Miniaturas que se hacen realidad: fe y capitalismo
Fiesta. Personas atribuyen sus bienes materiales al Ekeko
¿Cómo un objeto que se compra en Alasita puede hacerse realidad? Para viajes, autos, casas o un amor, gente con fe en el Ekeko cuenta sus historias, y el antropólogo Édgar Arandia lo atribuye a la fe y al capitalismo.
Para Jorge Weinstein, Alasita es una fiesta muy importante porque es donde la magia se hace realidad y da prosperidad a miembros de su familia. “Mi exsuegro se llama José Borda es muy creyente y durante años compró maletas en Alasita, su sueño era conocer el mundo y lo logró. Se fue a vivir a EEUU y con su trabajo como contador en Chiquita Banana fue por casi todo Centroamérica, después fue el presidente de una revista llamada Latin Trade con la que viajó alrededor del mundo por negocios y para vacacionar”.
Además de Borda, el tío de Weinstein, Édgar Goitia, compró una casa hace más de una década en la fiesta de las miniaturas. “Pienso que lo hizo con muchísima fe porque construyó una casa en California basada en su modelo de Alasita. También mi abuelo solía comprar autos con mucha creencia y logró comprarse algunos, que los hizo trabajar como taxis”, señaló el paceño, quien también considera que haberse comprado un pasaporte le permitió poder irse a vivir fuera del país.
La que nunca pensó que el Ekeko cambiaría su vida fue Martha Elena Claros Sanabria. “Hace como 20 años compré la casita en Alasita, la guardé años de años. En una reunión familiar, una tía la vio y me dijo es tu casa de tres pisos y con curva tal como la construiste. Siempre la miraba y creo que eso hizo que la similitud sea tan grande con la que tengo”.
Claros piensa que el sueño se hizo realidad porque combinó la devoción de esta fiesta con la religión católica. “Soy creyente de Cristo y la Virgen y en Alasita suelo guardar un año cada pieza, pero antes la llevo a la iglesia a que la bendigan”.
Pero además de cosas materiales y las experiencias, los sentimientos también se comercializan y se cumplen en Alasita. Eso es lo que vivió Neyza Flores. “Hace cuatro años, mis amigas del trabajo compraron miniaturas y las ch’allaron, me regalaron un gallito y en ese tiempo estaba soltera. Un año después me casé. Increíble. El siguiente año con mi esposo nos compramos una petita y la ch’allamos y se dio la oportunidad de comprarnos una. Con mucha fe se nos ha cumplido todo. Eso sí, hay que ch’allar a mediodía”.
La creencia cuenta que cuando se da el regalo con sinceridad y cariño y el que lo recibe tiene fe, habrá óptimos resultados. “Un primo de La Paz me dio de regalo de Alasita una camioneta. Me dijo que la compró a mediodía y la hizo ch’allar”, contó Ernesto Urzagasti, quien vive en Santa Cruz, y vio su sueño cumplido hace dos años. “Llevaba más de un año soñando con tener una camioneta nueva. Por cosas de la vida, me fue muy bien en el trabajo y la compré de una empresa como parte de pago de un trabajo que hice. A las cuatro semanas de la noticia, me la entregaron: era idéntica a la de Alasita. Hasta del mismo color azul. Le agradecí a mi primo”, mencionó Urzagasti.
El año pasado, José Daniel Llorenti fue antes de mediodía a la Alasita. Él tenía claro lo que quería y estaba buscando muchos billetes y un pasaporte. “Quería irme de viaje y deseaba una miniatura que me permita conocer otro lugar. El Ekeko me cumplió y conseguí irme de vacaciones a Miami y Las Bahamas este año”, contó el comunicador social.
El antropólogo Édgar Arandia explicó que Alasita en la cosmovisión andina es el inicio del tiempo fecundo femenino. “Alasita se fijaba en el 21 de diciembre. Esto se trasladó a enero a raíz de Túpac Katari y la negociación con los gobernantes españoles cuando se realizó un cerco a La Paz”.
El experto aclaró que la fiesta sufrió una transformación porque en sus orígenes era una fiesta de la abundancia, originalmente se enfocaba en illas e ispallas, una representación simbólica del mundo humano enmarcado en la prosperidad y la bienaventuranza, Las illas e ispallas solían ser talladas en piedra y eran intercambiadas por las personas.
“Ahora se compra miniaturas que reemplazaron a illas e ispallas, pero en un sistema mercantilista y capitalista. Se compra billetes, casas, etc. Esto se dio sobre todo en los centros urbanos”.
Arandia indicó que por la bonanza económica y el mentalizarse un objeto es que mucha gente vea cumplido su anhelo. Arandia agregó que “la contaminación de la Alasita viene durante la República. En el valle de los kallawayas, cuando uno se compraba miniaturas o un Ekeko, no era necesario llevar los elementos a la iglesia. Solo se necesitaba que los ch’alle el yatiri”, expresó.
La costumbre de que los objetos sean bendecidos por la Iglesia llega con el papa Paulo VI, quien decía que hay que latinoamericanizar y africanizar la Iglesia y el catolicismo. “Por eso se mete a las illas e ispallas a la catedral. Se las bendice con agua bendita y luego se hace ch’allar con el yatiri. Por esa razón es uno de los ritos que ha sufrido una transformación”.