Sarkozy fue, en marzo, el primer dirigente que reconoció a los rebeldes como representantes de la nueva Libia y el primero también en promover la intervención de la OTAN para impedir que las tropas de Gadafi masacraran la ciudad rebelde de Bengasi. Cameron se sumó pronto a la iniciativa y desplegó un gran apoyo militar dentro de la OTAN.

Ayer, ambos trajeron la promesa de que seguirán apoyando económica, política y militarmente al Consejo Nacional de Transición y se llevaron la promesa de que serán recompensados.

El mapa de las relaciones internacionales se está recomponiendo en el mundo árabe y ambos dirigentes no han querido desaprovechar la oportunidad de anticiparse por un día al primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, cuya llegada en su gira por tres de los países de la primavera árabe —Egipto, Túnez y Libia— está prevista para hoy.

Después de visitar un hospital y de reunirse con los representantes del Consejo, Sarkozy y Cameron comparecieron ante la prensa flanqueando al presidente del Gobierno interino, Mustafá Abdel Yalil, y al primer ministro, Mahmud Yibril. Sarkozy ha recalcado que la ayuda de Francia fue desinteresada. «Nunca hubo un preacuerdo. Lo que hicimos se hizo sin ninguna intención oculta». 

De forma inmediata, el presidente interino de Libia, Mustafá Abdel Yalil, ha declarado: «Nunca olvidaré el 19 de marzo, cuando la comunidad internacional decidió apoyar militarmente al pueblo libio. Y Francia estuvo entonces en primera línea». Refiriéndose ya a los dos países, Abdel Yalil ha añadido: «Como buenos musulmanes creyentes, nosotros sabremos agradecer sus esfuerzos y ellos tendrán prioridad dentro de un marco de preferencia».

Lo que Cameron y Sarkozy han podido apreciar en Libia es algo que, salvando las distancias, puede sentir estos días cualquier occidental en Trípoli: a veces los traductores no quieren cobrar dinero por el trabajo que prestan, simplemente, como signo de agradecimiento. Los soldados en los puestos de controles, los dependientes en los supermercados, los camareros y cualquier viandante asocian al extranjero con la llegada de la libertad. Y saben que muchos de ellos habrían muerto si no hubiera sido por la intervención de Sarkozy y Cameron. El Primer Ministro británico ha reconocido en Trípoli sentirse impresionado por todo lo que ha visto. «Es grandioso estar en la Libia libre», ha dicho Cameron. «El hecho de que las carreteras estén llenas de tráfico, que corra el agua y que los hospitales funcionen, eso es impresionante. Pero… Gadafi está aún suelto», ha advertido en conferencia de prensa.

Rebeldes, en Sirte

Las fuerzas rebeldes entraron ayer en Sirte, ciudad natal del huido coronel Muamar Gadafi, y se han hecho con el control de una zona residencial situada en el oeste de la localidad, aseguró a EFE una fuente rebelde. La entrada se había producido pese a que aún resisten brigadas fieles a Gadafi.