Acaba la era Lula da Silva en Brasil, tras dos mandatos de éxito económico y social. Deja un país con menos pobreza, dentro de las principales potencias económicas del mundo y con un PIB que representa el 40 por ciento del total latinoamericano.

Las políticas económicas y sociales del Mandatario saliente permitieron  que 19 millones de brasileños, desde el 2003, abandonaran la pobreza y se ampliara la clase media, que ya cobija a 90 millones de habitantes, la mitad de la población del país.

Cuando cruza la frontera del bicentenario de su independencia, en Brasil comienza a hablarse del inicio de la década latinoamericana. Mientras tanto, Estados Unidos, agobiado por las guerras en Irak, Afganistán y el cáncer de Pakistán, ya no es la potencia indispensable.

Logros. Todo apunta a que hoy, Luiz Inácio Lula da Silva, el ex sindicalista radical, niño pobre de favela que hizo de limpiabotas y ejerció de tornero, verá cómo su candidata Dilma Rousseff será elegida como primera presidenta de Brasil. Él la designó sucesora, la ha modelado y ella previsiblemente continuará las políticas ortodoxas de su antecesor.

El Presidente, que abrazó la globalización y el mercado, deja el primer plano saludado por el presidente Barack Obama como «el político más popular del mundo».

En todo caso, no se puede olvidar que Lula ha construido el despegue económico sobre las bases reformistas heredadas de su antecesor Fernando Henrique Cardoso. De ahí que el ex presidente se queje de la mitificación de Da Silva. «Yo hice las reformas y él surfeó en la ola». Pero admite que «es un Lech Walesa que funcionó», en alusión al ex mandatario polaco (1990-1995).

Da Silva dejó sus recetas izquierdistas y fue sensato al no considerar que con él se iniciaba la historia. El Financial Times publicó que «no es pequeña ironía que el sindicalista que gritaba en las calles ‘abajo el FMI’, se convirtiera en el Presidente que pagó las deudas al Fondo y acabó prestándole $us 14.000 millones».

El llamado «milagro Lula», que deja a Brasil como la séptima economía mundial y con un 8% de crecimiento previsto este año se cimentó, además, en golpes de suerte: el descubrimiento el Atlántico de campos petrolíferos, con reservas superiores a las de Rusia o Kuwait, y el desmedido apetito de China y otras potencias emergentes por materias primas. Además, construye una industria de servicios petrolíferos, al ejemplo noruego.

En política exterior fue desinhibido, con amigos en Teherán, La Habana y Venezuela y sin pedir «permiso» alguno a Washington.

El economista Jim O’Neill, el hijo de un cartero de Manchester, acuñó el 2001 el concepto BRIC. Éste indica que  antes del 2041, Brasil, Rusia, India y China superarán a las seis economías occidentales. La idea se le ocurrió al ver los atentados del 11 de septiembre.

«Comprendí que era imposible que la globalización fuera americanización. Pero no imponiendo las dominantes estructuras y creencias sociales y filosóficas norteamericanas».  O’Neill acaba de ser ascendido a presidente de la Gestora del Goldman Sachs, que maneja fondos por 802.000 millones de dólares. Una historia de éxito, como la de Lula.

Pendientes. Sin embargo, el mito Lula tiene sombras: la corrupción, la desigualdad en el reparto de la riqueza, el gran peso de la economía sumergida y el alto nivel de violencia. Además, el 40% de la población está todavía en la pobreza más absoluta y sobrevive en buena parte gracias a las pequeñas subvenciones del Plan Bolsa Familia, destinado a lograr el objetivo de Hambre Cero.

El segundo problema es la necesidad de mejorar rápidamente la calidad de la educación que reciben los hijos de la gente que ha dejado la miseria.

La prueba de fuego para el sucesor 

El Presidente que asumirá en Brasil en enero deberá asegurarse de que el país llegue preparado al Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016, en una carrera contra el tiempo que supone millonarias inversiones en seguridad e infraestructura. Las dos mayores justas deportivas del mundo, sumadas a la Copa de Confederaciones de fútbol del 2013, serán una herencia para el sucesor del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien fue vital para que Brasil fuera escogido como sede.

Elecciones en Brasil

Marina Silva: ‘Estaremos en la segunda vuelta’
«Estaremos en la segunda vuelta. Lo que las encuestas están mostrando es mucho menor de lo que ustedes están viendo aquí en las calles», apuntó Marina Silva, la senadora y ex ministra del Medio Ambiente, quien en los últimos días tuvo un repunte interesante en la preferencia electoral y se acercó a la intención de voto de José Serra.

Lula: ‘Igual que a mí, a Dilma le gustan los pobres’
«Usted que cree en mí y considera bueno mi Gobierno, no tenga duda: vote por Dilma. Igual que a mí, a Dilma le gustan los pobres. Votar por Dilma es votar por mí», afirmó el presidente Inácio Lula da Silva, quien alcanzó la popularidad récord de cerca del 80%. Lula ha aparecido tanto o más que la propia Rousseff en la campaña.

F. H. Cardoso: ‘(Lula) se convirtió en militante’
Para el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, Lula se ha extralimitado en sus funciones: «Veo a un presidente que se convirtió en militante, en jefe de una columna y no del Gobierno», declaró. Respecto a la gestión de Da Silva dijo: «Yo hice las reformas y él surfeó en la ola». Sin embargo, admite que «es un Lech Walesa que funcionó».

David Fleischer: ‘El PSDB no tiene líderes con peso’

El analista David Fleischer explicó que el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) «tiene un problema muy grave: fuera de Sao Paulo no tiene líderes fuertes con peso nacional. Fernando Henrique Cardoso (de esa tienda política) intentó asumir este papel, pero tiene una imagen muy negativa y el partido no lo acepta como jefe».