Lifab, más allá de la industrialización
Horacio Valle
“Sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo”, escribió Eduardo Galeano es su poema Los nadies. Esta realidad es constante en muchos lugares y circunstancias, especialmente cuando hace poco se vivió una crisis sanitaria de carácter mundial que tuvo repercusiones importantes.
El informe anual 2020 sobre salud universal y pandemia de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señaló que el COVID-19 hizo evidentes las desigualdades y obstáculos existentes para el logro de la salud universal, haciendo más susceptible a esta enfermedad a la población más vulnerable. Indicó que esta pandemia demostró que el sector salud requiere liderazgo y buena gobernanza e incluir al sector privado y sociedad civil, debiendo trabajar junto al gobierno el sector académico e industrial para producir y difundir tecnología, pruebas diagnósticas, opciones terapéuticas y vacunas, así como innovación digital.
En efecto, durante el período de la pandemia se generó a nivel mundial un período recesivo en la economía, aspecto que influyó en la disminución del poder adquisitivo de la población por efectos de la inflación, lo que generó retrocesos en materia de pobreza y ampliación de las brechas existentes, siendo que estos efectos negativos tuvieron un impacto menor en el país a diferencia del resto de la región.
Por citar un ejemplo, el cierre de escuelas significó la interrupción de programas de alimentación escolar, aspecto que incrementó la inseguridad alimentaria, generando efectos potencialmente nocivos en la salud a largo plazo como la productividad, desarrollo, funcionamiento conductual y aprendizaje de la población infantil y adolescente latinoamericana. Asimismo, se generaron sinergias negativas con otras epidemias preexistentes, documentándose la existencia de una mayor letalidad entre grupos de personas con mayor concentración de pobreza, reducción de la esperanza de vida y afectación simultánea de la salud física, mental y social.
Ante este panorama difícil, a pesar de la creación del Seguro Único de Salud (SUS) en 2019, aún existen prácticas en gran parte de la población como la aplicación de tratamientos sin previa consulta médica, así como tardanza en el tratamiento oportuno de enfermedades, lo cual es un efecto de las limitaciones de cobertura que enfrenta el sistema médico, especialmente en áreas dispersas como zonas periurbanas y rurales. Además, a pesar de la calidad de la industria farmacéutica boliviana, los medicamentos muchas veces resultan ser inaccesibles para la población, lo que inexorablemente deriva en el consumo de medicación de contrabando con todos los riesgos que implica esta práctica.
Ante este problema gravísimo y necesidad de atención urgente, con el objetivo de cubrir la demanda del territorio nacional, promoviendo el acceso a medicamentos de calidad a costos asequibles y al alcance oportuno de la población, además de complementar el SUS se creó la empresa estatal Laboratorio Industria Farmacéutica Boliviana (Lifab), que en una primera etapa se encargará de la producción de medicamentos genéricos con mayor demanda en el país, así como la investigación, desarrollo e innovación tecnológica para la producción de nuevos medicamentos de base química, además de los provenientes de la medicina natural.
Una de las ventajas de este proyecto es el aprovechamiento de materias primas que provienen del proceso de extracción de litio, toda vez que la base química será suministrada por las estatales YLB e IBQ, lo que permitirá reducir la importación de estos productos, generando beneficios en la balanza comercial, así como la reducción de costos que no solamente beneficiará a Lifab, sino que también se proveerá de estos insumos a la industria farmacéutica nacional, incrementando los niveles de competitividad, permitiendo la oferta de medicamentos a precios más accesibles, además de generar fuentes de empleo e investigación científica y desarrollo en colaboración con otros países de la región.
Finamente, no deja de llamar la atención las voces que protestan en contra de un proyecto que tiene potencialidades importantes, que seguramente enfrentará desafíos importantes, pero no debe perderse de vista que este proyecto no es del gobierno de turno o de un determinado partido político, sino que constituye un patrimonio de los bolivianos que permitirá incrementar la calidad y esperanza de vida, además de dar salud a quiénes son invisibles, a “los nadies”.
Horacio Valle es economista