Las dos Coreas intercambiaron duras amenazas un día después del ataque norcoreano a la isla surcoreana Yeonpyeong cerca de su tensa frontera marítima en el paralelo 38, que causó cuatro muertos, dos de ellos civiles.

Corea del Sur evalúa su respuesta, sin descartar una «dura represalia» si hay más provocaciones, al tiempo que decidió un incremento de su presencia militar en las islas del Mar Amarillo (Mar Occidental) donde el martes se produjo el intercambio de disparos de artillería entre ambos países vecinos y enemigos desde hace 60 años.

Mientras que Corea del Norte, que acusa a Seúl de iniciar los disparos que desembocaron en su ataque sin precedentes, le dijo ayer a su vecino que es responsable de llevar a la península «al borde de la guerra».

  El mundo asiste preocupado a las tensiones en la península coreana, última frontera de la Guerra Fría y una de las zonas más militarizadas del mundo, con más de un millón de soldados norcoreanos, 655.000 surcoreanos y 28.500 estadounidenses.  En Corea del Sur, los habitantes de la isla siguen sufriendo las consecuencias del ataque del martes, que causó cuatro muertos y 18 heridos, y destruyó una veintena de casas.

Ayer, los marines que rastreaban los escombros a los que ha quedado reducida parte de la isla, descubrieron los dos primeros cadáveres de civiles. Se trata de dos obreros de unos 60 años que trabajaban en la base de Yeonpyeong, la zona más afectada por el ataque y donde ya el martes se registraron dos bajas militares, a los que ayer se rindió homenaje.

El ministro de Defensa surcoreano, Kim Tae-young, indicó que se aumentará el número de piezas de artillería en la isla Yeonpyeong, así como el alcance y calibre de los obuses, después de que unos 80 proyectiles norcoreanos barrieran la zona en un ataque que Seúl interpreta en clave sucesoria.

El titular de Defensa consideró que Corea del Norte llevó a cabo una maniobra deliberada para apuntalar el liderazgo de Kim Jong-un, hijo menor del dictador norcoreano Kim Jong-il, aupado como probable sucesor a finales de septiembre.

Corea del Sur anunció ayer también la suspensión del envío de ayuda humanitaria prometida a Corea del Norte tras las inundaciones que sufrió en agosto, mientras Pyongyang le acusaba de «destruir los programas humanitarios», incluidas las reuniones de familias separadas por la guerra que cesó en 1953 pero que aún enfrenta a las dos Coreas.

El Consejo de Seguridad estudia una respuesta

Los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU celebraron varias reuniones bilaterales para estudiar una posible respuesta al ataque de Corea del Norte contra una isla surcoreana el martes, en el que murieron cuatro personas.

«He estado en contacto con otros miembros y los contactos continuarán», explicó ayer el presidente de turno del Consejo de Seguridad, el embajador británico Mark Lyall Grant, a la salida de una reunión del máximo órgano de seguridad de las Naciones Unidas. El diplomático declinó ofrecer detalles sobre el contenido de los encuentros informales que ha mantenido.