Santo subito. A toda velocidad, sólo seis años después de la muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril del 2005, los buenos oficios y la poderosa máquina organizativa del Opus Dei han logrado el milagro de convertir beato a Karol Wojtyla.

Según ha anunciado ayer el Vaticano, el Papa polaco que reinó durante 27 años será beatificado el 1 de mayo, el primer domingo tras la Pascua, un día de liturgia que el propio Wojtyla instituyó como Fiesta de la Divina Misericordia.

Después de que Benedicto XVI derogara ad personam las normas canónicas que obligan a esperar cinco años desde el momento de la muerte para abrir los procesos de canonización, el jefe de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, ha informado de que el Papa ha promulgado el decreto que atribuye un milagro a Wojtyla, y ha añadido que el Sumo Pontífice presidirá el rito de beatificación en San Pedro. Un antecedente similar ocurrió con la madre Teresa de Calcuta, cuya beatificación se inició inmediatamente después de su muerte, en 1997, porque así lo decidió Wojtyla.

El milagro atribuido al Papa es la curación de la monja francesa Marie Simon Pierre, que padecía desde 2001 la enfermedad de Parkinson, la misma que sufrió Juan Pablo II en sus últimos años.

La religiosa superó, dos meses después de la muerte del Pontífice en abril del 2005, todos los síntomas del Parkinson de forma «inexplicable», según las autoridades médicas de la comisión de beatificación. Marie Simon ha sido la pieza clave para la beatificación.

El camino a seguir para la beatificación

La condición de beato, a la que será elevado el 1 de mayo el papa Juan Pablo II, es el segundo paso en el proceso de canonización, un camino que tiene tres peldaños: venerable siervo de Dios, beato y santo. Venerable siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta que ha vivido las virtudes «de manera heroica».

Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión. Éste debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye el parecer de un comité de médicos y teólogos. Para la canonización es necesario otro milagro atribuido a la intercesión del beato y ocurrido después de su beatificación.