La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, presentó el plan con el que busca acabar con la espiral de violencia que provoca 30.000 asesinatos cada año, la mayoría vinculados al crimen organizado trasnacional, priorizando prevención e inteligencia antes que la fuerza.
«No va a regresar la guerra contra el narco», dijo la mandataria izquierdista, refiriéndose a la ofensiva desplegada en 2006 con participación militar y apoyo de Estados Unidos.
Sheinbaum, quien asumió el poder el 1 de octubre, mantendrá en líneas generales la estrategia de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, de atacar la criminalidad desde las raíces con inversión social.
«¿Qué vamos a usar? Prevención, atención a las causas, inteligencia y presencia» de las autoridades, dijo en su rueda de prensa matinal.
A esos ejes se sumarán la consolidación de la militarizada Guardia Nacional y una mayor coordinación con los diferentes estados.
La violencia en México se concentra en puntos estratégicos: rutas para el trasiego de droga, fronteras, puertos de entrada de los componentes chinos del fentanilo y regiones agroindustriales sometidas a la extorsión.
En esas zonas se enfrentan los dos principales cárteles del país, Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG).
¿Qué propone Sheinbaum?
La presidenta plantea acciones inmediatas como enfocarse en los estados más peligrosos (Guanajuato, Baja California, Chihuahua Guerrero, Jalisco y Sinaloa) y atacar «delitos de alto impacto» como la extorsión.
Para ello, propone fortalecer y unificar los sistemas de inteligencia militares y civiles, así como crear una subscretaría de inteligencia e investigación policial dentro de la Guardia Nacional.
Consolidar esta corporación, creada por López Obrador y que suma unos 130.000 efectivos, será clave para apoyar no solo a la ciudadanía sino las labores de investigación.
«Hay familias que hoy no tienen acceso a policías municipales confiables o a policías estatales totalmente fortalecidas. Ahí es donde la Guardia Nacional jugará un papel importante», señaló el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch.
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Geografía del crimen
La violencia no da tregua: dos días después de la posesión de Sheinbaum, 12 personas fueron asesinadas en el estado de Guanajuato (centro), mientras el domingo pasado fue decapitado el alcalde de Chilpancingo y una guerra entre narcos deja 150 homicidios en Sinaloa (noroeste) en el último mes.
La escalada en Guanajuato se debe a una «contraofensiva» del cártel de Sinaloa y sus aliados contra el CJNG, que domina la región, explica el experto en seguridad David Saucedo.
Guanajuato es el estado más violento de México con más de 3.000 asesinatos en 2023. A su vez, recibe millonarias inversiones de multinacionales (GM, Mazda, Honda) y es hogar de jubilados estadounidenses en la ciudad colonial de San Miguel de Allende.
Gobernado por el opositor PAN (derecha), Guanajuato «es por mucho» el estado con más homicidios y jóvenes con adicciones, comentó Sheinbaum, quien evocó además los altos niveles de pobreza en ciudades como León.
«Hay un modelo de desarrollo que fracasó», añadió la mandataria, quien plantea por ello atacar las raíces de la criminalidad.
En Guerrero, en la costa del Pacífico, varias mafias se disputan el tráfico de drogas por vía marítima y otras actividades criminales.
Mientras, en Sinaloa un conflicto dentro del cártel del mismo nombre provocó una ola de violencia, según el gobernador del estado, Rubén Rocha.
Localidades fronterizas con Estados Unidos, como Tijuana, Ciudad Juárez y Reynosa, están entre las más peligrosas del mundo al ser tanto rutas de tráfico de drogas como de migrantes.
Sinaloa vs Jalisco
«Los cárteles de Sinaloa y el de Jalisco están en el centro» de la crisis del fentanilo, una droga sintética que ha destronado a la cocaína y la heroína. Está relacionada con dos tercios de las más de 100.000 muertes por sobredosis en Estados Unidos en 2023, según la administradora de la DEA, Anne Milgram.
Ambos cárteles «son empresas criminales globales» que compran insumos en China para fabricar drogas sintéticas, controlan «laboratorios clandestinos en México» y utilizan «vastas redes» para distribuirlas y transportarlas a Estados Unidos, según la DEA.
Históricamente, los cárteles han corrompido a funcionarios de seguridad. El exsecretario de Seguridad mexicano Genaro García Luna (2006-2012), conocido entonces como «el principal policía del país», fue declarado culpable por un juzgado de Nueva York de complicidad con el cártel de Sinaloa y se enfrenta a cadena perpetua.
La violencia también se alimentó de la atomización de los cárteles desde que el expresidente Felipe Calderón (2006-2012), vestido de militar, declaró la guerra al narco en diciembre de 2006 en Michoacán, uno de los bastiones del crimen organizado.