Una vida marcada por la polémica, el arte y las letras
Fue muy crítico con la unificación de las Alemanias, la que le pareció muy apresurada. Fue criticado por su participación en las SS en su juventud
Günter Grass llamó poderosamente la atención con su novela El tambor de hojalata, de 1959, sobre la Alemania de su infancia y asimismo Años de perro, de 1963. Desde entonces se convirtió en una de las voces narrativas más conocidas de su país por su tono ácido e implacable sobre el pasado inmediato, según EFE.
Hijo de Willy Grass (1899-1979), un protestante alemán, y de Helene Grass (1898-1954), una católica de origen polaco, el futuro escritor creció como católico. Estudió dibujo y escultura de 1948 a 1956, pero se decantó por la literatura después de la Segunda Guerra Mundial con centro en Europa.
Tuvo notable participación en el Grupo 47 de escritores alemanes, que se reunía dos veces al año: era un colectivo de jóvenes autores, luego destacadísimos, que leían fragmentos inéditos y se enfrentaban a la crítica de sus colegas. Por otra parte, Günter Grass tuvo una activa participación política durante toda su vida. Criticó con dureza la represión de obreros en la Alemania del Este (RDA) a comienzos de los años 1950 (Los plebeyos ensayan la revolución). De hecho se mantuvo siempre muy cercano al partido socialdemócrata. A los 17 años perteneció a las Waffen-SS. Se conocía que en 1944 había ayudado al ejército nazi, que se traduce como un capítulo oscuro de su biografía, que él mismo reconoció en su libro Pelando la cebolla, publicado en 2006. “No quedan marcas en la piel de la cebolla que expresen miedo u horror. Seguramente veía a la Waffen-SS como unidad de élite (…). La doble runa en el cuello del uniforme no me repugnaba”.
También se supo que en 1944 estuvo unos meses en el ejército alemán como auxiliar de artillería y que sirvió en la milicia, pero no que los batallones organizados para la guerra por los nazis lo hubiesen reclutado como soldado, aún en edad escolar, según AFP.
CRITICADO. Cuando se conoció su militancia en el ejército de Hitler, las críticas arreciaron, pues Grass fue acusado de nazi e incluso hubo presiones para que la Academia sueca le retirara el Premio Nobel. Además de su pasado en las SS, Pelando la cebolla fue objeto de otra gran polémica, ya que se le acusó de apuntar veladamente al papa Benedicto XVI como compañero de huida al final de la Segunda Guerra Mundial, justo antes de ser internado en un campo como prisionero. Asimismo, Grass fue un gran enemigo de la unión de la República Federal (RFA) y la República Democrática alemana (RDA). Recopiló todas sus ideas en Alemania: una unificación insensata. Allí afirma que se destruyó mucha más cultura en ambos países en la posguerra que en el periodo mismo del conflicto bélico. “Veo a Alemania afirmada en la democracia —declaraba en una entrevista en ABC en 1999—. No es todo como hubiéramos deseado, sobre todo en lo que respecta al proceso de reunificación alemana, que se ha llevado a cabo de modo muy discutible. Por un lado estamos unificados, por otro hay alemanes de primera y de segunda categoría, y eso no es aceptable”. Con esta postura generó una gran oleada de críticas que venían desde los sectores políticos progresistas.
El día de la entrega del Premio Nobel de Literatura por la Academia Sueca en 1999, en su comparecencia ante los medios no escatimó en críticas. Desde la manipulación genética hasta la destrucción del medio ambiente, pasando por la elevada deuda que había dejado la era de Helmut Khol. Y en enero de 2014 declaró que no escribiría más, debido a que a su avanzada edad le era imposible planificar el tiempo que le lleva hacerlo.
El retiro de la narrativa no significó, sin embargo, el adiós definitivo, ya que siguió cultivando sus otras dos pasiones: la poesía y el dibujo.
La vida y la obra
Ácido
Es uno de los narradores más conocidos de su país por su tono ácido e implacable sobre el pasado inmediato. También editó libros con sus dibujos. En 2006 presentó una exposición con esculturas y dibujos.
Ensayista
En 1990, su breve ensayo sobre los campos de concentración, Escribir después de Auschwitz, fue muy comentado. También se opuso, después de la caída del muro de Berlín, a una reunificación apresurada.