Para una filosofía del blanqueamiento
Hace algunas semanas en la ciudad de La Paz se celebró la muestra ‘Iridiscente’, curada por el artista Joaquín Sánchez. En el taller de Collage Audiovisual que se lleva a cabo en la Escuela Popular de Cine Libre discutimos algunas ideas que el texto curatorial de esta muestra propone.
Aquí reproducimos algunos fragmentos del texto:
“Iridiscente” ofrece un panorama de la producción reciente de jóvenes creadores que, de diversas maneras, surgen de los complejos procesos políticos y sociales por los que ha transitado Bolivia en los últimos años. Esta nueva forma de ver y pensar el arte boliviano propone nuevas lógicas de producción y exposición, abriendo la posibilidad de inscribirnos en el mundo global en nuestros propios términos.
En los últimos años se ha observado un fenómeno particular en la escena del arte local que ha confluido en el interés de los jóvenes creadores bolivianos de trabajar el arte desde otro lugar. Esto ha dado cuerpo a un número importante de obras cuya particularidad es el uso del blanco como concepto no solo visual sino también filosófico. Quitar color a un país con una cultura tan colorida como Bolivia parte de la necesidad de dejar atrás el exotismo.
El blanco como ausencia de color y como sobreposición de todos los colores representa el inicio de una historia o el final de otra. Este mirar desde adentro, casi como un ejercicio de blanqueamiento de retina, es una impresión luminosa de vacío.
La experiencia tiene la fuerza de un cíclope cuyo poder de mirar es como un remolino que se lleva los recuerdos sin perder el origen de las cosas, una fuga de lo real bañado por la luz nívea que brilla desde el sur.
La idea de blanqueamiento no es ajena en la sociedad boliviana, se expresó en varios momentos de la historia, desde las políticas de higiene a finales del XIX hasta la negación de la pertenencia cultural por parte de los migrantes llegados a la urbe. Sánchez no solo provoca y acoge a un grupo de jóvenes artistas que atienden a este texto curatorial, sino que actualiza un discurso en apariencia conservador y anacrónico a favor de la des-colorización, des-exotización de los objetos sensibles a favor de la homogeneización higiénica y aséptica que permite la blancura. Las ideas provenientes del arte que demandan el blanqueamiento de la sociedad boliviana por lo tanto, no son nada nuevas.
“Iridiscente” en tanto discurso, propuesta, manifiesto, declaración de principios refiere y celebra el triunfo de la unidad, la unidad alrededor del blanco con “la fuerza de la mirada de un cíclope”. Un cíclope no posee perspectiva, la mirada única no puede generar espacialidad, sino que homogeneiza en una superficie que no permite matices, el uno síntesis y la mirada unidimensional del cíclope construyen un universo iluminado funcional al uno.
Todo discurso a favor del uno tiene un gesto y acento protofascista, más aún cuando el uno supone limpieza, aséptico, iluminación, luz-claridad, orientación y orden sobre el caos primigenio, producto de la policromía típica, diversa, arcaica, folklórica, orgánica y exótica.
La idea del uno supone el fin de toda contradicción, estamos entonces frente al fin de la historia, el fin del arte, el fin de lo no blanco, este estado sin contradicciones suscribe el fin del otro, la restitución de una promesa homogénea representada en la blanca síntesis.
Si el arte debe generar preguntas, el texto curatorial de “Iridiscente” es un cúmulo de respuestas. Sin embargo abre la interrogante sobre el lugar del artista contemporáneo y su relación con lo exótico (es decir su país). También nos preguntamos qué relación debe guardar con lo popular si lo popular exuda exotismo y si el blanqueamiento es el camino para poder salir de lo local y proyectarse hacia un mundo que parece demanda blancura.