El País – Nueva York (EEUU)

«Los negros y los latinos no participan completamente de la promesa americana de libertad. Y aunque el color de la piel en América no determina el futuro de un niño, en realidad nos dice mucho más. Esa realidad no se la mostramos porque, ¿cómo explicarles a los niños de raza negra y latina que las probabilidades de que crezcan en la pobreza, de que no terminen el colegio y de que queden excluidos del mercado laboral son dos veces más altas que si fueran un niño blanco?».

Escuchar una denuncia tan clara y abierta por boca de un político estadounidense en la era Obama es un milagro.

Tras la elección del primer presidente de raza negra de la historia de EEUU, apenas se habla de desigualdad racial, como si su sola elección hubiera borrado de un plumazo siglos de racismo.

Sin embargo, el problema nunca ha dejado de ser acuciante y si en la última década se ha agudizado la disparidad económica, son precisamente los negros y los latinos quienes más lo están sufriendo, según demuestra el último censo.

De ahí que el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg haya optado por saltarse esa norma no escrita que parece haber imperado en los últimos años y ha llamado a las cosas por su nombre para anunciar un plan de rescate con el que aspira a cambiar la vida de 300.000 neoyorquinos, los más afectados por la pobreza.