La mitomanía de la crisis
La generación de incertidumbre con relación a la economía boliviana no es un tema nuevo
Gustavo Gómez
La construcción de irrealidades se inició a partir de afirmaciones como el “piloto automático”, “ya vienen los efectos de la crisis financiera”, “el modelo solo funciona por el precio de los minerales”, “el efecto rebote”, entre otros cuestionamientos al modelo económico implementado en el país, argumentando además “nació muerto”, afirmaciones poco fundamentadas y que van más allá de la teoría económica.
La economía se mueve con base a los ciclos económicos en los cuales existen etapas identificadas: crecimiento, estabilidad, desaceleración y recesión, y que toda economía a lo largo del tiempo sufre estas vicisitudes independientemente al modelo aplicado. Es por esto que la teoría económica sugiere que las autoridades deben adoptar medidas para aprovechar los periodos de crecimiento y estabilidad para afrontar y mitigar los efectos de las etapas de desaceleración y recesión.
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Las economías desarrolladas, en diferentes periodos de la serie de tiempo de su producto interno, han sufrido etapas de profunda recesión, lo cual, por supuesto, no supone considerar como un fracaso total de su modelo aplicado, pero sí entenderlas como señales de agotamiento y que requieren ajustes necesarios y oportunos.
En los últimos años, la economía mundial y nacional enfrentan desafíos de recesión, debido a los efectos que aún persisten por el COVID y sus variantes, así como los conflictos bélicos que se desarrollan sin solución, periodos de crisis económica y política en la región, el incremento de los precios de los productos, entre otros aspectos que, sumados a conflictos sociales internos, inciden negativamente en la actividad económica de la mayoría de los países, incluido el nuestro.
Pese a este panorama, los principales indicadores macroeconómicos en nuestro país se encuentran estables o controlados: crecimiento, inflación, tipo de cambio y empleo, lo cual no es objeto de discusión e interpretación, por el contrario, denotan resultados adecuados por la adopción de medidas acertadas en un contexto externo e interno adverso.
Es perverso pensar que mientras el Estado efectúa todos los esfuerzos para mantener la estabilidad económica que beneficia a la población, algunas personas hacen los mismos esfuerzos, pero para generar la idea de que estamos atravesando una gran “crisis económica”, apelando a todo tipo de argumento posible e interpretando la economía desde una perspectiva inadecuada.
La generación de incertidumbre con relación a la economía boliviana no es un tema nuevo, viene desde hace más de 18 años con los mismos argumentos y las mismas sugerencias para la aplicación de viejas recetas que no fueron diseñadas para la realidad del país, pero que, pese a todo, en su momento fueron aplicadas con resultados poco halagüeños para Bolivia, dejándola sin propiedad alguna de empresas estratégicas ni recursos naturales.
El individualismo económico y la manera de querer ver las cosas muestra, en muchos casos, la verdadera intención que tienen, generar incertidumbre y participar de algún proyecto político o propio, cual salvadores de la patria. Es derecho de todo boliviano aspirar a ser la primera autoridad del país, previo cumplimiento de requisitos, pero es inaceptable descalificar toda medida aplicada y hacer pensar a la población que el modelo vigente es el incorrecto, cuando hay resultados que muestran todo lo contrario.
Sería importante que las personas que tratan de generar la idea de una supuesta crisis y el fracaso del modelo, efectúen una exhaustiva evaluación de los resultados y sean objetivos al momento de plantear modelos alternativos y aplicables a nuestra realidad, porque no solo se trata de desempolvar viejas recetas y proponerlas como un “nuevo modelo salvador”, considerando que no tuvieron resultados adecuados. Realidad más que elocuente.
(*) Gustavo Gómez es economista