

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/ 6 de febrero de 2014 / 13:37

La Paz fue fundada en 1548 por el capitán español Alonso de Mendoza para conmemorar el fin de cruentas guerras, pero en el lugar ya existían el asentamiento inca Chuquiabo y el hispano Pueblo Nuevo que regentó Francisco Pizarro, un dato desconocido hasta ahora que ha desvelado un investigador boliviano.

El arquitecto Juan Francisco Bedregal hizo el hallazgo al escribir su tesis doctoral en México, para la que revisó las crónicas coloniales sobre el origen de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, hoy sede del Gobierno de Bolivia, aunque no su capital, que es la sureña Sucre.

El autor presentó estos días en el país andino su obra «Tras el oro de Chuquiabo: en busca de un tiempo olvidado» y afirmó en una entrevista con Efe que el libro contiene información que supone una «revolución» frente a la historia oficial de la ciudad.

Contrariamente a lo que se cree, la fundación de la ciudad por Alonso de Mendoza no supuso el inicio de su existencia, porque ya tenía una historia previa con ocupaciones tiahuanacotas, incas y de los primeros españoles que llegaron quince años antes de 1548.

Uno de los descubrimientos claves de Bedregal es haber establecido que Pizarro estuvo en el lugar, un dato desconocido hasta ahora.

El célebre conquistador llegó a lo que años después sería Nuestra Señora de La Paz atraído por las leyendas de su riqueza aurífera escuchadas por boca del inca Atahuallpa, a quien tuvo de rehén en 1532.

Al año siguiente, en 1533, Pizarro envió a su escribano Pedro Sancho a verificar el lavado de oro en Chuquiabo, una riqueza usada por los seguidores de Atahuallpa para formar el famoso tesoro que había ofrecido a los españoles para que lo liberaran.

Según el autor, la confirmación de la estancia de Pizarro en 1540 en Pueblo Nuevo fue posible gracias al primer libro de las Guerras Civiles del Perú de Pedro Cieza de León, quien registra ese viaje al asentamiento Chuquiabo o Chuquiago Marka, al sur del Cuzco.

Pizarro hace el viaje tras vencer sus tropas a las de Diego de Almagro (1538) en la primera guerra civil española en América.

Para Bedregal, el hallazgo de las citas de Cieza de León supuso descubrir un «tapado histórico», es decir un tesoro oculto en la historia, porque ilumina el hasta ahora ignorado asentamiento urbano que precedió a La Paz.

Al autor le parece sorprendente que esas referencias de Cieza de León y las de propio Pedro Sancho «no hubieran sido consideradas por los historiadores o especialistas».

Pizarro estuvo en el barrio de Churubamba que, agrega Bedregal, fue «el asiento más antiguo de la ciudad y más importante desde el punto de vista histórico», tanto para los incas como para los españoles.

«El barrio de Churubamba, en Chuquiabo, fue el lugar que acogió a Francisco Pizarro, comendador, adelantado, lugarteniente, Capitán General, Gobernador de Nueva Castilla, en el año de 1540, por el lapso de dos meses», sostiene el investigador boliviano.

Tal barrio aún existe y es uno de los más emblemáticos de La Paz, se conoce popularmente con el mismo nombre y en su centro tiene un monumento dedicado a Alonso de Mendoza frente al museo Tambo Quirquincho, que supuestamente fue el palacio de un líder indígena.

Según Bedregal, estando allí, Pizarro mandó fundar la ciudad La Plata (hoy Sucre) y Arequipa (Perú), en lo que entonces era el territorio sureño del Collasuyo, del imperio inca.

A juicio del autor, resulta sugerente que Pizarro instruya en 1540 fundar una ciudad con el nombre de La Plata cerca de donde estaba el Cerro Rico de Potosí, pero es posible que el conquistador contara con un información clave, un khipu real, sobre esa mina argentífera descubierta cinco años después.

De esta forma, Pizarro llegó a las tierras de la actual Bolivia tras el oro de Chuquiabo y la plata de Potosí, enfatiza Bedregal.

El desconocimiento de estos hechos por parte de la historia oficial se explica porque hubo un «olvido, una amnesia y una amnistía tras la larga guerra que hubo entre los conquistadores y la Corona de España», desatada porque esta desconoció los derechos de los primeros en América, apunta.

Por eso, sostiene el investigador, la fundación formal de la ciudad en 1548, con el nombre de «Pueblo Nuevo de Nuestra Señora de La Paz», fue un «hecho tardío» y se llamó así porque Pedro de la Gasca pacificó el Perú tras esa prolongada guerra civil (1538-1548).

Como evidencia ha quedado el lema consagrado en el escudo de La Paz que pervive hasta ahora: «Los discordes en concordia, en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria».

Una frase, según Bedregal, que en los hechos expresa la decisión de los españoles de olvidar voluntariamente lo sucedido.

Con este libro, el autor contribuye a despejar esa amnesia para devolverle a La Paz su memoria perdida.

Con este libro, el autor contribuye a despejar esa amnesia para devolverle a La Paz su memoria perdida.

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Desvelan el dramático y olvidado origen de La Paz

El arquitecto Juan Francisco Bedregal hizo el hallazgo al escribir su tesis doctoral en México, para la que revisó las crónicas coloniales sobre el origen de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz.

/ 6 de febrero de 2014 / 13:37

La Paz fue fundada en 1548 por el capitán español Alonso de Mendoza para conmemorar el fin de cruentas guerras, pero en el lugar ya existían el asentamiento inca Chuquiabo y el hispano Pueblo Nuevo que regentó Francisco Pizarro, un dato desconocido hasta ahora que ha desvelado un investigador boliviano.

El arquitecto Juan Francisco Bedregal hizo el hallazgo al escribir su tesis doctoral en México, para la que revisó las crónicas coloniales sobre el origen de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, hoy sede del Gobierno de Bolivia, aunque no su capital, que es la sureña Sucre.

El autor presentó estos días en el país andino su obra «Tras el oro de Chuquiabo: en busca de un tiempo olvidado» y afirmó en una entrevista con Efe que el libro contiene información que supone una «revolución» frente a la historia oficial de la ciudad.

Contrariamente a lo que se cree, la fundación de la ciudad por Alonso de Mendoza no supuso el inicio de su existencia, porque ya tenía una historia previa con ocupaciones tiahuanacotas, incas y de los primeros españoles que llegaron quince años antes de 1548.

Uno de los descubrimientos claves de Bedregal es haber establecido que Pizarro estuvo en el lugar, un dato desconocido hasta ahora.

El célebre conquistador llegó a lo que años después sería Nuestra Señora de La Paz atraído por las leyendas de su riqueza aurífera escuchadas por boca del inca Atahuallpa, a quien tuvo de rehén en 1532.

Al año siguiente, en 1533, Pizarro envió a su escribano Pedro Sancho a verificar el lavado de oro en Chuquiabo, una riqueza usada por los seguidores de Atahuallpa para formar el famoso tesoro que había ofrecido a los españoles para que lo liberaran.

Según el autor, la confirmación de la estancia de Pizarro en 1540 en Pueblo Nuevo fue posible gracias al primer libro de las Guerras Civiles del Perú de Pedro Cieza de León, quien registra ese viaje al asentamiento Chuquiabo o Chuquiago Marka, al sur del Cuzco.

Pizarro hace el viaje tras vencer sus tropas a las de Diego de Almagro (1538) en la primera guerra civil española en América.

Para Bedregal, el hallazgo de las citas de Cieza de León supuso descubrir un «tapado histórico», es decir un tesoro oculto en la historia, porque ilumina el hasta ahora ignorado asentamiento urbano que precedió a La Paz.

Al autor le parece sorprendente que esas referencias de Cieza de León y las de propio Pedro Sancho «no hubieran sido consideradas por los historiadores o especialistas».

Pizarro estuvo en el barrio de Churubamba que, agrega Bedregal, fue «el asiento más antiguo de la ciudad y más importante desde el punto de vista histórico», tanto para los incas como para los españoles.

«El barrio de Churubamba, en Chuquiabo, fue el lugar que acogió a Francisco Pizarro, comendador, adelantado, lugarteniente, Capitán General, Gobernador de Nueva Castilla, en el año de 1540, por el lapso de dos meses», sostiene el investigador boliviano.

Tal barrio aún existe y es uno de los más emblemáticos de La Paz, se conoce popularmente con el mismo nombre y en su centro tiene un monumento dedicado a Alonso de Mendoza frente al museo Tambo Quirquincho, que supuestamente fue el palacio de un líder indígena.

Según Bedregal, estando allí, Pizarro mandó fundar la ciudad La Plata (hoy Sucre) y Arequipa (Perú), en lo que entonces era el territorio sureño del Collasuyo, del imperio inca.

A juicio del autor, resulta sugerente que Pizarro instruya en 1540 fundar una ciudad con el nombre de La Plata cerca de donde estaba el Cerro Rico de Potosí, pero es posible que el conquistador contara con un información clave, un khipu real, sobre esa mina argentífera descubierta cinco años después.

De esta forma, Pizarro llegó a las tierras de la actual Bolivia tras el oro de Chuquiabo y la plata de Potosí, enfatiza Bedregal.

El desconocimiento de estos hechos por parte de la historia oficial se explica porque hubo un «olvido, una amnesia y una amnistía tras la larga guerra que hubo entre los conquistadores y la Corona de España», desatada porque esta desconoció los derechos de los primeros en América, apunta.

Por eso, sostiene el investigador, la fundación formal de la ciudad en 1548, con el nombre de «Pueblo Nuevo de Nuestra Señora de La Paz», fue un «hecho tardío» y se llamó así porque Pedro de la Gasca pacificó el Perú tras esa prolongada guerra civil (1538-1548).

Como evidencia ha quedado el lema consagrado en el escudo de La Paz que pervive hasta ahora: «Los discordes en concordia, en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria».

Una frase, según Bedregal, que en los hechos expresa la decisión de los españoles de olvidar voluntariamente lo sucedido.

Con este libro, el autor contribuye a despejar esa amnesia para devolverle a La Paz su memoria perdida.

Con este libro, el autor contribuye a despejar esa amnesia para devolverle a La Paz su memoria perdida.

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