“Ayer recibí el resultado del análisis de ácido desoxirribonucleico”, dijo Fay en Goshen, 50 km al oeste de Hartford, donde espera quizá un millar de indígenas para dar nombre al ternero.

El animal, que pesó 15 kilos cuando nació el 16 de junio, recibirá un nombre sagrado para varias tribus de indígenas nor-teamericanas que están en duelo por la faena y desuello de otro ternero blanco nacido en Texas.

“Los indígenas dicen que (el bisonte blanco) traerá cosas buenas para todos en el mundo”, añadió Fay, de 53 años de edad. “Tendremos una ceremonia en homenaje a la Doncella Bisonte Blanca que, en su tradición, les ayudó a superar los tiempos de hambrunas y conflictos”.

El ternero venerado hoy nació en una granja de las montañas Mohawk, dedicada antes a la producción lechera y que Fay la convirtió en un criadero de bisontes hace poco más de cuatro años. Allí, Fay llegó a tener 40 de esos animales, pero recientemente vendió la mitad del hato.

Los zoólogos calculan que hay una probabilidad en diez millones de partos de que nazca un bisonte blanco. Algunos bisontes blancos son, de hecho, albinos y tienen dificultades para sobrevivir en las praderas porque su pelaje no absorbe el calor del sol durante el invierno.