Skid Row, la pobreza barrial en Los Ángeles
Realidad. Es una zona donde prima la violencia y el peligro
Una mujer camina entre los coches ajena al peligro, mientras dos hombres salen de unas tiendas de campaña tapados con trozos de tela: en el corazón de Los Ángeles, Skid Row es, desde hace un siglo, la capital estadounidense de los sin techo.
Unas 2.000 personas, casi el 75% de ellas negras, viven en la calle o en paupérrimas tiendas de esta zona situada al sur de la ciudad, convertida en refugio para aquellos que ya no pueden caer más bajo en el escalafón social, sin agua, electricidad ni lugar donde tirar su basura.
La gran mayoría son alcohólicos, drogadictos o tienen problemas físicos o mentales. Y entre tanto desamparado, la violencia está a la orden del día.
“Ha sido muy difícil para mí”, se lamenta Chesterlas Nelson Jr., un cantante apodado con el nombre de El Artista, que lleva viviendo 15 años bajo una humilde lona. “Cada vez que abandono mi lugar para hacer algo y vuelvo, me encuentro con que me han destruido todo; ya me robaron todas las tiendas que tuve”, explica.
Eunice Carr V, otro habitante de este tenebroso lugar, cuenta que él y su esposa sufren agresiones. “Hay veces que viene alguien y nos pega. Skid Row es peligroso, incluso durante el día”.
Los Ángeles es para el profesor de Derecho en la universidad UCLA y experto en temas relacionados con indigentes, Gary Blasi, una paradoja. “Aquí tenemos el mayor número de millonarios y de mansiones, pero también tenemos la pobreza más extrema del país”, asegura a la AFP.
Una decena de organizaciones benéficas se instalaron en la zona para impulsar programas sociales, médicos y de reinserción con el fin de mejorar las condiciones de vida de los habitantes.
“Aquí comemos todos los días”, celebra Eunice Carr V, gracias a comedores gratuitos como el de la LA Mission, un centro para indigentes dirigido por Herb Smith, donde la gente acude a buscar una comida caliente o ser visitados por un médico.
El último programa creado se llama Plan for Hope (Plan para la esperanza) y fue promovido por un consejero municipal, aunque la mayoría de la financiación pública es destinada a patrullas que vigilan la zona, que registran altos niveles de violencia y criminalidad. “Tus posibilidades de acabar en la sala de emergencias se multiplican por cinco cuando se vive en la calle”, dice Blasi.
Pero mientras Skid Row recibe cada día a nuevos desamparados, no muy lejos empieza una nueva población de vecinos con un futuro mucho más pudiente. Jóvenes trabajadores con poder adquisitivo consiguen apartamentos y lofts en edificios totalmente restaurados, que impulsa el mayor renacimiento de esta zona de Los Ángeles desde 1970 y amenaza “los hogares” de los indigentes.
“Yo apoyo que se esté renovando esta zona, porque ha estado abandonada demasiado tiempo”, dice el activista Dogon. “Pero no estoy de acuerdo con que se eche a la gente mayor. No es justo. Es una idea que va en contra del espíritu, el alma y la cultura de este lugar”, señala.