Con más de la mitad de su mandato consumido en la reforma sanitaria y la recuperación económica del país y ya con el enemigo público número uno abatido en Pakistán, Barack Obama ha dado ayer un impulso a la necesaria reforma migratoria. Para ello ha viajado hasta El Paso (Tejas), en la frontera con México.

El presidente, que afronta un clima hostil en el Congreso, ha pedido mirando al Río Grande una reforma que responda a «las necesidades económicas y de seguridad del país en el siglo XXI». «Nos definimos como una nación de inmigrantes. Una nación que da la bienvenida a todo aquel que adopte los ideales americanos», ha declarado Obama en medio de vítores.

El argumento de Obama para acometer la reforma tiene dos vertientes y ambas están conectadas: el aumento de la seguridad en la frontera y un proyecto que permita otorgar la ciudadanía a inmigrantes indocumentados no sólo mejorará la seguridad sino que hará avanzar la economía del país.

Repitiendo argumentos de su discurso del verano pasado en julio, el Presidente de EEUU ha recalcado que no deseaba que «el próximo Google sea inventado en China».

«Fíjense en Intel, en Google, en Yahoo y en eBay», ha dicho Obama, «todas son grandes compañías y todas han sido fundadas por un inmigrante». Obama ha citado entonces al dueño de MicroSoft, Bill Gates, cuando dice que si EEUU prescinde de la inmigración cada vez le va a costar más mantener su competitividad.