Cuando París era una fiesta agridulce para los artistas inmigrantes
Pablo Picasso, Vassily Kandinsky o Marc Chagall son algunos de esos nombres que destacan en medio de un vendaval de oleadas artísticas que llegan o arrancan en la capital francesa.
Algunos artistas inmigrantes contemplan una vista de París, con la Torre Eiffel al fondo, desde lo alto del Arco del Triunfo, una imagen tomada el 8 de abril del año 1950. Foto: AFP.
París mantuvo tras la II Guerra Mundial su papel de refugio para los artistas inmigrantes a pesar de las dificultades de la posguerra y el dominio de Estados Unidos.
Este importante hecho es mostrado en una exposición recién inaugurada en la capital francesa.
«A menudo conocemos muy bien los artistas que ya estaban en París antes de la guerra, hasta el año 40», explicó a AFP el comisario de la exposición.
París et nulle part ailleurs (Tan solo París), es la exposición de Jean-Paul Ameline.
Pablo Picasso, Vassily Kandinsky o Marc Chagall son algunos de esos nombres que destacan en medio de un vendaval de oleadas artísticas que llegan, o arrancan, en la capital francesa.
Pero tras la guerra los artistas siguieron viniendo, incesamente. «Creemos que eran cerca de 10.000, lo que es enorme», añade Ameline, comisario de la muestra.
La exposición estará disponible en el Museo de la Historia de la Inmigración en París, hasta el 22 de enero.
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Un conocido de los artistas inmigrantes
Ameline y su equipo escogieron 24 artistas representativos de esa época, entre 1945 y 1972.
Entre ellos numerosos latinoamericanos.
Como el argentino Antonio Seguí (1934-2022), pintor, escultor y grabador, o su compatriota, la escultora Alicia Penalba (1913-1982).
Destacan igualmente el pintor cubano Wifredo Lam (1902-1982), acogido con los brazos abiertos por Picasso y los cubistas.
O el chileno Roberto Matta (1911-2002), que pasará del surrealismo a la pintura más comprometida políticamente.
Es una presencia gigantesca «pero bastante desconocida», explica Ameline.
Francia estaba arruinada tras la guerra, y el conflicto había hecho tabla rasa de las escuelas pictóricas.
Estados Unidos y el expresionismo abstracto parecen dominar ese panorama atomizado.
Pero si bien algunos artistas decidían explorar esa tendencia pictórica, seguían viniendo a Francia, atraídos por la promiscuidad que ofrecía París.
Los artistas más afortunados podían vender en Estados Unidos, como ya hacían Picasso o Salvador Dalí, sin renunciar a la vida bohemia parisina.
No siempre salió bien la jugada.
El haitiano Telemaque, que abrazó el «pop art» típicamente estadounidense en los años 1960, se instala en París porque no se siente cómodo en Nueva York.
Pero en París descubre también el racismo, que refleja en sus cuadros, como A bas les nègres (Abajo los negros), de 1967, que pintó tras leer ese grafitti en el metro.