Herencia maya en Honduras bajo amenaza, a 40 años de declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO
El legado de los mayas, patrimonio cultural de la humanidad, en peligro de degradación.
La escalinata de los jeroglíficos es la estrella del Parque Arqueológico de Copán, un patrimonio mundial legado por los mayas en el oeste de Honduras que sobrevive a los desafíos por la degradación de las estructuras antiguas.
Con 63 escalones y una altura de 12 metros, la mole de 1.100 bloques monolíticos se levanta en este parque incrustado en un bosque localizado a unos 300 km al noroeste de Tegucigalpa.
El valor universal de la escalinata, que llevó a la UNESCO a declararla Patrimonio Mundial en septiembre de 1980, «es la combinación excepcional de arquitectura, escultura y escritura», resalta el arqueólogo francés, René Viel, durante un recorrido con la AFP por el parque.
La civilización maya, que vivió en un área de 324.000 km2 en lo que hoy es el sur de México, Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras, tuvo un centro político, civil y religioso en el Valle de Copán.
En Copán «hay otros monumentos: el campo de pelota, en los túneles están las tumbas reales y el templo de Rosalila», pero «la escalinata jeroglífica es el monumento más emblemático», subrayó Viel.
En la escalinata destacan la arquitectura, las esculturas y el texto más largo de toda el área maya, que relata la historia de Copán, desentrañada en más de cien años de investigaciones.
El esplendoroso legado milenario sobrevive en medio del deterioro natural de las estructuras antiguas y bajo presión del crecimiento demográfico en los alrededores -sobre todo durante los últimos 20 años-, por lo que Viel advierte que es hora de «empezar a diseñar una estrategia de protección» del sitio.
«La presión demográfica es grande» en la zona de amortiguamiento del Parque Arqueológico de Copán, coincide su director Eliud Guerra.
La declaración de Patrimonio Mundial conlleva «una gran responsabilidad» de mantener el sitio y evitar perder la certificación, comenta Guerra a la AFP.
La principal protección de la escalinata es una lona que la cubre del sol y la lluvia. La pandemia del coronavirus echó por tierra un proyecto de una mejor protección.
Guerra dice que colocaron unos 500 sensores para medir temperatura, humedad, viento, iluminación y los expertos corroboraron que la lona ha ayudado a proteger la estructura pero que es necesario mejorarla.
Pero tendrán que esperar dos años para instalar la nueva cubierta, de 16 velas transparentes que darán una mejor protección y presentación, señala.