Sergio Vargas Paz: ‘Animémonos, como realizadores, a hacer películas diferentes’
El director de la película colombiano-boliviana Anomalía nació el 13 de enero de 1987. La ópera prima de Vargas Paz se estrena este jueves.
El director de cine paceño revela que su ópera prima, la película Anomalía, que se estrenará en los cines de Bolivia este jueves 10 de octubre, es una coproducción colombiano–boliviana que costó casi medio millón de dólares. Actuaciones impecables, efectos especiales de calidad y pulcritud técnica hacen de esta cinta un referente de la ciencia ficción en el país; aunque para Vargas, el género cinematográfico es lo de menos.
— ¿Quién es Sergio Vargas?
— Soy un director paceño. Viví cerca de 15 años en Cochabamba, creo que es la razón por la cual me dicen director cochabambino en muchos medios de comunicación. Estudié Dirección de cine en Colombia. Viví allá cuatro años y allá fue donde me introduje en el mundo de la cinematografía. Estuve en la Escuela Nacional de Cine, haciendo un conservatorio. Pude aprender de docentes de mucha trayectoria en la cinematografía colombiana, como Ciro Guerra, nominado en 2016 al Óscar por El abrazo de la serpiente como mejor película extranjera… y una lista de varios nombres, como Felipe Martínez.
Posteriormente, cuando retorné a Bolivia vine con la idea de crear un fondo cultural para poder trabajar el crecimiento de la industria cinematográfica en el país. Empecé con un primer proyecto, que es Anomalía, para poder realizar cine creado por bolivianos —ésta la escribimos con un cochabambino, Jorge Rollano— que tenga un enfoque internacional. Entonces, desde el inicio de este proyecto ya sabíamos que teníamos que contar con actores internacionales, que era una historia que tenía que ser muy global, eso más que todo, para poder entrar a nuevos mercados.
— ¿Cómo nació la idea de hacer una película de ciencia ficción?
— Todo partió a partir de una imagen: una señora mayor, de unos 70 años, en un sillón conectada con unos cables. De ahí vino la creación de la empresa Memorias Corp y la idea de qué chévere sería que en un futuro pudiéramos revivir nuestros recuerdos. También ha sido uno de mis temores más grandes el perder mis recuerdos; de eso me di cuenta recién, porque finalicé mi tercer guion y en lo que voy escribiendo me doy cuenta de que soy muy recurrente al tema de los recuerdos. La segunda película que escribí es Los Lelek, una película de suspenso y fantasía, donde igual hablo de los recuerdos. Y en la última que acabé hace un par de meses, Ajayu, hablo también de los recuerdos; entonces, es muy introspectiva la cosa.
— ¿Tiene esto de la memoria que ver con el fallecimiento de tus papás, que ocurrió hace un año, verdad?
— El año pasado, sí. Creo que no. Creo que yo tenía este tema metido desde antes, porque Anomalía la escribí en 2014. Es algo que siempre tengo. Los dos únicos miedos que tengo son a las alturas y a perder mis recuerdos.
- El actor colombiano Juan Pablo Barragán y la actriz argentina Flor Antonucci, junto al director boliviano Sergio Vargas, durante la premier de la película en Cochabamba. Foto: Fernando Cartagena / La Razón
— ¿Y cómo ha sido tu relación con la ciencia ficción? ¿Qué autores leías?
— Para serte sincero, es un género que lo estuve explorando recién con Anomalía. El apoyo y sustento para la creación fue Jorge Rollano, con quien coescribí el guion. Él fue como el condimento principal para que podamos crear una película que para ese estilo, ciencia ficción, sí necesita un sustento teórico.
— En Anomalía la teoría de que con el poder mental puedes llegar a viajar en el tiempo es sutentada?
— Así es… está fundamentada en teorías de paralelismo y multiversos; tiene un fundamento teórico.
— Y hablando de los recuerdos, ¿tienes algunos recuerdos recurrentes?
— Soy una persona que en verdad me olvido muy rápido de las cosas, creo que por eso es mi miedo. Soy de fácil olvidar, o sea, hay cosas que me pasan y quiero acordarme, entonces veo una foto y me acuerdo. Es como que necesito ayudita para acordarme. Obviamente, hay cosas que lo marcan a uno, como el fallecimiento de mis papás… el último día que me despedí de mi mamá. Esas cosas son muy fuertes, de mucho impacto y obviamente se quedan, pero la graduación que tuve en colegio o un cumpleaños que tuve hace cinco años, tengo que ver una fotografía para acordarme: ‘ah, así fue la cosa’ y demás. Creo que por eso también viene mi miedo.
— ¿Cómo fue el proceso de producción de Anomalía?
— Yo quería hacer una película sencilla, la verdad. Dije: ‘ah, no me va a tomar más de $us 50.000 este proyecto’. Busqué un productor y se sumó Felipe Morell, quien tiene 20 años de experiencia en Hollywood; vive y trabaja entre Nueva York y Bogotá. Ha estado en producciones muy grandes como La era de hielo y El gigante de hierro. Entonces, a él le gustó mucho el proyecto.
Lo conocí cuando él fue mi docente en Colombia, en una relación de maestro alumno y después ya, de colegas, trabajando en este proyecto. Y así comenzaron a sumarse más profesionales… con el respaldo también que tenía él, porque al final, cuando hablaba con alguien para conseguir financiamiento, fondos, como lo primero que se fijan es en qué has hecho. Al ser un director nuevo, con una ópera prima, entonces ahí me quedaba cojo, pero el respaldo me lo daba Felipe, el productor colombiano, con todo su antecedente previo.
Conseguimos muy buenos proveedores artistas, tanto en sonido como en color, de Argentina, Colombia y Bolivia. El proyecto llamó demasiado la atención. Y eso es lo que me gustó mucho del proceso, porque cuando hablábamos de esta película en el exterior era como: ‘¿Qué? Están locos, no lo van a conseguir, peor en Bolivia’; pero cuando llegamos a Bolivia y dijimos queremos hacer este proyecto, la gente boliviana confió, dijeron cómo no, hagámoslo.
— ¿Y a cuánto llegó el presupuesto?
— Fue difícil como materializar todo el esfuerzo de muchas personas, porque hubo aporte de muchos artistas… una coproducción tiene que ver con cuánto has aportado tú con tu trabajo y después volverlo un número. Ha estado rodeando casi el medio millón de dólares.
- Trailer oficial de la película de ciencia ficción colombiana-boliviana "Anomalía".
— La actuación es destacable ¿cómo fue el proceso del casting, tú fuiste quién escogió?
— Sí, fui yo como la cabeza principal del casting, pero tuve bastante ayuda. A dos de los actores internacionales ya los conocía, porque había trabajado en Colombia con ellos: Julián Trujillo, que hace el papel de Alessandro joven, el príncipe azul de la historia y Mercedes Salazar, que es la recepcionista española. Como que crecimos juntos, profesionalmente hablando, y cuando los convoqué a la película ya estaban rodando series importantes en sus países.
A Flor Antonucci la conocí a través de un spot de TNT que hicieron para los Oscar, en 2015. Un amigo fotógrafo boliviano que vivió en Argentina me dijo que hizo unas fotos con ella. Yo le dije: ‘no, wau, ella es la imagen que yo tengo, el personaje que yo escribí es ella’. Fui a visitarla y tardé como un año en confirmarle, porque no encontrábamos a la actriz mayor. Ya estábamos por desechar esa opción, porque tenía que tener el acento argentino.
— ¿Por qué la protagonista mayor tenía que ser argentina?
— Podría haber sido de cualquier país, creo que fue más porque me cautivó Flor como persona. Cuando la vi dije: ‘es ella’. Si ella era italiana u holandesa, habría tenido que buscar una actriz mayor de ese país. Ella me dijo: ‘me interesa mucho el papel’, yo le dije: ‘me interesa demasiado trabajar contigo, no quisiera que por no tener la persona mayor dejar de trabajar contigo’. Ella me ayudó a buscar opciones de actrices argentinas que se parecieran a ella. Ella fue un pilar fundamental para encontrar a Beatriz Spelzini.
— ¿Qué resaltas de la actuación de Spelzini?
— Ah, es una capa, es genial trabajar con ella. Al principio, (yo estaba) súper intimidado, obviamente, (era) mi primera película, ella con tantos años de experiencia. Tú la has visto en pantalla. Lo que te diga va a quedar chiquito. Ella es demasiado profesional y al conocerla fue muy bonito, en realidad con todos los actores.
Lo desafiante del casting es que no teníamos ni el tiempo ni el presupuesto para traer a los actores, que eran cinco de afuera, como un mes o dos antes, para ensayar. Con los bolivianos sí hubo esa posibilidad. Pero con los de afuera eran reuniones vía Skype, donde estábamos una hora.
Las primeras veces era como que marcaban su guion y me decían: ‘ya, listo, qué escena vemos’ y yo (les decía): ‘no, guárdate el guion, vamos a hablar de la película’. Se trató de un trabajo mío ya preparado, obviamente, que era un análisis más psicológico de ellos como personas. Mi intención era encontrar similitudes con los personajes y en todos los casos pudimos encontrar esos puntos para que ellos pudieran también trabajar sus personajes de forma más fácil. Ya cuando llegaron estaban más identificados, porque encontramos esa esencia a cada uno de ellos.
— ¿La película es más boliviana que colombiana?
— Es una producción colombo-boliviana. El coproductor Felipe Morell, con su productora Digitzfilm, es la que tiene el porcentaje en Colombia. El mayor porcentaje lo tenemos nosotros como Bolivia. Fue un trabajo en conjunto. Mucha gente me pregunta porqué no fue coproducción argentina y en realidad sí, la buscamos, nos hubiera encantado que fuera de los tres países, pero nuevamente, mi poco currículum, mi primera película, eso como que me cortó un poquito el chance de poder hablar con Argentina, que está viviendo una crisis muy fuerte en cuanto a que o hay productoras muy grandes que trabajan con Disney, Warner o Fox o hay muchas chiquitas que están viviendo del fomento del Gobierno y ya tienen proyectos en vista.
— ¿Por qué crees que en el cine boliviano tendría que fomentarse producciones de ciencia ficción?
— La verdad, no creo que el género sea lo predominante. Al final, puede haber películas de comedia, de terror, de viajes en el espacio. Creo que es más que nos animemos, como realizadores, a hacer películas diferentes. Es importante que haya coproducciones, no importa el género, porque nos ayudan a llegar a más mercados.
— Y hablando de eso, después del estreno de Anomalía, el 10 de octubre en Bolivia, ¿qué se viene?
— El estreno en Colombia se viene el próximo año. Al ser una coproducción con Colombia, ese gobierno nos fomenta en el tema de la distribución, podemos aplicar a fondos para poder estrenar allá la película. La fecha aún no está prevista, pero yo asumo que será en el segundo semestre de 2020, en Colombia. En Argentina hay distribuidoras interesadas. Actualmente estamos trabajando con APL, nuestro distribuidor canadiense y representante internacional. Ellos nos están llevando a diferentes mercados, Hace tres semanas estaba con ellos en una rueda de negocios en el Festival Internacional de Cine de Toronto, uno de los más importantes en el norte, y hemos presentado la película a diferentes compradores, programadores de festivales y distribuidores.
— ¿En qué otros proyectos cinematográficos estás sumergido?
— Tengo dos películas en cartera: una en etapa de desarrollo y otra en pre-producción. La primera es Los Lelek y la otra, Ajayu.
— ¿ Los Lelek también es ciencia ficción?
— Más que ciencia ficción es fantasía. La diferencia es que la ciencia ficción está basada en una teoría real.
— ¿Sobre qué trata Los Lelek?
— Es una historia inventada sobre un mito urbano que creamos en un pueblo muy pequeño. Una pareja adulta —recurro mucho a los recuerdos y a los personajes mayores— son una especie de vampiros que consumen la energía de las personas, pero no les chupan la sangre, sino que la consumen a través de los recuerdos (guardados) en sus pertenencias, objetos y demás. Nosotros le damos mucha importancia a objetos, nuestra esencia la dejamos ahí.
— ¿Y estará ambientada en Bolivia?
— Los Lelek, no. Tal vez la terminamos en Europa. Estoy casado con trabajar con profesionales y actores bolivianos. Pero Ajayu sí es una película 100 por ciento boliviana, en base también al mito del alma o ajayu, que dice que cuando un niño se asusta pierde su alma. (09/10/2019)