Benedicto XVI autorizó el posible adelanto del cónclave que elegirá a su sucesor a fin de acortar una transición sacudida por su renuncia, que se materializará el jueves y, por los escándalos e intrigas que agobian a la Iglesia Católica.

Ayer, el actual Papa promulgó un decreto, que “concede a los cardenales la facultad de anticipar el inicio del cónclave” en caso de estar ya todos presentes en Roma.

Normalmente el cónclave debe empezar entre 15 y 20 días después de que sea declarada la “sede vacante”, que en este caso se iniciará el jueves a las 20.00 locales.

El Papa decidió además informar “exclusivamente” a su sucesor sobre el escándalo de “Vatileaks”, sobre filtraciones de documentos secretos que llevaron a la condena en octubre pasado a 18 meses de cárcel de su mayordomo Paolo Gabriele, a quien sin embargo indultó al cabo de cuatro meses.

Las conclusiones de este informe, según dos diarios italianos, destaparon una supuesta trama de corrupción, sexo y tráfico de influencias en el Vaticano, que rechazó esas primicias, tildándolas de “falsas informaciones”.

Según el diario Repubblica y la revista Panorama, el Papa decidió abandonar el cargo tras recibir el informe de 300 páginas.

La Iglesia Católica tuvo también ayer otro sobresalto, con el anuncio de la renuncia del cardenal Keith O’Brien, jefe de la Iglesia Católica de Escocia (que no viajará al cónclave), acusado de “conducta inapropiada” hace 33 años.

Existe gran presión para que otros cardenales votantes acusados de diversos escándalos, como el encubrimiento de actos de pedofilia por parte de otros religiosos, se abstengan de participar en esa reunión de 115 purpurados con derecho de voto que designará al sucesor de Benedicto XVI, el primer pontífice en renunciar en siete siglos, alegando falta de “fuerzas”.