Magalí Irahola, la tejedora de sueños, ayuda a otras mujeres a empoderarse y crecer
Con un inicio difícil, la artesana es hoy un ejemplo de superación y trabajo duro.
'Sueños, Tejidos y Magia’, la muestra presentada la semana pasada por Magalí Irahola en el museo Tambo Quirquincho. Foto: Romaguis.
Magalí Irahola, una joven orureña, de Huanuni propiamente, a los 19 años había tejido por primera vez una prenda hecha de lana roja. Era una chompa de no tan buen acabado, pero que a la vez, marcó el inicio de un camino lleno de metas y sueños cumplidos.
Eran tiempos en los que la muchacha pasaba por una serie de adversidades: se había casado dos años antes, obligada por su pareja. La joven fue víctima de violencia machista durante mucho tiempo hasta que el tejido la transformó en lo que es hoy.
“Desde niña veía a mi mamá tejer, ella me enseñó y al principio el tejido era un refugio para mí”. “Luego, ya separada, entendí que el tejido podía ser mi medio de vida, que sea el oficio que me permita trabajar y mantener a mis hijos”, contó Irahola a La Razón.
Y es que, después de 40 años, en un principio con palillos en las manos, o un crochet, y después con una máquina de tejer, la cohibida joven se convirtió en toda una diseñadora de modas. Además, es empresaria y, sobre todo, formadora de nuevos valores de este arte.
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Inicios
Mayor de ocho hermanos, Magalí Irahola vivió una niñez no muy agradable: tuvo inconvenientes para estudiar y no salió bachiller. Pero, con coraje y esfuerzo, logró —paso a paso— vencer una serie de adversidades.
Después de esa primera chompa roja, la joven fue practicando y perfeccionando su técnica empírica de tejido. Hacía y vendía lo que podía hasta que se dio su separación, lo que le hizo tomar la más acertada decisión.
“Cuando me separé, por la necesidad tuve que dedicarme a tejer y tejer, nunca pasé clases, simplemente fui practicando y mejorando. Pude conocer a mujeres que también tejían, me hice amiga de ellas con las que intercambiábamos conocimiento”, dijo.
Su manera de tejer llamó la atención de algunas mujeres que le pidieron inmediatamente que las capacite. Es otro de los pasos que se dieron a la par; es decir, las cosas se iban “tejiendo” por sí solas. Con algo de capital, llegó a comprarse una máquina de tejer, y así mejoró su producción.
Una feria de textiles apareció en Oruro (la actual feria Expoteco) y la artesana presentó algunos trabajos de sus alumnas. Todo sucede por alguna razón, y tal cual, en esa feria conoció a un empresario que le cambió la vida.
“A Hernán Gareca, un exportador de ropa de alpaca y dueño de la tienda Tejidos Cristina, le gustó mi acabado y me aconsejó trabajar con material de alpaca. Este material es térmico, protege del frío, pero cuando hace calor no sofoca como otros materiales”, explicó.
Desde entonces, la lana e hilo de alpaca o de baby alpaca, es el material que Irahola utiliza para su producción y enseñanza. De igual forma, con el éxito que se iba generando, la invitaron a presentar su primer desfile de moda, en Oruro, todo un reto para ella.
“Mi participación en los desfiles los inicié en los años 80; me fue muy bien, gracias a Dios”. “Además tenía a mi mamá que estaba siempre enseñándome y guiándome en todas las actividades que estaba realizando”, afirmó.
De todo este preámbulo, nació la empresa Romaguis, un emprendimiento que contó con la colaboración del Ministerio de Trabajo. “El ministerio pagaba a mis pasantes cuando tenía la tienda en Oruro. Eso me permitió exportar prendas de alpaca a Estados Unidos y Canadá en poca cantidad y a pedido”, explicó.
Maestra
El camino ya estaba hecho, pero nuevos proyectos surgieron, como el de transmitir los conocimientos adquiridos. Después de dar clases personalizadas en Oruro, se presentó la oportunidad de dar clases de tejido en un canal de televisión local a finales de los años 80.
“Recuerdo la apertura de una sucursal del Centro de Estudios Técnicos Acelerados Loreto CETAL, en Oruro”. “En el CETAL de La Paz, un profesor me dio clases de pedagogía, andragogía y psicología, lo que me ayudó mucho”.
Además, Irahola trabajó en empresas de renombre como Inti Raymi, Sinchi Huayra, Caritas Oruro y Caritas Bolivia. Esta última la contrató como motivadora de mujeres para algunos centros mineros.
En 2014, Irahola se mudó a La Paz para expandirse a escala nacional e incluso internacional. “Cuando vine, no me conocía nadie, me presenté en la Fipaz donde no vendí una sola aguja”, dijo.
Pero, poco a poco, Irahola se abrió espacios y dio capacitaciones en el Centro de Innovación Tecnológica CITE, de El Alto. Luego, pasó a dar clases en el CITE, de La Paz, hasta que llegó la pandemia del temido COVID-19.
Tiempos difíciles para muchas personas, pero de ellas, otras tantas se reinventaron, como Irahola. Ante la imposibilidad de cursos presenciales, las clases virtuales fueron la salida en 2020, y desde entonces es el oficio actual de la orureña. Y un presente que se ganó a base de perseverancia y esfuerzo, el reconocimiento en todo el país.
“Todo lo que sé, lo transfiero a mis alumnas, soy feliz por haber superado tantas cosas, ahora junto a mis tres hijos Magalí, Romina y Guillermo, que son profesionales, sigo caminando gracias a la magia del tejido”, expresó.
Romaguis
Se llama así por las primeras sílabas de los nombres de sus hijos Romina, Magalí y Guillermo.
Ayuda
El costo de un módulo es de Bs 200, mientras que para personas con discapacidad o algún mal, el curso es gratuito.
Alpaca
El material es muy requerido en el extranjero por su duración, alta calidad y adecuación a la temperatura.
Máquinas
Como empresaria, vela el control de la calidad y la venta de máquinas de tejer, importadas desde Japón