Corea del Norte cortó el “teléfono rojo” de contactos militares de emergencia con Corea del Sur, último medio de comunicación directa entre ambos países, que viven una escalada de tensiones que puede terminar “en cualquier momento” en una guerra. Poco antes, Corea del Norte anunció que celebrará una reunión plenaria con los más altos dirigentes del país antes de finales de marzo para decidir asuntos “importantes”, y prometió “un giro crucial”.

“A partir de ahora, todas las comunicaciones militares Norte-Sur están suspendidas. En una situación en la que una guerra puede estallar en cualquier momento”. La línea permanecerá suspendida “mientras duren las acciones hostiles y anacrónicas del sur”, informaron los militares norcoreanos.

Estados Unidos reaccionó diciendo que el corte por parte de Corea del Norte de la línea directa militar con el Sur en un momento de alta tensión es una “decisión provocativa”. “Esta es otra medida provocativa y no constructiva que ha tomado el régimen norcoreano”, advirtió el portavoz del Pentágono, George Little. Esta línea de urgencia, instalada en 1971, ha sido suspendida por  Corea del Norte en cinco ocasiones, la última en 2010.

Desde principios de marzo, y tras la adopción de nuevas sanciones de la ONU contra Pyongyang tras su último ensayo nuclear, el régimen norcoreano ha intensificado su retórica beligerante, amenazando en repetidas ocasiones a Seúl y a su aliado estadounidense con “ataques estratégicos” y una “guerra total”. Washington dijo haber tomado “muy seriamente” las amenazas norcoreanas y estar preparado “para responder a toda eventualidad”.

“Corea del Norte pone más y más alta la barra de la retórica, pero la comunidad internacional no reacciona como lo esperan”, dijo el analista Cho Han-bum.

La tensión como estrategia

La insistente campaña de amenazas de Pyongyang responde, según expertos, a la doble estrategia del régimen norcoreano, de reafirmar el control interno y elevar su poder de negociación en el exterior. Estas amenazas han disparado la tensión en la península coreana desde que la ONU anunciara este mes nuevas sanciones económicas y comerciales al país comunista por su último ensayo nuclear.

A diferencia de otras ocasiones, esta vez Corea del Norte ha mantenido hasta tres semanas su elevada retórica belicista, un hecho que no implica necesariamente una mayor posibilidad de que cumpla su amenaza, sino que responde, más bien, a una elaborada estrategia política.

En ocasiones anteriores,  se han alternado episodios de enfrentamiento y distensión, y el régimen ha logrado importantes concesiones de sus “enemigos” en forma de ayuda humanitaria y otros tipos de asistencia, como materiales de construcción o energía.