La Revista

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Un peligro absoluto

/ 11 de mayo de 2020 / 13:14

Una ley que va contra cualquier derecho a la expresión es un peligro absoluto. Peor aún si ésta es ambigua y no especifica definiciones ni presenta un reglamento claro, como es el caso. Luego, meterse con los contenidos de las artes es entrar en un sistema de censura directa. 

No se dice qué se pretende censurar, por qué y a través de que procedimiento legal. ¿Esto llevará a encarcelamientos ilícitos sin proceso legal previo? Y aun si hubiera procesos y procedimientos que respeten los derechos humanos, ¿qué juez o jurado tiene el mecanismo y capacitación para analizar y entender lo que se quiso lograr con una obra o acción artística? Por ejemplo, venimos viendo al Ejército realizar acciones contra personajes coronavirus, o desfiles promoviendo y mostrando una lucha (armada), contra el COVID-19.

En esas acciones, que asumo bienintencionadas y pretendidamente educativas, hay tal nivel de distorsión de la situación que atravesamos, que se constituyen en instancias de desinformación que generan más incertidumbre que otra cosa. Entonces, bajo la ley y su nuevo alcance, ¿procesamos a todo el Ejército Boliviano y/o sus altos mandos por atentar contra la salud pública? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué?

(*) Diego Aramburo es teatrista

(11/05/2020)

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Horizonte del quinto año del ‘Ser y Estar’ de Pati García

La directora y dramaturga Diego Aramburo escribe sobre la obra que el taller presentará el 8 de diciembre en el Teatro Nuna

/ 6 de diciembre de 2021 / 20:12

El Taller Permanente de actuación “Ser y Estar”, dirigido por Patricia García, está de aniversario y lo celebra con la presentación de Horizonte, décima escenificación de fin de curso, en la que la docente, actriz y directora toma 10 textos cortos escritos para “Ser y Estar” por diferentes autoras y autores del teatro de Bolivia y los recupera en esta puesta que presenta el miércoles 8 de diciembre, a las 19.30, en el Teatro Nuna.

El siempre desafiante mundo del arte, en Bolivia, suma la complejidad, para quien quiera dedicarse a ese tipo de rubro, de la falta de espacios formativos que den alguna pista sobre las calidades y herramientas con las que se cuenta para sobrevivir a un mercado hipercompetitivo y sin apoyo estatal ni privado. En cuanto a la actuación, esta condición hace más necesario y más urgente prepararse en niveles que permitan enfrentar un escenario o una cámara con ciertas garantías de no estar cometiendo el clásico suicidio de pensar que “lograr fingir llorar” te convierte en actriz o actor.

Una de las alternativas más potentes al respecto es el “Ser y Estar” que, por quinto año consecutivo, trabaja en formación y culmina con la presentación de una creación en la que los alumnos de la gestión ponen en práctica lo aprendido, a través de escenas y obras en las que se ponen a disposición de “decires” que transforman su presencia en la escena.

Pero, ¿en qué consiste específicamente este espacio formativo? Primero, en la preparación de las personas que quieren actuar para aquello que es la base misma de ese trabajo y arte. Es decir, disponerse a percibirse y ofrecerse como un todo físico y sensible. Percibir-se, digo para comenzar, porque en la base está la consciencia propia, consciencia del aspecto exterior-material, así como del aspecto interior (llámese ‘estado’), consciencia profunda y, a la vez, relajada, que abre el camino a la posibilidad de recibir y entregar. Recibir lo que conlleva una situación enmarcada por la palabra (que se dice o que describe lo que sucede), y entregar precisamente lo que contiene aquella palabra-texto antes mencionado, devolviéndolo en un accionar dado por movimientos o enunciaciones —sensible, una vez más—, a las que este ser-actoral se lanza en una suerte de caída libre ‘a ojo cerrado’, para la cual la única red de contención es la confianza en que el disponerse de manera tan amplia y completa a que esas palabras, ficciones y testimonios, una vez vivenciados en primera persona, por mucho que gusten o disgusten, y por más que ensalcen o duelan (en la caída), enriquecerán tanto a la persona actuante como a quien entre en contacto con este hacer y decir profesional sea en un escenario o captado por una lente para la pantalla.

Luego de lograda esa base, y en un estado de ‘limpieza actoral’ —para nada sencillo de alcanzar—, los alumnos de Pati suelen enfrentar textos que ella pide que sean creados para provocar de alguna forma a quienes han de encarnarlos. La provocación suele recaer en la necesidad de una aguda y sutil escucha que logra, en tiempo simultáneo, el reaccionar-accionar por parte de cada “actuante-diciente-sensible”. Se reacciona a lo que se dice y hace proveniente de la obra-texto-guion y se acciona la sensibilidad con la que esto se realiza-entrega. El balance entre ese reaccionar y accionar, mucho más instintivo que racional o “cabezón”, es el secreto detrás del éxito de este trabajo. Pero esto para nada consiste en un trabajo sobre el principio o método de la improvisación, sino todo lo contrario, consiste en un profundo trabajo para masterizar el estado propio inicial, lo que precede a escuchar una y vil veces los ‘decires’ y ‘accionares’, siempre vivos, que salen al relacionarse con palabras y situaciones cada vez más conocidas y experimentadas (cada vez más, a medida que se repite y repite el encuentro con las mismas pautas), pero que son cada vez más potentes y más cargadas de una diversidad implícita en cada repetición no-nueva, pero sí renovada, fortalecida y fresca.

Surge así una actuación que genera curiosidad, misterio y plena de potencialidad. Surge así el tipo de actuación que propone Patricia García y que ella busca transmitir a quienes aprenden con ella. Surge así un espacio en el que se experimenta una comprensión completa e inquietante de la actuación, que otorga bases sólidas para poder pensar en actuar “sin morir en el intento”.

Se trata de una formación desafiante que busca una actuación orgánica e integral, cargada de posibilidades tanto para quien la realiza como para quien la recibe. Y quienes encarnan el desafío en esta ocasión son los alumnos del segundo semestre del año del “Ser y Estar” que protagonizarán los fragmentos El desmayo, Morir gritando, de Denisse Arancibia; Este no es un ejercicio de amor, de Darío Torres; Disfuncional, de Julio César Benítez; Los panes de hoy en día, de Freddy Calderón; El mejor de los intentos, de Jorge Alaniz, y La promesa, de Katy Bustillos, que conforman la obra Horizonte.

INTEGRANTES. Nathaly Alarcón, Valentina Tiffany Luna, Valeria Balderrama, Orietha Castillo, Ítalo Fernández, Yineth Gandarillas, Lua P .P .G. Guardia, Pacho Góngora, Paolo Iotti, Lorena Iturralde, Inés Langosch, Ramiro Mendoza, Devin Mercado, Isabel Nina, Letty Orellana, Paul Santos, Romi Silva, Torito Solares, Stephanie Toussaint y Eduardo Uzquiano.

FOTOS: DANIELA GANDARILLAS

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A propósito de ACTIVISMOS y el 8M

El teatrista y performer Diego Aramburo reflexiona sobre la lucha en temas de género a través del arte.

/ 14 de marzo de 2018 / 13:01

En la semana me sorprendió el paralelismo entre una serie de mensajes sobre el Oscar a la película chilena Una mujer fantástica, y el 8M (8 de marzo, Día Internacional de la Mujer), en que en nuestra parte de mundo paramos sobre todo para decir basta a los desequilibrios de género que llegan al espeluznante e indignante grado de tener en Bolivia, en lo que va del año, más de una mujer muerta cada semana, solo por el hecho de ser mujer.

Y si bien la importancia de manifestarse contra la violencia sufrida por la mujer está a “años luz” por encima de decir algo sobre una premiación artística, un aspecto de ese premio terminó relacionado: el hecho de que esa película muestra una historia de alguien que nació biológicamente hombre y luego decide ser mujer.

Sobre el premio sucedieron dos cosas. Una, que aparecieron una cantidad de mensajes discriminatorios haciéndose la burla del personaje y la persona (Daniela Vega, admirable en ambos sentidos, y quien solo pudo montarse al avión como ‘Daniel Vega’ para que Daniela reciba el Oscar porque las leyes de su país no le permiten aún ser legalmente mujer). Y dos, que el arte permitió un avance que el activismo tradicional no estaba logrando; pues, la plataforma mediática de ese premio, hizo que el propio Piñera, que iba a detener el proceso de legislación del cambio de Género en Chile, declarara que se seguirá ese curso legal, sin que esto evite que “se le escapen” frases discriminatorias para con las opciones no heterocentristas, claro.

Esta actriz, llámese ella Daniel o Daniela, es innegablemente parte de las afectadas por la falta de equidad del patriarcalismo campante. Por suerte no es una víctima fatal, como las miles de mujeres atropelladas por tal sistema y llevadas hasta la tumba. Pero que eso no nos engañe: todas las mujeres pagan a diario por la vigencia de ese status quo.

Me emocionó encontrar, alrededor de este 8M, una mujer Daniela Vega logrando algo por la equidad. Y lograrlo a través de un activismo absolutamente militante, aunque quizás no tradicional, a favor de la causa en cuestión. Todo aporte suma. La falta de equidad es un hecho que requiere posicionamientos, reflexión y acciones. Porque el 8M, pero cada día en realidad, uno no puede dejar de pensar en la necesidad de justicia, de democracia, y de respeto a los derechos fundamentales de los individuos, comenzando por el de las mujeres, que todo Estado asume a través de su constitución: el defender a todos los ciudadanos de su territorio por igual.

La filósofa Judith Butler propuso uno de los mayores avances sobre la comprensión del concepto de género cuando dio a entender que el género de las personas es apenas una manifestación performativa (un comportamiento arbitrario y representacional, no algo intrínseco a la naturaleza de los cuerpos). Asimismo, dicha performatividad, que reconocemos como género, es fruto de la reiteración sociocultural que nos lleva a repetir ciertas formas para ser aceptados y no sufrir castigos sociales como la discriminación, el aislamiento, etc. Y solo porque todo nos enseña e indica esto desde pequeños, es que mayoritariamente ejercemos un género a través de formas que nos enseñaron que condicen con una fisiología (para no ser castigados socialmente).

Pero el aporte de Butler no termina ahí. Ella va más allá y dice que la categoría del sexo de las personas es fruto del mismo procedimiento de culturización. Y, además, sabemos perfectamente que esto es relativo pues, si para una cultura es reprochable algo que no lo es para otra, contemporáneamente, extendiendo las posibilidades también a lo largo del tiempo, la variabilidad y relatividad de los valores, las normas y tantas otras características culturales, queda más que en evidencia. Y ahí es crucial decir que la culturización no es solo un “inconsciente” o “involuntario” proceso de asimilación de personas a códigos e idiosincrasias, no. La culturización es un proceso de repetición de mensajes, dados en todas las formas y maneras, que inculcan lo que se debe repetir, así como dejan entender el peligro y castigos de no hacerlo. Y, naturalmente, el manejo de los medios que transmiten esos mensajes está en determinadas manos, las manos a las que les conviene tal estructura establecida (el establishment), sus valores y creencias. Es así que el sistema heterocentrista procede para mantener la construcción sociocultural (es decir arbitraria y no natural), del “macho-alfa” como eje de cualquier agrupamiento de seres humanos, comenzando por el arma más simple y representativa de este sistema de culturización: la familia patriarcal.

Pero, si por un momento olvidamos el sistema de premios y castigos (casi invisible, pues nosotros mismos lo replicamos al aprobar o reprobar incluso a nuestros propios hijos), y si durante un instante pensamos en ejercernos libremente como seres humanos e individuos plenos de libre albedrío y respaldados por el derecho fundamental de determinar por nosotros mismos lo que queremos y lo que nos puede o no hacer felices, seguramente nos encontraríamos con que una cantidad para nada despreciable de nosotros, no queremos solo repetir comportamientos normalizados y no “normales”.

Hay pues miles de opciones posibles en cuanto al género y al sexo. Más allá de posibles fisiologías de nacimiento (que también hay más de dos). Y la constitución de todos los Estados dice garantizar y proteger los derechos de todos y cada uno de sus ciudadanos, por igual, no a manera de premio, apenas para que ninguno de sus ciudadanos esté en riesgo. Para que ningún Daniel Vega esté en riesgo de actos de desequilibrio ni injusticia, y menos de violencia. Para que ninguna Daniela Vega esté en riesgo. Para que ninguna Daniela esté más en riesgo. Para que no esté más en riesgo ninguna de nuestras tantas Danielas nacidas tal o de cualquier forma. Y para que no esté en más riesgo nadie.

*Teatrista.

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