La incendiaria retórica de Hugo Chávez desde su primera investidura no sólo molestaba a EEUU, el principal destinatario de las inventivas, sino también a Brasil, cuyo presidente, Lula da Silva, quiso aplacar la virulencia del discurso bolivariano.

Uno de los emisarios de Lula a Caracas fue José Dirceu, su lugarteniente, que habría advertido a Chávez sobre la conveniencia de dejar «jugar con fuego», según dijo el propio Dirceu en una entrevista con el embajador de EEUU en Brasilia, John Danilovich.

No hay certeza de que Dirceu fuera así de tajante con Chávez o solo se trató de una promesa encaminada a complacer a Washington, aparentemente irritado por el silencio de Brasilia ante los excesos verbales del ex teniente coronel de paracaidistas.

No parece que la recomendación cursada por Lula haya tenido efecto pues el Presidente venezolano continuó atacando a EEUU en todos los frentes y, frecuentemente, al colombiano Álvaro Uribe, aliado de Washington.

Los insultos contra George W. Bush fueron terribles un año después de la reunión de Dirceu con los diplomáticos norteamericanos: «burro», «alcohólico» y «asesino», fueron algunos calificativos pronunciados en público.

El informe de Danilovich al Departamento de Estado, en abril del 2005, informaba de que el asesor de Lula viajará a Caracas con el permiso del Mandatario «llevando el mensaje de que Chávez debería renunciar a su provocadora retórica y centrarse en los problemas internos de su país».

Los Juegos acercan a Brasilia y Washington

La elección de Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos del 2016 reforzó el liderazgo regional de Brasil y la figura del presidente Lula da Silva. Pero aquella decisión tuvo además otro efecto colateral más insospechado: el repentino acercamiento entre Brasilia y Washington. «El Gobierno de Brasil se da cuenta de que afronta retos fundamentales con la preparación de los Juegos, y ha mostrado mucha más apertura en áreas como la cooperación y el intercambio de información con EEUU, al punto de admitir la posibilidad de amenazas terroristas», escribía la encargada de negocios, Lisa Kubiske, en diciembre del 2009, tres meses después de la elección de Río.